miércoles, septiembre 29, 2004

Sinestesia

En octubre cambiará la programación de Radio Clásica, y algunos espacios pasarán a otro horario, un día diferente, mientras que otros desaparecerán. "Los colores de la noche" se llamará "La noche cromática" (no es tanto cambio, a fin de cuentas) y lo dirigirá Durán-Loriga, que ya antes presentó otro programa, hace años. También el de Ana Zugasti, la de "Sinestesia", cambia de día y hora, y pasa al domingo a las 20.30 hrs. El programa de ayer llevaba como título "Tiempo", y fue una selección un poco caótica --como ella misma reconoció-- de piezas de Knaifel, Cage (maravillosa versión de "Dreams" por Theodor Anazelotti al acordeón), Berio (de nuevo sus voces, y Joyce al fondo), Lou Harrison (una elegía exquisita), etc. Dos de las obras sonaron distorsionadas, por problemas técnicos, en fin...

Sin embargo, lo que dijo Ana (cuya voz me cosquillea especialmente)no me gustó tanto como lo que leo en El ritornello de Deleuze & Guattari, en la obra ya mencionada. Ella hacía referencia a cierto musicólogo francés y a su definición de la música como el arte que se transmite dentro del tiempo, y que sólo es posible dentro de parámetros temporales; se refirió a las deformaciones del recuerdo, a la organización de los sonidos... Todo lo contrario de lo que expone el pensador francés, que piensa el ritornello como un agenciamiento sonoro, con tendencia a la desterritorialización; que habla de las diferencias entre el clasicismo, el romanticismo y la música del siglo XX, hasta llegar a la concepción de un Varèse, que piensa en una "máquina de sonidos" capaz de atomizar, ionizar y captar la energía cósmica. Ya no orden a partir del caos; ya no la llamada de la tierra, la alternativa Héroe-Solitario/ Pueblo-Masa; sino el despliegue de fuerzas, hacer la Duración sonora, hacer visible como decía Paul Klee, no reproducir lo visible...

lunes, septiembre 27, 2004

El final de cada historia

Anoche antes de acostarme escuchaba la radio, para variar..., y como no puedo escuchar bien la Clásica, la dejé en otra, que era por casualidad Punto Radio, y ponían canciones ya pasadas de moda, de los años ochenta y así..., como Manuel-Raquel de Tam Tam Go!, qué pena, me dije, que ya no se hagan temas así, pero bueno, eso está perdido y no vale quejarse más de la cuenta..., y pensé también en ese hilo que está teniendo cierto éxito en El Bosque. Entonces, sonó una de Ismael Serrano, de su disco Principio de incertidumbre, que me gustó mucho. En ella canta con otro, que en ese momento no me sonaba... Dejo aquí la letra, porque no tiene desperdicio:

ISMAEL SERRANO --La extraña pareja

Eran conocidos en las calles del barrio,
conocidos en todos los bares y tabernas.
Él tan alto, tan serio, tan pálido y delgado,
ella morena y frágil, tan graciosa y pequeña.
Él rondaba, más o menos, los cincuenta,
y ella debía tener no más de veinticuatro.
Él daba clases, creo, en alguna academia,
y ella estudiaba, creo, un curso de italiano.
Bebían y se amaban, o eso parecía,
discutían a veces, a veces sonreían,
se besaban y odiaban, pero nadie es perfecto,
el amor es difícil y extraño en estos tiempos.

La noche debilita los corazones,
noches de funeral, de vino y rosas.
Brindemos por el amor y sus fracasos,
quizás podamos escoger nuestra derrota.
El sol limpia las calles, la memoria,
feroces pasiones atenúa.
Invéntate el final de cada historia,
que el amor es eterno mientras dura.

Él entró una noche en el bar de costumbre,
iba vestido todo de riguroso luto,
venía borracho y solo, traía el gesto serio,
y en las manos una corona de difuntos.
Ella le había dejado, nos explicó sereno,
y había decidido considerarla muerta,
y brindar por su olvido y su descanso eterno,
y celebrar su entierro de taberna en taberna.
Así que allá nos fuimos, y para qué contaros:
vasos vinos y risas, alguna vomitona,
abrazos de amistad, eterna aquella noche.
Requiescat y brindemos por ella y su memoria.

