lunes, marzo 01, 2010

Sinapsis

Llego al local y en la puerta no hay nadie, es decir, no está el tipo con el que supuestamente he quedado una hora antes. Así que nervioso y un poco alterado por el malentendido, entro directamente, bajando algunos peldaños bastante gastados. Nadie me dice nada, el portero ya me conoce, no hay problema. El concierto ya ha empezado. El batería ataca una parte especialmente brillante mientras sus dos compañeros parecen estudiar el próximo movimiento o secuencia. Alguien detrás del cableado terrible manda un sms a alguien, veo cómo manipula el teclado de su móvil. Estoy muy cerca del escenario, hay humo por doquier y algunos parroquianos lanzan pequeños gritos de alegría cuando después de este solo enloquecido, los demás músicos vuelven por sus fueros. Veo a Yolanda ahí muy cerca, viene hasta mí tras reconocerme y me da dos besos, está tan guapa y terrible como de costumbre, quiero decir que su culo no pasa desapercibido y sus tetas tampoco, aunque la gente en lo que se fija es en su pelo rubio, la cabellera que mueve como nadie. Sus ojos grandes como aquellas canicas gordas que nadie quería y que eran el premio para los destrozacanicas del barrio. Ojos azules. Yolanda es rubia y ha nacido el mismo día y el mismo mes y el mismo año que yo, pero ella en Barcelona y yo en Málaga. Un día cuando descubrí esta extraña coincidencia me encontraba en una cafetería, en la terraza, era su cumpleaños (tal vez 21, tal vez 22) y llevé como regalo un pastel de chocolate, es decir, no todo el pastel sino sólo un trozo, lo llevé desde mi casa porque yo no iba a comer tanto y ella…, ella era la mujer que yo quería para mí, aunque en esos momentos había una tía que decía que me quería para ella y que yo era un chaval estupendo y bla bla bla. Ahora está aquí, es decir, está sin el tipo finlandés con el que se casó y tuvo dos hijos, según me dijo su hermana la calientapollas mayor del barrio. Nunca supe su nombre, por cierto. A mi amigo Wenceslao lo tenía malísimo, esta niña terrible, no sé si rubia también, pero igual de seductora. Más pequeña, igualmente afectada por esa enfermedad del amor sexual imposible de resolver de una tacada. Estamos en el pub de siempre, en la barra llena de gente y de humo, hay gente que juega al billar, hay dos mesas, ella es bastante buena, dicen, yo estoy ahí y alguien saca una foto y yo no sé nada de esto porque somos muy jóvenes y la noche también es joven y de DJ no sé quién está, tal vez Juan Carlos que ha venido con su maletín plateado y lleno de etiquetas de lugares lejanos, o de clubs lejanos, y nos hace descubrir música nueva que nadie ha oído aún, y ella me está diciendo al oído (susurrar pueden las lechuzas susurrar) algo que no entiendo muy bien, pero al día siguiente no sé por qué razón peregrina estoy en su casa y en su cama sentado al borde y ella me cuenta con sus labios gruesos que se va a la vendimia a lo mejor, con un amigo, eso no me gusta, y luego veo cerca de la entrada a un tipo pequeño y con mostacho, que resulta ser su padre, seguro que el mismo que se fue a Barcelona y luego volvió y trajo debajo del brazo a esta niña terrible y a su hermana calientapollas, el batería de nuevo se agita y la gente aplaude, estoy con un cubata en la mano y ella pasa una mano por mi pelo un poco sudoroso, tan largo ya no, el de ella sí que es largo y sedoso, sonríe, se acerca, huelo su perfume que es exactamente Addict 2 de Christian Dior, me marea un poco su cercanía y el standard alrededor del minuto 6 alcanza su clímax, luego cuando parece que se acabara realiza un giro inesperado y el piano se mueve, caracolea y consigue llegar a un punto especial y luego todo concluye, por fin, hacia el minuto nueve y medio, pero en directo esto se produce con una pequeña estela que deja en el cielo una nube de satisfacción. ¿Qué?, pregunto, ella me vuelve a decir eso, que yo interpreto a mi manera, luego la veo irse moviendo las caderas, lleva una falda negra tan ceñida y una medias negras y zapatos negros con mucho tacón, tal vez demasiado para esta noche resbaladiza…, se me queda el halo del perfume y algo que no recuerdo también se quedó. En el Zigamar, cuando acaba ese tema de The Psychedelic Furs, comienza otro muy funk, eso le gusta a JC, este funk que se enrosca alrededor de la medianoche y despierta todos los instintos y las bolas hacen su ruido al desaparecer por los rincones y los agujeros tienen luego un recorrido secreto y ella viene, nos sentamos en el rincón sobre el sillón blanco mullido y algo gastado por las presencias, hay más gente y no me importa, tenemos veintipocos años y la vida es un jaguar, nos acariciamos lentamente mientras paladeamos una bebida azul casi transparente y vemos los arlequines reflejarse en el techo y entonces me dice algo sucio, sobre la tipa que está enamorada de mí, sí, es algo que da asco pero nos reímos, ella la conoce un poco y dice que soy el hazmerreír del pueblo al lado de ella, es doce años mayor, Juan, no sé cómo puedes estar con ella, es una vieja, y si te digo la verdad, no te pega, déjala, ven a verme a la Fábrica, acabo a las seis seis y media, y si quieres nos vemos en el autobús, voy hasta Arenas para estudiar…, y luego si quieres puedes venir a mi casa y… no te preocupes de mi padre, es un tío chapado a la antigua, teme que nos quedemos preñadas, pero ya sabes, yo tomo la píldora y… sí, sé quién es tu amigo, está un poco colgao, la verdad, es el primo de Carlitos Montesinos, sí, el mismo, ese capullo… Ahora siento algo caliente y delicioso que avanza y algo tembloroso y la música palpita en el centro del sistema y las bolas chocan y entrechocan y caen y Human League y luego Ziggy Marley y tal vez Madonna y luego… A Split Second, ella me tiene atrapado y sus dedos largos y suaves acarician mi pelo, mi frente, siento algo que se parece a unos labios interactuar con otra piel que se parece a la mía y algo que tampoco sé su nombre se desliza y cae al suelo y luego, es un hilo de carne, y uñas que duelen. Salgo a la calle y una racha de viento helado me da en la cara y el cambio de temperatura hace que estornude un montón de veces o tal vez es otra cosa, me persigue un recuerdo fugitivo, veo a Peter ahí en una mesa jugando al ajedrez, siempre es lo mismo, su dichoso ajedrez, su vicio, Peter me han dicho que duerme en un coche, que la mujer lo echó de casa, pero él no tiene mal aspecto, va siempre con la misma ropa pero bien aseado y parece de día un vendedor de