martes, diciembre 23, 2008

último amor

Parecía que no era posible, pero está de nuevo, ¿el qué?, la eternidad, instante congelado en el tiempo, un trío clásico de jazz, piano, batería, contrabajo, puede ser el de Keith Jarrett o el de Tord Gustavsen, o bien el trío de Anat Fort, o bien el de Bobo Stenson, ¡y qué decir del trío aquél de Bill Evans!

Está aquí, es una atmósfera, es algo que pasa sin ser visto, es un calor muy leve, la atracción del abismo, el refugio en el invierno.

No parecía probable un nuevo enamoramiento, y sin embargo...

P.D. Javier Marías desbarra.

jueves, diciembre 18, 2008

No es posible (II)

--¿Qué estás leyendo ahora?

--Marya, de Joyce Carol Oates. Un coñazo. Bueno, no es eso en realidad, pero se le acerca mucho. La novela empieza bien, con esa niña atribulada porque pierde al padre y luego a la zorra de la madre, que a lo mejor es de origen checo y es una zorrita astuta, todo puede ser. Pero luego llegan los años en que esta niña sólo quiere estudiar. ¡Ley de compensaciones!, como es tan condenadamente fea, pues no le queda otra. Y hay un capítulo realmente bueno, cuando entra en contacto con una amiga allí en la universidad, una chica muy pija, muy guapa, muy golfa, como son todas las pijas de pro, sean de la generación que sean. Pero luego la cosa afloja bastante, cuando ella está haciendo el doctorado puede ser que la atención se mantenga (ese profesor es realmente un personaje), pero luego cuando ya es profesora, es realmente aburrido. Y qué decir del capítulo en que tiene esa extraña relación con el cura, cuando es todavía adolescente... En fin, una novela en la que apenas hay sexo, porque esta atormentada no quiere saber nada del sexo, ¡es una birria!

--O sea, que tú, si no hay sexo, no te enganchas...

--No es eso, no es eso, pero ante un personaje tan rematadamente frígido, ¿qué se puede hacer, si no es cerrar el libro e irse a escuchar un poco de jazz?

--¿Y qué toca ahora?

--Paul Bley, Evan Parker, Barre Phillips, un jazz que no es realmente jazz, que tampoco es improvisación, que tampoco es música contemporánea, y son todas esas cosas a la vez. Warne Marsh, Lennie Tristano, están en el aire. Es música lírica, es justicia poética, el tiempo dirá... Y luego, Evan Parker y su Electro-Acoustic Ensemble, Toward the Margins..., otro mundo, colega...

--O sea, que abandonaste la música contemporánea, la clásica es un rollo...

--Nada de eso: si escucho esta música es porque tiene puntos de contacto con la que escuchaba antes, pero lo que me gusta es que tiene fuerza, una fuerza casi primitiva, que no encuentro ni en los más salvajes de los contemporáneos, ni en Varèse... Escuché una pieza de Mark André que tiene puntos de conexión con su maestro Lachenmann, llega a un puro ruido encantador..., también está Ligeti en un bello pasaje... Anoche, Héctor Parra no me emocionó, lo encontré incluso manierista. Lo mejor, esos Kafka Fragmente de Kurtàg, una obra larga, fragmentaria, alucinante...


Los mismos intérpretes que sonaron anoche...

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miércoles, diciembre 03, 2008

No es posible

--¿Qué estás leyendo ahora?

--Un coñazo: Decepción, quiero decir, Engaño, de Philip Roth, es que el original es Deception, lo tengo hace tiempo pero ahí está lleno de polvo en la estantería. Mira, antes he leído Puerca tierra de John Berger, que no puede ser más diferente. Son como la noche y el día. En donde uno dice "así eran los tiempos", el otro dice "mira cómo me la follo, pero sin meterla apenas". Ya sabes, Roth es un escritorzuelo que no sabe escribir de otra cosa que no sea sexo, sentimiento judío (ser judío en el mundo) y poco más. Lo de la chica (jovencita) checoslovaca es totalmente ridículo, un cliché tras otro. La inglesa que es su amante se revela como la típica inglesa putoncillo que la va encima de neurótica. Todo el libro es como teatro, es decir, todo es diálogo, pero no es gran cosa, no creo que esto se pudiera representar alguna vez. El sexo, los problemas de hombres y mujeres, ¡el dichoso adulterio!, todo eso es ridículo. Y encima quieren que le den el Nobel, hay que joderse. Berger habla de campesinos, y escribe, en su último relato, una historia de amor conmovedora. En Roth lo único que encontramos es más de lo mismo, provoca hastío.

--¿Y qué escuchas?

--Bueno, un poco de jazz..., ese nuevo silencio de cristal, no está mal, pero nada que ver con las cosas de ECM, que son las que de verdad me emocionan... Lo que estuvo realmente bien fue el A todo jazz último, dedicado a las melodías de Billy Strayhorn, ¡dos horas maravillosas!, se puede perdonar la siesta si hay una música tan deliciosa, y escuchar a ese Johnny Hodges, ¡cómo tocaba el tío!

--O sea, que jazz y venga jazz...

--Es la única música que realmente me apetece escuchar, en este tiempo, la única música seria y madura, lo demás son tonterías, excepto algunas cosas de la contemporánea. Por ejemplo, estaba acabando el domingo, y pongo la Clásica, y suena algo con flauta solista, ¡una delicia!, y me figuré de qué se trataba..., algo de la Saariaho, y sí, era L'aile du songe, su concierto para flauta. Música de ángeles, ángeles sobre Berlín, palomas sobre Málaga, gorriones en el cable ahí enfrente, se hace cada vez más tarde, me quedo dormido, no es mi culpa...

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lunes, diciembre 01, 2008

Contra el frío

Iba a escribir sobre jazz, lo mucho que me ha gustado un disco que se llama Dans les arbres, que es también el nombre del grupo, cuatro músicos fascinantes, sobre todo el pianista, Christian Wallumrod (la "o" de su apellido hay que escribirla a la noruega, con esa barra atravesada, pero no sé cómo hacerlo en este teclado). Iba a decir que es una música de lo más extraña, ruidos fantasmales casi, no es jazz ni es contemporánea (ésta suele ser mucho más aburrida), y las pistas llevan nombres extraños: la somnolencia, la indiferencia, la flema, el entumecimiento, el desapego, la frialdad, el adormecimiento, la moderación (todo esto en francés). Ideal para este tiempo, tan lejos del dichoso verano...

Pero mira por donde, cojo un periódico, El Mundo del pasado 21 de noviembre, viernes, y en la última página vienen dos fotos de Olga Rodionova, una con su maridito, vestida de glamour, y otra que forma parte del libro que ha publicado Taschen y que el marido le ha regalado, en la que aparece enharinada y enlazada a un maromo, casi desnuda. Y ya no sabía de qué escribir, si de cultura o de sexo o de merdellonas o de putas, porque siempre me salen al paso. La verdad es que todos los días descubre uno algo nuevo, el jazz, las mujeres hermosas, el buen vino, Músicas posibles, ¡ay, la vida, qué buena es!

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