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5 nov 2009

¿HASTA DONDE ESTAS DISPUESTA A PERDONAR A TU MALTRATADOR? EL PODER Y LA CAPACIDAD DEL PERDON: Carta de una mujer y madre

 La publicación de esta carta 
en el semanario Alfa Omega tuvo su justificación 
en la necesidad de ofrecer a la sociedad 
otros mensajes diferentes de los que
los medios de comunicación realizan a diario 
sobre el tema del maltrato. 
La idea fundamental que subyace 
es la de que va a resultar, 
cuando menos, difícil que la sociedad
pueda salvar a las víctimas
sin salvar a los maltratadores. 

Tambien hay que tener en cuenta,
que no siempre perdonar
es sinónimo de olvidar.

En cualquiera de los casos, 
mis respetos hacia esta mujer.








Me he enterado que has tenido problemas con otros reclusos y que incluso te han llegado a agredir. Por eso, estoy dispuesta a solicitar de las autoridades competentes que te protejan, porque tu integridad es muy importante para mi salud. Sé que esta última afirmación te resultará extraña, no sólo a ti sino a muchos otros que la pudieran oír, por lo que paso a explicártela más detenidamente.
Es verdad que tu comportamiento fue de una injusticia tremenda conmigo, que me hiciste mucho daño, pero también es verdad que, paradójicamente, nuestra relación creó un vínculo que nos unirá toda la vida y nos sobrevivirá a través de nuestros hijos y nietos, sin que nosotros podamos hacer ya nada por evitarlo. Dicho vínculo es, incluso, más fuerte que otros afectivos o familiares.
Tú ya estás pagando por lo que me hiciste mediante tu condena de cárcel. Gracias a que me he dado cuenta y he tomado conciencia de ello, me he podido plantear la posibilidad de realizar un cambio de mirada sobre mi vida, y todo lo que me rodea, y he llegado a la conclusión de que eres tan importante para mí que sin ti no me habría dado cuenta de lo que soy y de lo que me ocurre. 
Te explico.
Hasta que tú fuiste condenado yo vivía instalada en el odio y en la rabia hacia ti, y sentía un gran afán de venganza y de que te ocurriera lo peor. Me sentí, entonces, muy apoyada por mucha gente, a la que no había solicitado su solidaridad, y por la sociedad en general. Pero cuando tú entraste en la cárcel yo me fui cerciorando de que así no sólo no debía seguir sino que tenía que hacer algo para empezar a pensar en mí de otra manera, más amable. Esto me llevó, con la ayuda de una buena profesional, trabajadora social, a la que recurrí, a plantearme que yo podía comenzar a ser más compasiva contigo y a reflexionar sobre cómo podría yo darte la posibilidad de que me resarcieras, me compensaras por el daño que me habías hecho, pues la cárcel que estabas pagando no sé si te ayudaba a ti, no creo, pero a mí ni me compensaba, ni me favorecía, cuando, en realidad, yo soy la verdaderamente perjudicada por tus actuaciones.
Me di cuenta que todo el apoyo y la solidaridad recibida hasta entonces cesaba en el momento en que tu sentencia era hecha pública y desde dicho veredicto todo el mundo se olvidaba de mí y de mis problemas, era como si ya no existiese. Por eso, tengo eldeseo de darte un lugar importante en mi corazón, para poder seguir en la búsqueda de mi felicidad y, así, encontrar otros hombres que me ayuden a lograr la plenitud. Dichos planteamientos no me los había podido hacer hasta ahora por estar instalada en el odio y