seguros o un traficante de influencias. Para ser inglés es pequeño de estatura, pero él es muy listo, eso parece. Nunca he conseguido saber dónde estaba el dichoso coche en donde duerme. Algunas veces lo he visto por el Palenque. Como no habla más que inglés, no me comunico con él, detesto a estos ingleses que no se toman la molestia de aprender nada. Veo ahí en la acera del Obelix a…, sí, es ella, Ana. Voy hacia ella, no lo puedo evitar, aunque sé que tiene novio o tal vez se casó, con un marroquí, dicen que la maltrata y le hace escenas en la calle, conozco al tipo, es un hombre atractivo pero un poco violento. Ella sale al encuentro de la noche, no puede estar en casa, él quiere disfrutarla en la intimidad pero ella echa de menos a sus antiguos compañeros y se sale, y luego él viene a por ella, la busca de bar en bar, hasta dar con ella, y una vez la atrapa, hay una discusión que es presenciada por toda la basca. Me da un poco de pena cuando veo esas escenas, a ella la humillan y él queda como lo que es, cada vez más en evidencia, y hay partidarios de cada uno, sin embargo, los fieles de él siguen a su lado y ven sus celos justificados mientras que los viejos amantes de ella le tienen ganas a ese tipo, ese moro de mierda. Nunca estuve con ella, ella no me hizo nunca mucho caso, pero noto cada vez que se roza conmigo su necesidad inmensa de cariño. Es tan pequeña, rubia y deliciosa que me gustaría abrazarla un buen rato y desaparecer los dos tras esa nube pasajera de la tarde. Oímos campanas azules tras la montaña. No hay más mesa que nuestras rodillas. La gente come perritos calientes y bocadillos de jamón y queso y abren latas y eructan y algunos pierden la cartera. Me tengo que ir, este viento ya me machaca los huesos. Camino a casa encuentro al holandés errante, el de la Esquina Paulina, que va haciendo eses, o bien se vuelve y mira a un perro imaginario, y se ríe solo, y es feliz. Un tipo tan alto que podría, sí, estar ahí en el suelo y nadie lo recogería. Sus ojos salidos, me hacen pensar de nuevo en Yolanda. Nos miramos en el día de nuestro cumpleaños, ella lleva las uñas pintadas en rojo turbio y le pido la mano para comprobar el tono, veo sus labios (más bien, el interior de sus labios, que me produce un cosquilleo extraño) y las comisuras manchadas de chocolate, no quiero ni pensar en la sopa de cacao y mandarina que nos podríamos comer un día, y una copa de vino dulce y luego besos ardientes detrás de un magnolio y luego un resquicio para respirar y luego Bla, pero en otro idioma, un lugar para saltar de felicidad hasta las nubes más lejanas. Toda esta gente que me quiere cogerá el tren. Los músicos atacan una balada de una pureza extraña, pareciera que ha salido al mundo y es toda llena de algodones dulces y hay un tiovivo donde niños muy rubios y de ojos azules gritan un solo nombre, Yolanda, y luego hay una boca que dice otro nombre en rojo sangre, Ana, y el asesino desaparece por una esquina, dejando a la novia que ya no era su novia tendida en un charco de sangre ahí en un banco de mármol en un sitio tan turístico, junto a una cafetería irlandesa, un pub, un algo para encontrar la felicidad que se evapora como el perfume de esta tarde, se llama Cecilia y quería volver a su país para siempre, pero él dijo que volvería en un ataúd, y cumplió su amenaza, ahora estoy con Karim, en una cafetería del pasaje Cantarero, él es mi mejor amigo ahora en este tiempo turbio, hemos quedado aquí en este bar para que yo le cuente algo, y se trata de que una chica me pidió dinero, una argentina, y yo quiero mandárselo, y ella dice que con ese dinero que le falta vendrá a verme y en los mismos servicios del aeropuerto follaremos como bestias, ahí mismo, y Karim se ríe de mi ingenuidad, no puede creerse que yo vaya a mandarle dinero a una tía que no conozco de nada, no se trata de generosidad sino de locura, lascivia imaginada, locura y perdición… Me dice que no lo haga, pero si estoy tan convencido de su verdad…, luego la argentina del cyber en donde también mandan dinero al extranjero (pero no es Western Union, es otra empresa, tal vez trucha), me aconseja que no lo haga, se nota a la legua que la tía me engaña, que es una puta que se dedica a timar al personal, pero yo lo hago, y no una vez sino tres, porque la locura es máxima y entonces hay que correr, hay que saltar, Ana corre para no ser atrapada (¿cómo se llama él?, se me ha olvidado), seguro que está ahora en el Tantra, metiéndose una raya, o tal vez en un banco en la plaza de los Cangrejos , ella se va de casa y busca la fiesta y las bolas siguen cayendo y hay besos en una playa pero nadie se atreve a beber, ella no es exactamente rubia pero sus pechos son los mejores, es de Madrid al igual que su amiga, pero su amiga tiene el pelo corto y me parece muy redicha y un poco fría y Elisa en cambio es muy lista y cariñosa y busca el amor de su vida a través del polvo fugitivo, polvo de estrellas, polvo de la noche enamorada y esta vez el contrabajo se hace notar y un saxo alto hace cosas extrañas, se dicen cosas que nadie entiende cuando bajamos a la playa siento escalofríos, Elisa está tan pintada que ni la reconozco y me gustaría que acercara sus pechos a mi boca en vez de este ron Cacique, no, algo peor, bebidas baratas de botellón pero en la arena gris y ahora no luna no nothing, veo su cara roja y verde y azul y luego veo a dos daneses en una casa de pueblo, las paredes ya pobladas por pinturas de un expresionismo torturado, me imagino que viene un hombre de un país frío y me recita la biblia de los amores tortuosos y luego se esconde bajo la alcantarilla y a través de sms me llega el amor despechado de Elisa desde San José en Almería, Cabo de Gata, pero este amor de verano no se puede acabar tan pronto, luego hay una cena en donde gente que conozco de vista habla en inglés y se sirve la pasta y sólo falta Mats Gustafsson, pero Nils…, ¿o se llama Per? esboza una sonrisa y escancia otro poco de vino, no sabe nada de un lugar que es sólo un lugar de vacaciones, tal vez se llame Lars pero no pasa nada, han sido años para llegar a esta costa y ahora ellas se han ido y me quedo mirando las camas destartaladas en donde se han amado brevemente, dos y dos y tal vez Elisa con el más pequeño y su amiga la pequeña con el terrible Lars, pero seguro que fueron Elisa y Lars uno sobre el otro y siempre cambiante y en espiral y bocas sobre bocas y especies de espacios todo en un vórtice espeluznante. Y ahora cesa.