La noche debilita los corazones,
noches de funeral, de vino y rosas.
Brindemos por el amor y sus fracasos,
quizás podamos escoger nuestra derrota.
El sol limpia las calles, la memoria,
feroces pasiones atenúa.
Invéntate el final de cada historia,
que el amor es eterno mientras dura.

Al salir de El Almendro ya iba muy borracho,
se desplomó en el asfalto y me incliné a su lado.
Supe que estaba muriéndose de golpe,
dijo algo en mi oído, se deshizo en mis brazos.
Se lo llevó la ambulancia con su corona y todo,
y yo me fui a cumplir con su encargo maldito.
Llegué hasta el bar que él me había indicado
y busqué a la muchacha entre el humo y el ruido.
Por fin la vi, bailaba muy despacio,
refugiada en el cálido pecho de un muchacho.
Le conté, me escuchó, se abrazó a su pareja.
Yo no sé si lloró, no se veía apenas.

La noche debilita los corazones,
noches de funeral, de vino y rosas.
Brindemos por el amor y sus fracasos,
quizás podamos escoger nuestra derrota.
El sol limpia las calles, la memoria,
feroces pasiones atenúa.
Invéntate el final de cada historia,
que el amor es eterno mientras dura.



sábado, septiembre 25, 2004

Devenir insecto

Un devenir insecto ha sustituido al devenir-pájaro, o forma un bloque con él. El insecto es el que mejor puede hacernos comprender esa verdad de que todos los devenires son moleculares (cf. las ondas Martenot, la música electrónica). Pues lo molecular tiene la capacidad de hacer comunicar lo elemental y lo cósmico: precisamente porque efectúa una dislocación de la forma que pone en relación las longitudes y latitudes más diversas, las velocidades y las lentitudes más variadas, y que asegura un continuum al extender la variación mucho más allá de sus límites formales
(Mil Mesetas, op. cit., p. 306).

Con Wagner y los que vinieron después, como Debussy, se produjo el auge de la música instrumental y orquestal, una molecularización del motivo, una "química" con la orquestación; la voz como pájaro solitario y sublime empieza a decaer, y es por esto que la ópera en el sentido de Rossini o Bellini ya no tiene sentido, ni lugar.

Surge la edad de los insectos: vibraciones, crujidos, zumbidos, chasquidos, roces, frotamientos mucho más moleculares. Los pájaros son vocales, los insectos instrumentales: tambores y violines, guitarras y cimbales... Orgía de chicharras en el pinar, todo cruje, es la fiesta de las cuerdas invisibles. Esa resonancia de la noche, ese encendido de la oscuridad, cuando paseas por la soledad del arcén de la carretera, y los grillos como una minicentral eléctrica. Todo lo pueden estos pequeños músicos de la Vibración Suprema.

Messiaen y las duraciones cromáticas múltiples, alternando las más grandes con las más pequeñas --"a fin de sugerir la idea de las relaciones entre los tiempos infinitamente largos de las estrellas y de las montañas, e infinitamente cortos de los insectos y de los átomos" (op. cit., p. 307). De los cañones a las estrellas, o el testamento final de un músico que se mueve entre el cosmos y lo elemental, el músico-pajarero, el que cierra una etapa y abre caminos insondables...

Deleuze alude también a Varèse y sus Déserts, música fenoménica de una espacio interior ilimitado, música expansiva que sueña las texturas electrónicas antes de que éstas sean posibles; aventura del sonido que se abisma en el ritmo, cataratas implosivas del ruido del mundo.



Pero sobre todo, pienso en el mejor exponente de lo que aquí se dice, el compositor estadounidense Georges Crumb, y en obras como Música para una noche de verano (Makrokosmos III), para dos pianos amplificados y percusión, en donde los sonidos son ya desmenuzados de tal manera, que todo lo conocido y perceptible pasa a otro nivel, y el oyente se pierde en franjas casi inaccesibles. El sonido de la noche ya no es la "música nocturna" de Bartók, sino mucho más sutil, más afilado..., hay una búsqueda y un despertar, una bajada hacia una zona o paisaje encantado, como reza otra obra orquestal suya. O pensemos en la impresionante Black Angels, para cuarteto de cuerda amplificado, de nuevo la electricidad mediante como vibración necesaria para alcanzar otra dimensión. En algunas de las secciones aparece ya la transfiguración, insectos eléctricos en la noche, zumbando como poderosas armas de destrucción..., ¿o de un misterio insondable? Por si quedaba alguna duda sobre el cambio que ha tenido lugar, hay otra pieza titulada Celestial Mechanics (Makrokosnos IV), para piano amplificado a cuatro manos: hacia las sonoridades celestes... O el devenir-niño que no se olvida, en Ancient voices of children, arcanes, y el niño que deviene otra cosa, una luz intensa, una inocencia del espacio, Lorca en sus versos más estremecedores, un hilo de luz que atraviesa el agujero del cielo...