en la rabia hacia ti. Esta carta es, también, un intento de hacer algo por nuestros hijos. Ellos necesitan entender o salvar en el corazón a su padre para poder creer, apostar por la vida y ser felices. Ya es hora de que dejemos atrás los reproches y que lo pasado sea eso pasado para que podamos, al menos, pensar como padres en nuestros hijos. Pues ser padres es como un grano que nos sale y ya no nos lo podemos quitar de encima. Me es muy grato poderte decir que yo estoy en el camino del perdón, pues me he dado cuenta que sin él no puedo tener paz y además he reflexionado mucho sobre la vida y todo lo que me ha tocado vivir, como te decía antes.
Así, estoy segura que los hijos necesitan tener en su corazón situados en igualdad, al mismo nivel, tanto al padre como a la madre. Desde hace algún tiempo he descubierto que los hijos que tienen interiorizado un padre, no sé muy bien como describírtelo, débil, culpable, poco responsable, desfigurado, etc., son personas que no tienen la vida fácil y tampoco una relación buena con su madre.
Por eso, quiero que pienses, o te fijes a partir de ahora, en gente que cumpla dichas características y verás como llevo razón. Y cuando lo veas, de nada vale que te justifiques diciéndote que es normal por lo que les ha ocurrido, que pobrecitos, etc., ya que eso no son más que excusas que nos damos para no actuar. A nadie le gusta ser compadecido, dar lástima. Alguien que da pena es un pobrecito que no puede hacer nada por sí mismo, que no tiene recursos y por eso los demás le tienen lástima. Nuestros hijos no se merecen eso, yo creo que tienen gran cantidad de recursos para superar en la vida todos los obstáculos que se les presenten y además nosotros debemos ayudarles para que descubran dichos recursos y puedan ser felices.
Yo he elegido procurarles bienestar, en todo lo que de mí dependa, hablándoles bien de ti, quitándole hierro al asunto de tus maltratos.
 Cuando me preguntan les digo que eso no es cosa suya, que eso no les pertenece, que eso fue, es y será siempre un asunto nuestro. No es que les intente mentir pero sí que procuro en todo momento hablarles de lo positivo, del amor que nos profesábamos antes de casarnos y después hasta que empezó mi calvario, del cual omito decirles nada porque sé que eso les hace mucho daño. Ellos tienen un padre, que eres tú, y necesitan que les hablen bien de él. Yo creo que todo hijo lo necesita. Mira, es de sentido común, si mi padre es malo, yo soy hijo de mi padre y eso me ata, me condiciona pues soy hijo de un padre malo. Así, después de haberte odiado hasta la extenuación me he dado cuenta que no merece la pena continuar en la guerra. Quiero vivir en la paz, primero conmigo y luego contigo. Me gustaría que cuando veas a nuestros hijos, si quieres, refuerces tu relación con ellos, a partir de todo esto que te cuento. No olvides que los hijos pueden ser uno de los fundamentos más importantes para seguir adelante y con ilusión en la vida.
Quiero decirte, antes de terminar, que estoy segura de que aquellos hijos que son fieles a su madre frente a su padre también los pierde la madre, porque el odio a alguien tan importante en la vida lleva, incluso, a la propia negación. Podríamos, al menos, intercambiar nuestras opiniones sobre las responsabilidades mutuas que tenemos como padres. Hasta tus prontas noticias. 
Adiós.