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lunes, abril 20, 2009

Linux = Caca

Estoy harto de ver en muchas webs y foros hablar de este dichoso Linux, que si el software libre y demás. Y lo ponen como alternativa al más dichoso todavía Windows. Con Windows ocurre que la gente no quiere el Vista y hasta me pasan la documentación para que me instale el XP en mi ordenador que venía con Vista. ¿Para qué diablos quiero poner XP? No se dice muy claro, pero XP es para los viejos PC con poca potencia, XP está en los netbooks, por algo será... Hasta que salga la versión W7, me quedo con Vista. Pero Linux no, de eso nada. Qué hartazón de estos frikis, geeks o como se llamen, que creen que Linux es la salvación. Mirad, la única solución que yo veo a todos los problemas se llama Mac OS X, y lo nuevo será Snow Leopard, y espero tener un iMac de 24'' (el modelo más barato, claro) para la primavera que viene, aunque a lo mejor para entonces ya hay novedades y le han metido HDMI y más cosas, que no creo, porque los Macs son bellos pero por dentro están faltos de potencia (eso de Quad, ni hablar...). A pesar de todo, sigo enamorado de los Macs, ahora mismo veo a un usuario de este lugar en donde estoy con un Macbook. Qué hermoso es, aunque sea tan pequeño. Y a la mierda el pingüino y demás frivolidades.

P.D. Anthony Braxton toca el piano, lo aporrea, son temas de gente que él ama, era en Yoshi's, en 1994...

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lunes, marzo 30, 2009

... y contando

--¿Qué estás leyendo ahora?

--Tigre blanco, de Aravind Adiga. Y la verdad es que me está gustando, es una novela no muy original, pero con una voz muy particular, que hace que su lectura sea amena, y más todavía, inolvidable. El narrador, que escribe a un supuesto político chino que visitará en breve la India, no sólo cuenta su vida de pobre y esclavo, hasta que..., sino que también aprovecha para dar unos cuantos golpes bajos a una sociedad podrida. Y es que, como dice el autor, India es el peor país para ser pobre. Con este libro, uno aborrecerá todo lo que venga después y trate de seguir endilgándonos los tópicos de la India.

--¿Y no era que no ibas a leer más?

--Sí, eso me dije, pero uno se harta también de escuchar la radio y de leer reseñas de videojuegos.

--O sea, que ahora toca otra vez lectura seria...

--Bueno, también he comenzado Gomorra de Saviano, que es un libro apasionante, se lee como una novela, y es otra radiografía incisiva sobre una organización, y un mundo en realidad, que también está llena de podredumbre. Lástima que me perdí la película...

--¿Y sigues pensando en un Mac?

--Por supuesto, ya he comenzado a ahorrar, y calculo que dentro de un año o así lo tendré. Ya para entonces habrá salido Snow Leopard, y si quiero le pondré Windows, que también para entonces habrá sacado la versión 7 de su SO...

--A mí me parece una chorrada, teniendo ya uno, querer una pijotada de Steve Jobs...

--Vale, que te den. Y desde aquí invito a todos los que tengan un Mac, que me cuenten qué tal es la experiencia.

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lunes, enero 19, 2009

Te olvidaste de besar mi alma

... y no sé qué voy a hacer, en esta hora estúpida en que todos comen, y no hay nadie en la sala, es un laberinto, el CAC es un laberinto, empieza con Barceló y los culos de sus caballos, sigue con el Estudio de noche de Curro González y luego se interna en la noche perversa de Tracey Emin, nacida en 1963, hija de un turcochipriota, que pasó sus primeros años en el Hotel Internacional de Margate. Tracey puede que nos recuerde a Sophie Calle, pero donde ésta busca el simulacro, Emin es ella misma, dolorosamente. Autorretrato, esa bañera con palos y alambre de espino. Sueños de quedarse embarazada, lamentatio por los niños muertos, los que nunca vieron la luz. Relato de una semana infernal (qué se puede esperar de un texto que comienza: Me desperté follando...). Un aborto traumático, también confesado. Tracey fuma y fuma mientras su madre habla. Un pisapapeles que su padre le ha traído de Corea: ES UNA CORONA. ¿Sabes por qué me gusta tanto Tracey?, porque es una niña, en realidad no ha crecido, sigue siendo la niña que correteaba por los pasillos del hotel, la que llamaba Plum a su querida abuela. Su CV acaba justo con la muerte de su abuela, en 1995. Hay un montón de dinero en las sillas. Hay gente que sólo la recuerda por una foto en la que ella amasa todo el dinero que puede, billetes y billetes. Pero a mí me gusta verla como la joven desvalida que va con la pierna izquierda escayolada, todo lo demás es carne bronceada, al desnudo. Es posible que esas perchas con esas batas recuerde a cierta obra de Louise Bourgeois, en ésta son huesos, en ella es todo más liviano, más... femenino, digamos. Emin hace esas colchas inmensas, con materiales diversos, a modo de patchwork en donde escribe episodios de su vida. Su novela familiar se escribe con los materiales más diversos. Tracey piensa algo, una frase directa como No es la forma en la que me gustaría morir, y lo que construye para dar materia a eso abstracto es una inquietante y rústica montaña rusa, con madera e hierro. Emin es una artista única, y esta exposición en Málaga es la mejor que he visto en mi vida, por eso pasé allí casi dos horas, abstraído por completo, olvidándome de todo lo demás... Es la primera gran retrospectiva que se hace de ella en España. Su primera retrospectiva: polaroids enmarcadas en cuadritos de tela, con fotos de su obra previa, antes de que la rompiera toda, por ese aborto cruel. Tracey follando como una loca, después de que fuese violada a los catorce años. Otro aborto en 1992. White Cube, la galería que la impulsó definitivamente. Londres, la locura. Por qué no me convertí en bailarina: Tracey bailando, en vaqueros, cortos, moviéndose como una joven que quiere echar a volar. No sé qué hora es. Ella escribe en estilo directo, no tiene estilo, dejó la escuela a los trece años. Unos dientes que vuelan por el aire, unas rodillas rojas como un tomate. Su cama, toda sucia y con un lado de la alfombrilla todo lleno de objetos, el peluche que nos dice que ahí yace una niña, una niña que folla para huir, para llegar, el placer, el dolor, alambre de espino.