viernes, septiembre 24, 2004

Bloque de olvido

Velocidades y lentitudes se integran en la forma musical, empujando a esta unas veces a una proliferación, a microproliferaciones lineales, otras a una extinción, una abolición sonora, involución, y las dos cosas a la vez. El músico es el más indicado para decir: "Odio la memoria, odio el recuerdo", y precisamente porque afirma la potencia del devenir. Un caso ejemplar de este tipo de diagonal, de línea-bloque, podemos encontrarlo en la Escuela de Viena
(Mil Mesetas, Deleuze & Guattari, Pre-Textos, 2002, p. 296).

Los "fragmentos de olvido" y los "desarrollos ausentes" en Debussy...

En los escritos de Boulez se encuentran excelentes artículos sobre estos temas. Pero yo sólo tengo el volumen Puntos de referencia, en donde no obstante hay importantes artículos sobre la citada escuela musical...

Cuando le pones a alguien una obra de Webern, del mismo Boulez, o de Berio, por poner ejemplos que aparecen en esta obra, enseguida te miran raro --si la persona no está familiarizada con este tipo de música-- , lo primero que dice: ¿y la melodía, por qué no puedo acordarme de esto? Pero la tarea del músico es lanzar al espacio ese bloque móvil y mutante --el cromatismo, los agregados y notas complejas-- , una diagonal hecha de líneas y de espacios sonoros muy complejos: procede a la desterritorialización. La micropolifonía en Ligeti, en sus grandes obras de los 60. Devenir música.

jueves, septiembre 23, 2004

Tensión-distensión



Hay una música que no es fácil de escuchar, porque supone un esfuerzo por parte del oyente, y es la música que prefiero. Uno de mis compositores favoritos del siglo XX es Witold Lutoslawski, un orquestador ejemplar, un hombre cabal, cuya obra amplia y variada expresa todo el dolor y la grandeza de un siglo terrible. En los años 40 todavía estaba en la onda de Bartók, como se nota en piezas como su Obertura para cuerdas o las Cinco melodías populares, obras fáciles aunque ya están en ellas un aliento trágico, pues había tenido lugar una guerra, y otra aún más... Luego viene su período más personal, el de la aleatoriedad controlada, en donde compone obras tan espléndidas como Jeux Vénitiens o la que escuché hoy de nuevo, su Cuarteto de cuerda, en versión del Cuarteto Brindisi, en un concierto que tuvo lugar en Londres el 18 de enero de 1997. Precisamente el día de mi 25 cumpleaños; una de las mejores épocas de mi vida, por cierto. Ya nada será igual, ya nada... A lo largo de sus casi veinticinco minutos, se desarrolla un espacio de tensión, que en los instrumentos es un alarde de experimentación con las formas de ataque (pizzicatti, glissandi, sobre todo), no hay melodías, no hay una estructura reconocible, todo es fractura, queja, intriga, la sensación de caerse por un ascensor, que el suelo se abre, y no hay dónde apoyarse... Una vez se llega a un clímax casi insoportable, la caída es remontada a través de líneas legato, por fin una cierta serenidad, una calma muy fina, pero de todas formas un descanso..., hasta que vuelve lo temido, el staccato, lo fragmentario, lo que cuenta el desastre... Lo que el hombre no puede solo, eso la música lo canta, ése es el triunfo del sonido sobre las sombras. Pero el hombre-solista está amenazado por la maraña, lo indeterminado, la caída en el tiempo...

miércoles, septiembre 22, 2004

Líneas



El paseo de Virginia Woolf entre la muchedumbre, entre los taxis --pero precisamente el paseo es una haecceidad --: Mrs. Dalloway ya nunca más dirá "soy esto o soy aquello, él es esto, es aquello". "Se sentía muy joven, y al mismo tiempo terriblemente vieja", rápida y lenta, ya ahí y aún no, "penetraba como una cuchilla a través de todas las cosas, al mismo tiempo estaba fuera de ellas y miraba..., (...) siempre le parecía que era muy, muy peligroso vivir, incluso un solo día". Haecceidad, niebla, luz cruda. Una haecceidad no tiene ni principio ni fin, ni origen ni destino; siempre está en el medio. No está hecha de puntos, sólo está hecha de líneas. Es rizoma.