A la primera señal de malos tratos llama



A la primera señal de malos tratos llama

26 jun 2009

MIS QUERIDOS HOMBRES, SÍ, A TÍ , HOMBRE QUE ME LEES, VA DIRIGIGA ESTA CARTA (ENTRADA PROGRAMADA)


maltrato_hombre.jpg picture by basileia_2008



Mis queridos hombres:
os escribo para reconoceros la sensibilidad que habéis demostrado a lo largo de la historia en terrenos creativos y profesionales y para contaros que me habéis enseñado muchas cosas a través de vuestras obras, artísticas y literarias, y de vuestros pensamientos mejores. Pero, junto a este agradecimiento y reconocimiento, os escribo para deciros que he tenido que pelear -y como todas las mujeres sigo peleando- contra vuestras ideas discriminatorias, contra vuestras prácticas machistas y prepotentes.

También quiero contaros, queridos hombres, que las mujeres ya no somos esos seres indefensos, dependientes, sometidas al dictado de vuestros planes o caprichos: ya no cumplimos con la imagen que para nosotras fabricasteis.

Hemos cambiado, y mucho. Y después de tanto cambio, de tanta pelea para ser autónomas, cada día comprobamos que en vosotros no se ha dado una transformación paralela. Además, las noticias nos recuerdan que ciertos hombres no han cambiado ni en los aspectos fundamentales, porque todavía hay algunos que nos consideran objetos de su propiedad, o que nos maltratan o nos asesinan.

Y quiero recordaros que ellos, los asesinos de mujeres, os guste o no, forman parte de vuestro sexo y de vuestro género; y sus víctimas son parte de mi grupo de pertenencia.
Y todas las mujeres, individualmente y como grupo, sentimos en nuestra piel el dolor de las víctimas de la violencia machista, porque nos dañan los golpes que reciben otras, tan semejantes a nosotras. Y cada asesinato, amenaza, mal trato que sale de las manos de esos hombres, nos espanta, y gritamos contra ello.

Sé que la inmensa mayoría de vosotros lo sentís también así pero, sin embargo, parecéis paralizados, desorientados, y no suelo oíros condenar abiertamente a esos agresores machistas que tanto ensucian vuestra imagen como colectivo masculino, y con quienes no queréis ser confundidos.

Y no me sirve que digáis -individualmente y por lo bajo-: «yo no soy salvaje como esos». Estoy convencida: no sois agresivos ni asesinos como ellos, pero apenas hacéis nada para que esto cambie; bien al contrario, muchos seguís apoyando viejos modelos de prepotencia y dominación, que fomentan el que estas y otras cosas sigan ocurriendo.

Y os pregunto: ¿Por qué, desde vuestro grupo, no surge un gran clamor contra la violencia de otros hombres, y solamente os manifestáis cuando otras mujeres os arrastran a paros o protestas colectivas? ¿A qué tenéis miedo para que, desde las instituciones, administraciones, sindicatos o empresas, mantengáis estructuras machistas y guardéis silencio? ¿Es que todavía creéis en el mito de que el hombre es quien debe mandar porque él es quien lleva el dinero a casa? O, ¿es que creéis que todavía las mujeres debemos ser mecenas de vuestras emociones y protectoras de la vida doméstica, para que vosotros os dediquéis sólo a tareas ajenas a la familia?

Parece que no queréis enteraros de una realidad que, desde hace muchos años, es general dentro de la estructura económica, social y consumista que vivimos: para sustentar un hogar, la familia debe contar con dos sueldos.
Y aunque esto es así, la mayoría de vosotros, los hombres, seguís actuando como si la fantasía de ser los 'cabezas de familia' estuviera aún en pie; y muchos hacéis como si la casa y sus habitantes no fueran motivo de vuestra preocupación.

Ante estas y otras circunstancias, las mujeres -queramos o no- guardamos malamente el equilibrio, manteniendo un pie apoyado en los cuidados de la casa, de la cocina, de ancianos y niños, y colocando el otro pie en el terreno laboral, donde tampoco se nos regala nada: bien al contrario, muy a menudo se nos desvaloriza y aparta de cualquier promoción o reconocimiento.
Y nos sentimos solas cada vez que comprobamos que a muchos de vosotros os parecen más importantes las horas de la oficina o de la fábrica que vuestra familia; o cuando concedéis más tiempo ¡cómo no! a los partidos de fútbol que a la atención de los hijos, de la pareja, del hogar.
Y de algo estamos seguras: será imposible conciliar la vida familiar y laboral mientras sólo sea la mujer quien lo desee, o se vea obligada a hacerlo.

Y, por último, quiero deciros que será muy difícil lograr que no se repitan actos violentos contra las mujeres mientras vosotros, los hombres, mantengáis tantas viejas costumbres machistas y permanezcáis en silencio, dejándonos también solas frente a la violencia que ejercen vuestros semejantes.