Ayer fue mi cumpleaños y nadie me regaló nada, nadie me llamó, estuve sombrío, un año más, una pena más, pienso en la muerte, en la nada, Kafka y Beckett y su puta madre, NO NUNCA JAMÁS. Soy feliz cuando cocino. Pero no. Escucho los podcast de En tránsito, homenaje de Elliott Carter: qué bien, poder vivir cien años y escribir la música más compleja. Joder.

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miércoles, diciembre 03, 2008

No es posible

--¿Qué estás leyendo ahora?

--Un coñazo: Decepción, quiero decir, Engaño, de Philip Roth, es que el original es Deception, lo tengo hace tiempo pero ahí está lleno de polvo en la estantería. Mira, antes he leído Puerca tierra de John Berger, que no puede ser más diferente. Son como la noche y el día. En donde uno dice "así eran los tiempos", el otro dice "mira cómo me la follo, pero sin meterla apenas". Ya sabes, Roth es un escritorzuelo que no sabe escribir de otra cosa que no sea sexo, sentimiento judío (ser judío en el mundo) y poco más. Lo de la chica (jovencita) checoslovaca es totalmente ridículo, un cliché tras otro. La inglesa que es su amante se revela como la típica inglesa putoncillo que la va encima de neurótica. Todo el libro es como teatro, es decir, todo es diálogo, pero no es gran cosa, no creo que esto se pudiera representar alguna vez. El sexo, los problemas de hombres y mujeres, ¡el dichoso adulterio!, todo eso es ridículo. Y encima quieren que le den el Nobel, hay que joderse. Berger habla de campesinos, y escribe, en su último relato, una historia de amor conmovedora. En Roth lo único que encontramos es más de lo mismo, provoca hastío.

--¿Y qué escuchas?

--Bueno, un poco de jazz..., ese nuevo silencio de cristal, no está mal, pero nada que ver con las cosas de ECM, que son las que de verdad me emocionan... Lo que estuvo realmente bien fue el A todo jazz último, dedicado a las melodías de Billy Strayhorn, ¡dos horas maravillosas!, se puede perdonar la siesta si hay una música tan deliciosa, y escuchar a ese Johnny Hodges, ¡cómo tocaba el tío!

--O sea, que jazz y venga jazz...

--Es la única música que realmente me apetece escuchar, en este tiempo, la única música seria y madura, lo demás son tonterías, excepto algunas cosas de la contemporánea. Por ejemplo, estaba acabando el domingo, y pongo la Clásica, y suena algo con flauta solista, ¡una delicia!, y me figuré de qué se trataba..., algo de la Saariaho, y sí, era L'aile du songe, su concierto para flauta. Música de ángeles, ángeles sobre Berlín, palomas sobre Málaga, gorriones en el cable ahí enfrente, se hace cada vez más tarde, me quedo dormido, no es mi culpa...

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lunes, diciembre 01, 2008

Contra el frío

Iba a escribir sobre jazz, lo mucho que me ha gustado un disco que se llama Dans les arbres, que es también el nombre del grupo, cuatro músicos fascinantes, sobre todo el pianista, Christian Wallumrod (la "o" de su apellido hay que escribirla a la noruega, con esa barra atravesada, pero no sé cómo hacerlo en este teclado). Iba a decir que es una música de lo más extraña, ruidos fantasmales casi, no es jazz ni es contemporánea (ésta suele ser mucho más aburrida), y las pistas llevan nombres extraños: la somnolencia, la indiferencia, la flema, el entumecimiento, el desapego, la frialdad, el adormecimiento, la moderación (todo esto en francés). Ideal para este tiempo, tan lejos del dichoso verano...

Pero mira por donde, cojo un periódico, El Mundo del pasado 21 de noviembre, viernes, y en la última página vienen dos fotos de Olga Rodionova, una con su maridito, vestida de glamour, y otra que forma parte del libro que ha publicado Taschen y que el marido le ha regalado, en la que aparece enharinada y enlazada a un maromo, casi desnuda. Y ya no sabía de qué escribir, si de cultura o de sexo o de merdellonas o de putas, porque siempre me salen al paso. La verdad es que todos los días descubre uno algo nuevo, el jazz, las mujeres hermosas, el buen vino, Músicas posibles, ¡ay, la vida, qué buena es!

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martes, septiembre 30, 2008

Coleccionar el mundo

A través de un artículo de Garriga Vela en el diario Sur de hace ya unos días o semanas (con esto de la prensa escrita pierdo la noción del tiempo, como con tantas cosas), descubro la figura de Burton Holmes y sus Travelogues, ese género entre lo literario y lo social "culto" que él mismo inventó y con el que tanto éxito tuvo. Y a los pocos días estoy en una biblioteca de Madrid y veo, sobresaliendo de un estante en la sección de Viajes, el enorme volumen de Taschen, cuidadosamente editado como es su costumbre, y lo cojo (sólo se puede consultar, obvio) y me siento un buen rato para hojearlo y detenerme en sus maravillosas fotografías (las más antiguas, en B/N coloreadas) y en los textos, que son extractos del original, los numerosos volúmenes de Travelogues del norteamericano. Y viajo, de esta manera, desde Canadá a China, pasando por Austria, Dinamarca y muchas otras regiones que por entonces todavía tenían ese halo de éxóticas y llenas de encanto. Como bien dijo el mismo viajero, él poseyó el mundo entero, de la forma más sutil, atesorando en su mente las miles de imágenes de todos esos viajes encantados, un tesoro que no conlleva codicia ni los infinitos problemas de los tesoros materiales de sus conciudadanos. Y me tengo que ir, bajo lentamente en el ascensor, van a cerrar dentro de poco, y el mundo y Burton Holmes se quedan ahí, en los infinitos espacios de la imaginación.

Estoy en un espacio diáfano en la tercera planta del edificio de Telefónica, viendo una exposición que se titula En tierras extrañas, de Axel Hütte, un fotógrafo que ya conocía, de haber visto sus fotografías en la Galería Helga de Alvear, si no me equivoco. Esta vez trata de re-crear el viaje hacia mundos extraños, llenos de una rara poesía, de los viejos descubridores, rumbo al Nuevo Mundo a través de las encantadas Islas Canarias (los paisajes de Lanzarote o La Gomera realmente parecen sacados de una novela de SF). En sus enormes cuadros Hütte trata de abstraer el paisaje creando un territorio vasto y lleno de eso que en otro tiempo se llamaba el sentimiento de lo sublime. La serie Aranjuez es abstracción de agua y vegetal; un incendio en Nuevo Mexico es realmente una escena infernal; la selva venezolana es territorio todavía sin hollar, una jungla donde el hombre no se aventura más que con espanto. Hütte es el último romántico.

