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lunes, 7 de julio de 2014

RELECTURAS DE VERANO, MADAME BOVARY Y LOS COLORES



Durante estos últimos meses ha habido muchos movimientos de libros en casa, algunos se han marchado, buscando una vida nueva, otros se han ido recolocando en otras ubicaciones.

Pero con todo este trajín han llegado a mis manos, y a mis ojos, viejos volúmenes leídos hace mucho tiempo, algunos muchas décadas, así que he pensado que ha llegado el momento de las relecturas.

He empezado con varios autores, de los que no he podido pasar de las primeras páginas, y eso, que en su momento fueron estimables y estimados. No voy a dar ni los títulos ni sus nombres. Me voy a permitir esta pequeña coquetería.

Uno me ha dejado clavado en el sillón: Madame Bovary. No voy a descubrir aquí ni el libro ni el autor. Puede que sea uno de los libros sobre el que más se ha teorizado y especulado.

Pero hay una cosa en  el texto que ha conseguido sorprenderme de nuevo, puede que porqué tiene que ver con mi trabajo, las peculiares descripciones de los colores.

Unos ejemplos:

Refiriéndose a unos ojos "...negros en la sombra y de un azul oscuro a plena luz, tenían como capas de colores sucesivos, unas capas que, más espesas en el fondo, iban siéndolo menos hacia la superficie..."

"Le gustaba el mar sólo por las tempestades, y el verde sólo salpicado entre ruinas..."

"París más grande que el océano, espejeaba así a los ojos de Emma en una atmósfera bermeja"

"En la raya del horizonte se ven, al llegar, los robles del bosque de Argueil  rayados de arriba abajo por unas largas regueras rojas, desiguales; son las huellas de la lluvia, y en esos tonos de ladrillo, destacándose en filetes delgados sobre el color gris de la montaña"

"La tierra estaba toda gris, como en una noche de verano"

"...y a la luz verdusca del crepúsculo, centelleaban, como pequeñas estrellas, las lentejuelas de oro del vestido"

"Por entre los álamos sin hojas pasaba el vapor del atardecer esfumando sus contornos con un tinte violeta, más pálido y más transparente que una gasa sutil colgada de sus ramas"

"...con el buen tiempo que hacía, los gorros almidonados, las cruces de oro y las manteletas de colores parecían más blancos que la nieve"

"La noche se espesaba en las paredes, donde brillaban todavía medio perdidos en la sombra, los gruesos colores de cuatro estampas..."

"Los árboles de los bulevares sin hojas, formaban unas marañas de color violeta en medio de las casas"

"Habitaba un hombre en el país azul donde se balanceaban las escalas de seda"

"La luz azulada de las velas se reflejaba en las chozas cubiertas de iris"

Es únicamente una selección. Durante la lectura del libro pensé que era una fijación mía, obsesionado por la cuestión del color. Pero al finalizar el texto hay una serie de cartas escritas por Flaubert. En una, fechada el 15-16 de mayo de 1852, y dirigida a Louise Colet, el autor dice:

"¿sabes en qué pasé anteayer toda la tarde? En mirar el campo con cristales de color; necesitaba hacer esto para una página de mi Bovary, que creo no será de las peores..."

Así, pues, no eran imaginaciones mías.

He utilizado la versión de Consuelo Berges, publicada por Alianza Editorial en 1974.
El cuadro del principio es de Théodore Rousseau, contemporáneo de Flaubert.





martes, 26 de junio de 2012

LECTURAS VERANIEGAS-6


Más sugerencias...

EL ARTESANO
Richard Sennett

Al terminar la entrada "Lecturas veraniegas-4", anticipaba que iba a introducir un nuevo concepto en este puzle que voy construyendo, lentamente, en torno a la creación. Aquí está : la artesanía.
Quien primero me hizo reflexionar sobre esta cuestión fue el pintor contemporáneo que más admiro, Balthus.
Muchas veces se refiere a este hecho, pero en el libro de conversaciones recopiladas por Cristina Carrillo de Albornoz hay una frase definitiva:
"Aborrezco la palabra artista y encuentro la palabra creación... pretenciosa... Como Picasso dijo en su momento no soy un artista pintor; en lo que a mí respecta, yo diría incluso que soy un artesano".

Pero vayamos al libro de Sennett. Lo más interesante de todo podría ser que casi ignora, o le parece irrelevante, la diferencia que pueda haber entre artesanía y arte. De hecho lo que ahora caracteriza al término  arte, proviene del siglo XIX o como muy pronto del XVIII. Antes arte y artesanía eran casi sinónimos.
No es el momento ni el lugar para apreciaciones etimológicas. Pero es a partir de la aparición del artista romántico cuando surge el concepto de expresión, de personalidad, etcétera.
Todo ello puede ser interesante desde algunos puntos de vista, y, que duda cabe, ha dado resultados plausibles.

Pero prefiero como Balthus la palabra artesanía.
¿Por qué? Principalmente porqué la artesanía se basa en unos principios que me son muy queridos:
el aprendizaje, la habilidad, esto es la búsqueda de la obra bien hecha, la paciencia, la serenidad, la lentitud con que se desarrolla una obra; pero sobre todo la aceptación de los maestros, de la maestría, aun cuando no lo sean en persona, lo son en sus obras. Y, todavía, el espacio del taller donde se va consumando una obra que da sentido a una vida...
Cada uno de estos apartados merecería en sí mismo un estudio singular. El libro de Sennett da muchas pistas. Curiosamente uno de los ejemplos con los que ilustra la obra bien hecha pertenece a la arquitectura, contraponiendo la Villa Moller de Adolf Loos con la casa diseñada por Wittgenstein para su hermana. He sentido la ausencia de Manuel de Solà-Morales, para poder comentar esta cuestión.

Pero el autor no habla únicamente de esto. A través de sus páginas vamos recorriendo un camino en el que se describe sin ningún entusiasmo el estado actual de la sociedad, haciendo gala, en muchos casos, de una clarividencia total. Según se indica en los créditos, la edición original es de 2008, justo el momento de aflorar en toda su magnitud la estupidez en que está sustentado nuestro mundo. El escritor parece que lo intuyera. La sociedad, como el arte, ha olvidado las virtudes de la artesanía, del trabajo bien hecho. Pretende que no hay modelos a seguir, pero si los hay. Y aquí el tiempo pierde el sentido. Por ejemplo, comparto con Balthus la línea de maestría que el mismo describe: Piero della Francesca, Poussin, Cézanne, por hacerlo breve. Para mí él mismo forma parte de esa cadena.

"El artesano" es un texto que no tiene desperdicio, desde diversos ángulos. A mí me interesa en particular en lo que se refiere a mi tarea. A las personas ajenas al mundo de la creación, les tiene que importar por su visión general del trabajo y de su inserción en la sociedad.

Coda
¿Cómo llegamos a conocer un libro entre la ingente oferta que hay? A veces un libro te conduce a otros. A veces visitando una librería un tomo te llama a gritos: ¡léeme!. A veces una persona amiga te recomienda un título. Debo la lectura de "El artesano" a Margarita Rivière, que me dijo "es un gran libro". Lo es, desde aquí, gracias.

La cita de Balthus que aparece al principio es de "Balthus, conversaciones recopiladas" de Cristina Carrillo de Albornoz, H Kliczkowski, Madrid.