MARÍA LUISA BALDA MEDARDE

PSICÓLOGA

A la primera señal de malos tratos llama




(Entrada programada)

28 mar 2009

CARTA DE UNA MUJER GOLPEADA



CARTA DE UNA MUJER GOLPEADA
A mi esposo

Esta carta te la escribo a tí, mi querido esposo, con las ultimas fuerzas que me quedan, después de tener una pequeña riña contigo...
Recuerdo cuando nos conocimos lo caballero que eras, limpio, elegante, atento, educado... un hombre como pocos según mis ojos ciegos, y a pesar de tu mala actitud no me daba cuenta de nada, y me fui enamorando como loca de ti, dependía de tus caprichos, ya sabes, educada a la antigua con moral y con prejuicios.

Tú para conjugar todo, me regalaste ilusiones, miles de estrellas y buenos deseos , sin duda me convenciste que eras con quien deseaba pasar el resto de mi vida.Una tarde toda ilusionada enamorada y vestida de blanco , recorrí el Sendero para llegar a ti, con la esperanza de que nuestro mundo seria siempre de color de rosa, y llego el tan ansiado ...

Hasta que la muerte nos separe

todos aplaudieron, tus ojos brillaron, ilusa si, sellaste el pacto con Besos de Sangre invisible...
Fiesta y solo 2 semanas de vida armoniosa, porque una mañana te enojaste pues tu camisa preferida no estaba planchada, ahí comenzó todo, me golpeaste y saliste apresurado, pensé: tengo la culpa por no tener su ropa limpia y te perdone; como si nada hubiera pasado... y a tí, por la noche, me entregue aún con el cuerpo adolorido.
Este mal trato fue más continuo con la llegada de los niños, pues te incomodaban sus gritos,sí, ni dudarlo corazón eras precavido me golpeabas diciéndome que “Era la forma de demostrarme tu cariño” y yo lo creía, necesitaba hacerlo, porque te amaba y no podía dejarte, la maldita excusa de siempre :

¿ Que dirán de mi ?

ó

los niños están pequeños y necesitan a su papá,
y siempre te justificaba por no aceptar que era mi cobardía a enfrentar la vida en soledad, el motivo real para que no te abandonaba, además el juramento y la alianza de que nos separe la muerte ¿ como romperlo ? Si esta vida la había elegido YO nadie me forzó. A veces tus golpes ya no me dolían, fuiste cruel y yo cobarde, hicimos de esto una rutina, me pegabas como para reafirmar jerarquía, tú eres el que manda, soy tu mujer y tengo que obedecer, nada ni nadie nos podía separar creo que en lugar de casarnos, para tí fue comprarme para tener sirvienta y prostituta gratis, no una mujer para amar y compartir.

Esta noche me golpeaste como nunca en el vientre, la cara todo el cuerpo y casi me desvanecí, te asustaste y saliste despavorido, yo tome fuerzas de nada y salí a denunciarte ( que tarde.... ) pues a media calle, esta mi cuerpo inconsciente y mientras me llevan al hospital voy pensando que es verdad, solo la muerte nos va a separar, una promesa que cumpliremos; una muerte que loca y ansiosa en tus manos fui a encontrar y todo por amarte y ser cobarde, no tolerar el ¿ que dirán? Si eso es, ahora llego el fin y veo a mis hijos que lloran les han anunciado mi fallecimiento, no los puedo consolar, y me pregunto ¿ Porqué no te dejé el primer día que me golpeaste?

Ellos hubieran sido felices y no tan temeroso de tí y de mí.... Ya se va y acaba el sufrimiento ahora lloras e imploras mi perdón, llevando a mi tumba flores como cuando éramos novios

¿ Para qué ?

Esas no las quería ni en vida, solo anhelaba tus caricias y tu aceptación, y solo obtuve tus golpes y mi propia humillación. Te dejo amor mío, por fin la muerte nos separó ( cumplí la promesa) eres libre, solo te pido que ya no golpees a nadie; mi cuerpo y mi alma por fin ya no sienten dolor.