Coleccionar fotografías es coleccionar el mundo, dice Susan Sontag en el umbral de otra exposición, en la Fundación Mapfre (General Perón, 40, Madrid). Fotografías de norteamericanos como Harry Callahan o Diane Arbus (los mejores retratos de una época, los años sesenta), testimonio de un tiempo ido pero que ahora regresa, delante de los ojos de los pocos espectadores que por allí deambulamos. Todo un espacio lleno de vida y color, Estados Unidos como una vivencia común de la mente universal, Nueva York como la capital del mundo, antes de las turbulencias... Un B/N que está lleno de colores, rostros que nos dicen algo, o que callan (como en Callahan).

A través de estas fotografías, estos días, yo también he coleccionado el mundo.

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viernes, agosto 01, 2008

Pensar un poco

Leo la entrevista con Boris Groys que Babelia publicó no hace mucho. Me quedo pensando especialmente en lo que dice al final: la verdadera libertad está en no trabajar. ¡Qué cierto! Y también en lo que dice antes, sobre que hay que insistir en la infelicidad, la enfermedad, la ruina. En un mundo dominado por la búsqueda de la felicidad, por la obsesión por el cuerpo y la salud y por el éxito, se hace más necesario ahora que nunca. También pensaba que a lo mejor conoce a Sloterdijk, ya que en 1994 se instaló en Karlsruhe como profesor..., y ahí es donde sigue, si no me equivoco, el bueno de Sloterdijk (tengo que hablar de su última obra después de agosto).

Y ahora que empieza agosto, tengo menos ganas de leer que nunca; bueno, en realidad, lo que no quiero leer es ficción. Ensayo, en cambio, es todo lo que necesito. Pensar un poco, aunque sea contra el bochorno que nos coloca en posición de sopor permanente.

Escucho a Kiko Veneno, Échate un cantecito, su viejo disco de 1992: la magia de los pequeños momentos cotidianos, en mitad de la vulgaridad aparece una chispa...

Me alegra encontrar el blog de Lina Céspedes, y le doy las gracias por elegirme como uno de sus blogs merecedores del premio. ¡Cómo me gustaría estar en Nueva York en estos momentos!

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jueves, julio 03, 2008

Solamente

Hasta donde puedo recordar, no he querido nada en el mundo más que la música, pensé, a través de Reger, mirando fuera del museo y dentro de mi infancia. Me siguen gustando esas miradas que penetran en mi infancia, hace tiempo pasada, y me entrego a ellas completamente y las aprovecho tanto como puedo, ojalá no cesaran nunca esas miradas dentro de mi infancia, pienso siempre.
(Maestros antiguos, Thomas Bernhard, Alianza Editorial, 1990, p. 32).

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miércoles, enero 30, 2008

La vida verdadera

Me digo: algún día llegará, esa vida auténtica, de momento voy tirando, voy viviendo lo que no quiero, esta vida falsa quo no me pertenece, es la vida de un otro que no soy yo, algún día llegará, la verdadera. Algún día vendrá, la elegida por mí, la vida que deseo, la vida y nada más. Pero el tiempo corre, el conejo y su gran reloj siempre con prisa, cuentan los segundos, cuentan los meses, caen las hojas, vuelven las flores, algún día yo también floreceré.

Vayamos a un sitio en donde nunca hemos estado, le digo, a esa mujer misteriosa, de espaldas a mí, y ella suspira, no veo nunca su rostro, nos vamos de la mano hacia los límites del bosque, allá más allá de las ciudades, ella suspira y corre conmigo, el fuego que nos llega hace tiempo que está frío, vayamos a un lugar en donde nunca hemos estado, adonde nunca hemos ido, Roma por ejemplo, o Tarquinia. Las ruinas son reconfortantes para el alma herida, escuchamos Circles de Luciano Berio, una voz que repite riverly is a flower, y así hasta stinging.

Yo no sé si esta vida merece la pena, así, mero esbozo, sin un trazo definitivo, nunca es la bella vida que uno deseaba a los quince años y estaba en flor, nunca es la vida que uno soñó tendido sobre la hierba que te llegaba a la cintura, a los ocho años, mis gatos y mis días, mi amor por lo improbable, la vida que no llega, que se agota en el sueño.

Vamos a ese páramo, nos tendemos en la escarcha, sentimos el frío y la ceniza del fuego de la noche anterior, comemos con los mendigos, tomamos cervezas y nos dormimos cansados de nosotros mismos, de las mismas bromas y los beodos cánticos, en la radio hablan de política, de vez en cuando nos mojamos en los charcos, los zapatos rotos, las manos negras, estamos en un limbo alcohólico del que es difícil escapar, estamos esperando a que llegue la magia que nos impulse al País del Jazz, con su swing interminable.

Tal vez me equivoque, pero en este deambular tonto por las calles, siempre las mismas, estoy atrapado como en un sueño del que no tengo recuerdo al despertar, hay un erotismo casi pornográfico, la vida es porno, en los sueños todo está descrito con precisión, camino por un centro lleno de bares y restaurantes fashion, y hay gente en las terrazas y en tanques de escombros hay gente tendida, teñida de azul o de gris, y una boca chupa profundamente y la polla se regocija y luego tengo que apartarme porque una lluvia de semen llena toda la calle y alrededores, hay una chica que tiene parte del pelo manchado, y sigue lloviendo de esa leche celestial que es el maná por venir.

Cuando despierto, con un vago dolor de cabeza, mis planes para el nuevo día, esperando a que llegue, la aventurera que habrá de salvarme de la monotonía, una playa en Normandía, o en Carboneras, La Mar Divina, la playa de los muertos, ahí donde perderme con una mano ya vieja, temblorosa, y un momento del Octeto de Schubert como una melodía triste que me recuerda de dónde vengo.

Vamos a los bosques musicales, tú sabes el camino, yo me dejo llevar como un perrito, hace frío en cualquier parte y la vida verdadera está a la vuelta de la esquina, hay muchos senderos para elegir, tú sabes cuándo, y por qué es así el árbol de la dicha, y adónde llevan las fugas. Está sonando la hojarasca del corazón, un trío para piano de Smetana, una fantasía muy melancólica de Hans Werner Henze, una pareja de enamorados nos sale al paso, nos prohíbe seguir, dicen que hemos equivocado el camino, tenemos que volver al sueño.

Algún día, a lo mejor en Sicilia, o en una isla sueca de nombre extraño, un día, vendrá la vida verdadera, soplando un viento arisco, ewig.

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martes, junio 19, 2007

Habremos vivido (II)

(La escena queda vacía. Se oye cerrar todas las puertas con llave; luego el estrépito de los coches al arrancar. Todo queda tranquilo. Rompe el silencio el ruido sordo, solitario y triste de los golpes de un hacha contra un árbol. Se oyen pasos y por la puerta de la derecha aparece FIRS. Viste, como de costumbre, chaqueta y chaleco blanco y lleva zapatillas. Su aspecto es el de un enfermo.)

FIRS (va a la puerta del centro y prueba el tirador)

Cerrada. Se han ido... (Se sienta en el diván.) Se han olvidado de mí... No importa... Me sentaré aquí un ratito... Supongo que Leoníd Andréyevich no se habrá puesto su abrigo de pieles y se ha ido con el gabán ligero... (Suspira, preocupado.) No me fijé... ¡Esta gente joven! (Murmura algo ininteligible.) Mi vida ha pasado como si nunca hubiera vivido. (Se acuesta.) Me acostaré un rato... Ya no te quedan fuerzas, no te queda nada, nada... ¡Ay, estás chiflado!... (Yace inmóvil.)

(Se oye un ruido lejano, como si viniera del cielo, un ruido como el de una cuerda que se rompe, y que se va apagando lenta y melancólicamente. A continuación, silencio, interrumpido sólo por el sonido de un hacha lejana que tala un árbol en el huerto.)

(El huerto de los cerezos, A. Chéjov, Alianza Editorial, 1991, pp. 223-224).

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lunes, junio 18, 2007

Habremos vivido

La vida ha pasado y no la hemos vivido.
Siento nostalgia del futuro.

La dulzura infinita de Eurídice.

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miércoles, junio 13, 2007

Entre mareas

mi generación está zombi
no escribo nada en la noche me dejo arrastrar por las mareas
y detrás del cuadro aparece su figura verdadera
la mujer ideal de Guerín
La Parada del Compte y el Río Matarraña
las vías verdes que nos seducen a cada paso
ian curtis deja el mundo este mundo, parasiempre
y se escucha, se escucha una música de clarinete que no es de Mozart ni de Weber, sino a lo mejor de Widmann, o a lo mejor es una música de 1971, cuando yo era muy pequeño y Europa estaba llena de terroristas luchando contra el puerco capitalismo
antes que todos los revolucionarios dejaran las armas por el iPod
ahora estoy tranquilo el mar se ha serenado
ahora es tiempo de empezar otra vez
olvidar las imágenes más tensas
concentrarse en ese punto de la pared
y seguir en busca
retroceder
hay una canción que nos reenvía
la tierra seca y el riachuelo débil

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jueves, junio 07, 2007

Sin sentido (IV)

Llevo dos días en que apenas oigo por el lado derecho, el oído derecho está taponado, y me digo que tal vez sea mejor así, quedarse sordo poco a poco, no sentir más el ruido del mundo.

Pero entonces, también me perderé las maravillas, la música clásica, los discos maravillosos, y los conciertos, y mis queridos pájaros, tan pequeños vulgares y maravillosos.

No, tendré que ir al médico.

Poco a poco van pasando los días, me voy haciendo a la idea, pero es difícil.

Siento una voz, una presencia, alguien me llama, y no puedo escuchar bien.

En la radio suena música de 1970: Sciarrino y un clave endiablado; Rihm y su aguerrido cuarteto de cuerda nº 2; y el concierto para violoncello de Lutoslawski, por Rostropovich, que ya no está entre nosotros pero sigue en las ondas...

Pasan los días, pasa la vida, sin darme cuenta me voy muriendo yo también, sin sentido...

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lunes, junio 04, 2007

Sin sentido (III)

Ahora voy a salir un rato para que el aire me acompañe, el suave viento que equilibra mi ser, ahora voy a dejarlo todo y voy a salir y quiero olvidarme de cuitas y dolores, voy a abrir bien las ventanas de la casa en sombras, aunque las sombras son pegajosas y no quieren desprenderse de mis paredes, voy a coger una lata de pintura y daré un poco de color a puertas y ventanas y las paredes que se quedaron manchadas de su aliento, su negra sombra.



Suena el concierto para piano nº 2 de Rachmaninov por Richter y la Orquesta de Varsovia, era a finales de los años 50, cuando el mundo era más amplio y se podía respirar a pleno pulmón, cuando los pájaros cantaban su dicha, cuando yo no era más que una idea entre millones de posibles, cuando el mundo era un arma cargada de futuro, cuando los vientos soplaban con fuerza.

Ahora voy a salir a la calle, no para ver a la gente sino para deshacerme en sombras, los árboles susurran su dolor intemporal de madrugada, sopla su dicha entre los álamos y viene la garza a posarse, junto a la charca, cuando es más aire que nunca, cuando a destiempo una bala cruza su cuerpo, y lo enrojece. Está el campo florecido y hay un olor a hierbas aromáticas, el mirto, lavanda y romero tomillo del campo están cantando su enamoramiento y su música de piedras, está el mundo en una ronda de felicidad constante, como la velocidad de la luz, no puede cambiar.

Voy a olvidarme de traiciones y demás, voy a ver esa película que habla de un mirlo cantor, voy a verla belle toujours, porque es más aire y más plena cuando se refresca junto a la charca y viene y va por los caminos y se para, se saca una piedra de la zapatilla, sigue su camino, abre un libro, come galletas de chocolate y nata, se titula Cuentos completos de Nabokov y el cuento en especial se llama Las hermanas Vane, y es así:

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viernes, junio 01, 2007

Sin sentido (II)

Ya pasó el mes más triste, ahora no sé cómo voy a seguir, es difícil porque los átomos son muy pequeños y todo es prácticamente invisible y sin embargo sé que hay cosas sólidas, que hacen daño, hay cosas que están ahí aunque no quieras, y hay que seguir, un día detrás de otro, aunque el tiempo sea relativo no marcha hacia atrás, y es un gran misterio, si se puede pasar a otras dimensiones tras la muerte o, como dice el médico de turno, al que se muere se le acaba todo y se va a descansar. Nadie sabe. Los niños son muy afortunados, en su patio del colegio, juegan y no piensan en nada, en su próximo videojuego, y nadie piensa en otra cosa que no sea su dinero, hay que amasar, como se hace el pan, para luego repartir, por toda la mesa su materia oscura, no la que llena el universo sino una materia más extraña, Clive Barker y Stephen King van a los bosques y el libro está en español y se encuentra en la tienda de segunda mano y las brujas que llevan la tienda me vigilan para que no me lleve nada. Los tiempos están cambiando; lo tiene todo bajo el sol; Ava Gardner en la feria de abril.