Atentamente
Tú mujer a la que golpeabas y que por cobarde nunca se defendió.
© autor: Una mujer fallecida

A la primera señal de malos tratos llama

26 feb 2009

CARTA PARA TÍ AMIGA, MUJER MALTRATADA


Querida amiga:

Sé que estás sufriendo a causa del trato que te da tu marido. Tal vez ni te das cuenta de que eres una mujer maltratada, y yo quiero ayudarte. ¿Me dejas?.

Mis palabras pensarás en principio que te hacen daño y seguramente dejarás de leer en algún momento; pero volverás a hacerlo, porque en el fondo sabes que tengo razón.

Crees que te quiere a pesar de sus insultos, de sus amenazas, de sus golpes y de sus desprecios, porque después llora, dice que se arrepiente, que no sabe qué le pasa y te pide perdón, prometiéndote que nunca más lo volverá a hacer.
Cuando le oyes decir que te quiere, tu sensibilidad sale y lloráis juntos abrazados, incluso piensas que tú tuviste parte de culpa, porque en cierta forma lo provocaste al llevarle la contraria o al reprocharle que llegó tarde o que bebió demasiado. Llegas a compadecerlo pensando que fuiste injusta, porque es un buen hombre, pero no está bien, algo le pasa en su cabeza.

Pasan unos días tranquilos y vuelve a suceder y vuelves a pensar que todo iba bien y que lo estropeaste, porque si hubieses estado como aquellos días, en que no te quejabas ni protestabas, todo hubiese seguido igual.

No te das cuenta de que no tienes culpa alguna. No hay nada que justifique una paliza, ni hay nada que justifique la humillación, ni hay nada que justifique un trato así. Aun en el caso de que tú hubieses hecho algo mal, no sería justificable. ¿O acaso tú haces lo mismo con él?.

Como mucho, sólo te defiendes; pero casi ni a eso llegas.

Tu cara refleja sufrimiento, triste, con ojeras, y ese nerviosismo que te acompaña es producto del miedo, miedo a que en cualquier momento explote de nuevo; estás en alerta constante.

No te dejes maltratar más, por favor. Ni tú ni nadie lo merece, y quien pega una vez pega dos y tres y cuatro..., y quien insulta, amenaza, controla tu vida, te veja,...no cambia, lo repetirá. No puedes permitirlo, amiga.
Tu vida es muy valiosa y puedes encontrar la paz y la alegría que te faltan.

Si no eres capaz de dar el paso de dejarlo para siempre -porque para siempre tiene que ser, pues de otra forma volverás a lo mismo-, busca ayuda en profesionales o, al menos, consúltales.

No necesitas dinero: te atenderán gratuitamente en el Ayuntamiento o en el Centro de Información a la Mujer de tu domicilio o llama al teléfono 016 o a otro teléfono de ayuda de tu Comunidad Autónoma. Si estás fuera de España, probablemente tendrás algo similar: la propia policía puede informarte.

Piensa también en tus hijos, que están viviendo esa pesadilla de ver a su padre atacando a su madre. Ellos sufren también, y es muy posible que en un futuro tu hija sea una mujer maltratada y tu hijo un maltratador, porque esas conductas se aprenden.

Piensa en ti. No aguantes más. Tu vida puede ser muy diferente o seguir así. Tú decides.

No tengas vergüenza, porque nadie se va a asustar; no eres la única a quien le sucede. Lo vergonzoso es el comportamiento de él.

Te va a costar, amiga mía, pero te aseguro que ese esfuerzo merece la pena: imagínate un futuro sin miedo, sin gritos, con tranquilidad. Te lo mereces.

Tu siempre amiga
Basileia
http://anacosdecarmen.obolog.com/carta-mujer-maltratada-45833

19 ene 2009

¿DE VERDAD ME QUIERES?


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CARTA A UN MALTRATADOR
Si me dices que me quieres,
¿por qué me aíslas, por qué me controlas?,
¿por qué te enfadas si quiero ver a mi familia o amigas?,
¿por qué te tengo que dar cuentas del dinero
aunque también sea mío?;


Si me dices que me quieres
¿por qué me amenazas, me pegas, me violas, me matas?