Y sin embargo, hay algo que sí lo tiene, el amor de unas manos, el hombre que espera sentado a que venga de otro planeta, los que buscan espíritus en mesas tambaleantes, los que auscultan las estrellas en busca de una vida, de una bacteria; el brazo quemado por una medusa; la sábana tendida secándose, al viento del mediodía; mi madre, a lo lejos, trayendo agua del pozo.

Mira, así era la felicidad...

Quisiera estar ahí, donde nacen los sueños, en esa mina de carbón, cerca del corazón de la tierra, que trae noticias del futuro.

La puerca tierra ha desaparecido; quedan algunos hombres viejos en una montaña muy alta, suenan las trompetas tibetanas; Carla Bley en el ascensor.

John Coltrane y su amor supremo.

Tengo un ansia de flores, esas hojas locas de amor.

Nada puede llenar este vacío que siento ni expulsar las migrañas pasajeras, como nubes negras de otro tiempo que han adoptado otras formas, otros pasajes hacia otras tierras.

Tengo un dolor concentrado de vísperas, de árboles muertos, ni siquiera heridos por el rayo, sólo aletargados, esperando un susurro, un viento de la tarde.

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jueves, mayo 31, 2007

Sin sentido

Pienso que una de las cosas por las que me aficiono al jazz, y en especial al free jazz, es por esto mismo, por el sinsentido de la vida y de todo; que no hay nada que justifique estos actos, que no hay más allá, que todo se agota en el instante, que el futuro es una ilusión.



Como este disco de Ornette Coleman en donde los músicos parecen ir cada uno por su cuenta, y en donde sin embargo el resultado es algo más que la suma de sus momentos. La música suena, suena a su manera, y el oyente capta las ondas y sabe que es algo bueno, no decididamente hermoso, y sin embargo, queda el vacío en el centro del cuadro, y la tierra sigue su rotación, sin cesar.

Y me asaltan los recuerdos y los sueños son más vívidos y vuelvo a estar de viaje y hago recuento de los que me han traicionado, y sé que esta melodía no durará, y suena una flauta de los años sesenta y la gente pide paz, y nada es cierto.

Porque nada puede ocurrir, es todo energía y energía mental y cruce de neuronas, y alguien hace que repitamos un mantra, un hombre pequeño con el pelo rizado y blanco, que la va de sabio, y entona

el alma está en el cerebro
el alma está en el cerebro

Yo, que nunca me acostumbré a los dogmas, me quedo callado, quizás me retire a un lado, oigo llover, suena el susurro de Sciarrino, eso que llaman más acá, y qué aburrida es la música nórdica, es el frío, es la falta de luz, es la falta de mediterráneo.

Me veo otra vez jugando a la pelota en la calle, escupiendo y mi madre no seas judío, y de nuevo alguien se acerca para robarme las canicas, y mi madre me compra sobres en donde vienen los cromos de Willy Fogg, y el álbum siempre se quedará con cuadros vacíos, la vida es una película, años después descubro qué clase de película, una peli porno con una alemana que es morena, tal vez sea turca en realidad, y tres maromos en un cuarto de baño, uno apoyado en una bañera y ella les chupa las pollas y ellos la manosean a placer y ella se abre a la influencia de Occidente, que actúa siempre sin escrúpulos, y en las casetas del Retiro buscan a la Reina de África pero alguien dice que tal vez no exista, una mujer negra con las tetas grandes y fláccidas y una mina que explota bajo sus pies y todo sale por los aires y un soldado que tiene ocho años se esconde detrás de unos arbustos polvorientos: África.

No sé cómo voy a salir de este atolladero, tal vez ya no pueda, no sé qué vas a hacer tú, yo me quedo aquí, miro al cielo caliente, en las fotos ella sale aceitosa, tal vez es el amarillo del calentamiento global, ella estudia ella quiere ser rica ella se pasea con el perrito, astucias, pornografías para ser más feliz.

Bryson y su apartado sobre cómo medir la Tierra: cotilleos protagonizados por mamarrachos, casi todos anglosajones. La ciencia deja mucho que desear.



¿Sabes lo que te digo? Voy a leer Cathedral de Carver, y dejarme de tonterías, la política es el agua sucia del río, la pequeña política de 24 Horas de Fermín Bocos, es como estar aún en el siglo XIX, Navarra, el País Vasco, la desintegración de España, por favor...

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martes, mayo 29, 2007

Pausa

El domingo caigo enfermo, en la tarde tengo fiebre y he de ir directo a la cama, tengo temblores, el cuerpo se manifiesta, hay algo que no marcha bien, 38.4 º, hay algo que no va. Por la noche sudo mucho, tengo algo así como delirios, en donde hay dos posibilidades y continuamente paso de una a otra y es como ir hacia la roca, al hueco que deja la piedra; y apenas puedo conciliar el sueño porque el cuerpo tiene que deshacerse de la calentura, y eso lleva su trabajo. Y cuando me levanto el lunes por la mañana siento el cuerpo como apaleado, y la barriga hecha un lío, como el día anterior; el domingo se esfumó, un día perdido, un día menos en la vida... La vida en su intensidad son pocas horas, en realidad. En la noche traté de escuchar Música de nadie pero no me pude concentrar mucho, y lo que sonaba era más bien pesado, como si luchara por expulsarlo, esa sensación de pesadez todo el día, como un saco de piedras que tengo que arrastrar eternamente.

En la noche sueño con mi padre, mi padre que llama a mi madre porque está en la oscuridad.

Escucho, para animarme, la Séptima de Beethoven por la BPO dirigida por Karajan, una versión de los años 60, potente, de una energía avasalladora, como la que se merece esta obra de un impulso tremendo, en la danza está, tal vez, la verdad del día.

Enrico Rava toca la trompeta, de fondo.



Leo a Bryson, su breve historia de casi todo, en donde se muestra como un adelantado divulgador científico, y eso que es algo de los últimos cinco años. Y tengo esperando los sesenta y cinco cuentos de Nabokov...

Sí, la felicidad es posible.

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viernes, mayo 25, 2007

Arte o muerte

Dice Peter Stein que el arte es lo único que justifica la existencia. Hay otros motivos por los que vivir, te dirán que el amor es esencial (si es que algo hoy puede considerarse así), pero sólo el arte es capaz de enriquecer una vida que se precie. Dijo Xavier Güell en la presentación-despedida (presentación del concierto de Zender, el pasado 12 de mayo, en la sala de cámara del Auditorio Nacional, Madrid; despedida del ciclo Música de Hoy de esta temporada 2007) que la aventura estética de la música contemporánea es la Aventura del hombre contemporáneo, no hay otra que merezca la pena. Y qué pocos somos los que estamos en ello, si se juzga la asistencia de público a ese concierto especial que traía por primera vez a España a Zender como director-autor (¡y tiene 71 años!); y qué decir de los cuatro gatos que habíamos el día 11 en el recital de Yukiko Sugawara, la pianista mágica capaz de sacar al viejo teclado las sonoridades más sorprendentes.


Andy Warhol, Self-Portrait, 1964.

Visito la sala de exposiciones de Cajamadrid para ver algunos retratos del último siglo, el único siglo que me concierne, el siglo XX y los pocos años de éste. En el sótano están las sombras de Warhol, el artista más influyente del arte posmoderno en el aspecto visual; en la planta de más arriba, un autorretrato de Lucian Freud con dos niños al fondo; hay una Venus de la época capitalista de Otto Dix, que es la pintura más satírica del conjunto. En la época de la reproducción automática de las imágenes, los viejos artistas y los más nuevos han tenido que ingeniárselas para seguir obteniendo el aura perdida. Y ahí están las pinturas de Francis Bacon, tan turbadoras como el primer día.

En la Galería Fúcares de Madrid hay algunas fotografías de Candida Höffer, en donde la artista alemana fotografía edificios culturales en ausencia de gente, en el silencio de sus propias obras calladas, libros, biblioteca de Weimar, iglesias portuguesas de un barroco exaltado, también en Brasil hay maravillas que retratar. Me paseo por las salas, cruje la madera bajo mis pies, estoy solo rodeado del silencio y el leve zumbido de los ordenadores portátiles, en un espacio que se expande conforme lo recorro, que se encoge al pensarlo de nuevo, y me gustaría estar allí, en esas salas inmensas llenas de fantasmas, del pasado que chisporrotea.

En otra sala mayor, la de la Fundación Telefónica, están los cyborgs de Nam June Paik, esas máquinas electrónicas que funden lo muy viejo y lo más moderno del siglo XX, las radios y televisores vintages haciendo un guiño a los aficionados, las estatuillas y los budas en su zen particular, la película ZEN el fondo blanco la tela callada en su zumbido electrónico, el caballero la armadura metálica toda llena de su detritus de civilización John Cage las setecientas torturas de la humanidad la luz cenital el exorcismo para Joseph Beuys, que se muestra en la pantalla, su fantasma.

Del otro lado hay un abismo, temblamos porque intuimos lo que nos aguarda, ese vacío esa eternidad cansina como nuestro presente en el Consumo, nos espera una frialdad una oscuridad de siglos, es la muerte la tenebrosa, es lo que siempre nos negamos a aceptar, por eso el arte por eso la construcción de la Obra, por eso estamos aquí.

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jueves, mayo 24, 2007

Deep in the woods


Bill Bryson es uno de los autores más divertidos que uno puede leer en estos momentos, aparte que uno aprende muchas cosas en sus libros, como sabrán quienes hayan leído su bestseller Una breve historia de casi todo. Siempre he sentido fascinación por los bosques, desde los tiempos en que leía a Stephen King y aquellas historias terroríficas ambientadas en algún bosque impenetrable; King y su inseparable Maine. Pero ocurre que donde vivo apenas hay árboles (sí, y ahora con la fiebre constructora, ya no quedarán ni arbustos), así que es todo un placer adentrarse en un libro como A Walk in the Woods (Black Swan, 1998), en donde nuestro hombre nos anima a que le sigamos en las aventuras que correrán él y un amigo, un viejo compañero de fatigas llamado Stephen Katz, y que es realmente un impresentable. El viaje es nada menos que a lo largo de la Ruta Apalache, esa cordillera que recorre todo el este de Estados Unidos pegando a la costa, y que atraviesa al menos catorce estados. Un sendero que es uno de los más largos y viejos del mundo, y que encierra una enorme riqueza de flora y fauna. Los dos excursionistas emprenden la aventura a comienzos del mes de marzo y la travesía les llevará unos cuantos meses, desde Georgia hasta Maine, allá cerca de la frontera con Canadá, ¡qué envidia me dan!



Como estoy leyéndolo en el original, me doy cuenta --una vez más-- de lo torpes que son las traducciones al castellano, sobre todo cuando tienen que abordar una obra humorística como la que nos toca. (También me pasó esto con La conjura de los necios, en el original te ríes en voz alta, mientras que en la traducción es otra cosa.)No sé, pero hay algo en la cultura yanqui que es intraducible a otros idiomas, ya que en momentos de jerga, eso es tarea imposible (como cuando andan por el profundo sur, y una pareja colgada les coge en su coche cuando hacían autostop, esta jerga del sur, que aparecía en la novela de Toole, es algo realmente risible). Las bromas que se traen los dos viajeros también son difíciles de plasmar en nuestra lengua, menos ágil y con otras costumbres, sin esa manía por las marcas (y con otras marcas, al menos). Bryson pasa fácilmente del tono científico (como cuando hace una hermosa elegía por los bosques de esta zona, y por el castaño americano ya desaparecido) al tono jocoso, más mundano, y en ambos nos consigue deleitar, ¡es un fenómeno quien esto puede! Hay pasajes realmente divertidos y en donde no puedes evitar carcajearte, como cuando están agobiados en esa casa de literas, y describen el lugar, y alguien les da la bienvenida al Stalag... O como ese otro, en Gatlinburg, un pueblaco muy americano, en donde Katz ya se había hecho planes para ver Expediente X a sus anchas...

Porque una de las cosas que más risa da es precisamente ese tono distendido, ese bascular entre la civilización de moteles y demás fealdades de la vida civilizada, y ese silencio y esa profusión de hojas que supone estar dentro del bosque de turno. Parece que nuestros personajes estén deseando en todo momento encontrar la próxima carretera y dormir en una cama, pero luego Bryson se pirra por volver al camino de tierra y sentir el aire y los pájaros y las inclemencias del tiempo, y lo dice bien claro: es feliz.

El lector también lo es, y como pocas veces durante una lectura que es también un ameno y divertido viaje por una de las zonas más hermosas del planeta.

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