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Eso no es amor.
Si hay amor no puede haber violencia.


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Todo lo que me haces, no es por mi bien; es por el tuyo.
Porque te crees superior.
Me tratas como a una niña y debería ser tu igual.
Te crees que estoy a tu disposición y a tu capricho,
así nos lo enseñan:
“el amor es dedicación a tu pareja,
el amor es renuncia, es entrega.
Yo soy tuya y puedes hacer conmigo lo que quieras”.
Es falso.
Yo no soy tuya, soy solo mía
y la única entrega que debo hacer es entregarme a mi misma
para sobrevivir a esta penosa situación,
en la que no puedo controlar mi propia vida.


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¿Cómo te sentirías tú si tuvieras día y noche a una persona
controlando todos tus actos y dictándote órdenes
para cubrir sus propios y únicos deseos?
¿Si te dijera desde qué ropa ponerte
hasta cuándo debes lavarte el pelo?
¿Cuándo debes hablar o lo inútil que eres
porque no trabajas fuera de casa?
¿Si te amenazara o pegara para conseguir sus objetivos?
¿Cómo te sentirías tú si estuvieras prisionero de la persona
que dice amarte y que lo hace por el bien de los dos?


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No sigas repitiéndome que me quieres,

que no lo volverás a hacer.

No me des más esperanzas.

No me digas que la situación va a cambiar.

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Creo que eres un hombre incapaz de hacer frente a las
frustraciones y limitaciones propias.
Que la única manera de resolver los problemas es
con violencia hacia mí, con arrogancia, culpabilizándome
de todo lo malo que te pasa,
con superioridad para aplacar el miedo
de saber que sin mi, no puedes crecerte.


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Estoy harta de vivir con miedo, con el corazón en un puño,
esperando cómo vas a volver hoy del trabajo.
De querer hacerme invisible para que no notes mi presencia
y pasemos un rato sin bronca.
De querer agradarte para que estés contento.
De esperar a ver cuándo y por qué banal razón
te cambia el gesto de la cara
y se avecina una tormenta imposible de evitar
y sin saber cómo acabaré.
Estoy harta de sentirme sola, en silencio,
de intentar evitar que se enteren en el vecindario,
que nos oigan los niños.
Estoy asqueada de tus caprichos.
Estoy defraudada porque si esto es el amor y compartir una vida,
prefiero estar sola.


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Tengo pena sintiéndome tan poca cosa,
tan poco valorada y vapuleada a todas horas,
de recibir solo desprecios y malos tratos
en vez de amor, comprensión y escucha.


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Quiero que me dejes vivir en paz.
Mejor aún, quiero vivir en paz.
Sé que no lo vas a hacer tú.
Por eso tendré que dar yo el primer paso.
Alguien me ayudará a salir de esta cárcel
y empezar una nueva vida,
en la que pueda decidir por mi misma
lo que realmente quiero hacer.
No va a ser fácil.
Pero quiero ser yo, tener ganas de vivir y volver a sonreír.



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A la primera señal de maltrato llama

A la primera señal de malos tratos llama

Un bonsái no es un árbol que no crezca, es un árbol al que se le impide crecer, al que se le van podando ramas, cortando raíces, manipulando su crecimiento natural, a capricho absoluto de su cultivador. Pero al mismo tiempo, se va regando y cuidando con esmero para mantenerlo, porque el verdadero placer es que crezca bajo el control de sus manos y de su imaginación. Y así obtiene “su obra”. Es decir, la misma persona que va “destrozando” la planta es la misma persona que le permite que siga viva. Profesor psiquiatra forense Lorente Acosta (El efecto Bonsai)

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LA ARMONÍA DEL SILENCIO, mi nuevo blog.

LA ARMONÍA DEL SILENCIO, mi nuevo blog.
A veces, me refugio aquí.
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