Mil Mesetas, Gilles Deleuze & Félix Guattari, Pre-Textos, 2002, p. 266.

La radio, la noche

Anoche, en la radio, estaba anunciado un concierto que consistía en una obra de Schubert, su famoso ciclo de canciones Winterreise, sobre poemas de Wilhem Müller. Pero daban otra cosa, y no parecía terminar, y en la mitad de espera dí con otro concierto desde una emisora que hablaba en francés, pero era desde Marruecos, obvio, y el concierto era también de música clásica, con la Orq. Sinf. de Berlín dirigida por Vladimir Ashkenazy; y sonó primero Stravinski y luego, ah, mi favorito, Takemitsu, con una pieza para violín y orquesta, Far calls. Coming far. Pero lo cortaron antes del final para dar las noticias,eran ya las once de la noche, y al rato cambié y ya había comenzado lo de la Clásica..., la voz de Thomas Hampson y un pianista que no me sonaba su nombre. La radio que uso ahora se escucha regular, pero la grande que tenía, que iba perfecta, ya no tiene antena, por lo que es mucho peor todavía... En fin, transcurrió una hora, hasta la medianoche, entre canciones hermosas, tristes, bucólicas, que hablan de amor frustrado, de flores, de veletas y hasta de un organillero que busca también su camino. Porque sólo en camino, sin rumbo aparente, se logra el conocimiento. El poeta, el enamorado, saben que hay que seguir adelante, y que la nieve no es obstáculo, que hay penas que pesan más, y hay luces más dañinas que las de esos días de sombras...



Hay luego una versión de esta obra realizada por un compositor y director de orquesta, Hans Zender --de la que existen al menos dos grabaciones discográficas-- que me gusta casi que más que el original. En esa sucesión de escenas de fuerte expresionismo, las canciones han sido re-musicadas, se les ha añadido una instrumentación muy rica en matices, y casi se puede sentir el viento en el campo, las campanas en esos burgos que atraviesa el viajero, la explosión sombría en la madrugada... Todo un acierto, que no supone ningún sacrilegio para la obra de S., todo lo contrario, es un enriquecimiento.

martes, septiembre 21, 2004

Mundos muy lejanos

Comencé a leer, en francés (Le monde de Rocannon, OPTA, 1972) esta novela de Ursula K. Le Guin, autora de fantasía /SF de la que tengo buenísimos recuerdos de mi época de estudiante, y sobre todo, de una temporada en que me dio por leer ciencia-ficción de la que consideraba imaginativa: S. Lem, Phil K. Dick, ella misma y otros cuyos nombres ya no recuerdo.

De ella conozco La mano izquierda de la oscuridad, que me recomendó una amiga que era profesora de lengua y literatura en un instituto, y luego leí también, pero ya no me gustó tanto, Malafrena. Ahora, por la sensación que obtengo de las primeras páginas, estoy ante una de sus mejores historias, con una amplitud y un clima inigualables. La SF, que en otros autores es un revoltijo intragable, en ella se convierte en un espacio-tiempo fascinante, cargado de sabiduría, aprendizaje-en-camino y dolor, cómo no.

Dolor y nostalgia

En estos días escucho hablar de una vuelta a los años 80, esa década en que uno era joven, los tiempos del instituto, las primeras fiestas y la música pop de calidad. Se habla de un casting para un musical llamado Hoy no me puedo levantar, con canciones de Mecano de fondo; también se ha publicado un libro sobre este grupo que era el favorito de mucha gente durante esa década, pero que a mí nunca me gustó. Y, ya lo que faltaba, se hizo una serie de TV sobre esa época, protagonizada por José Coronado y Aitana Sánchez-Gijón, que emiten ahora, creo que en T5 --he leído que no es muy buena, y que nace al amparo del éxito de Cuéntame --.

Cuando pienso en los ochenta, pienso en la juventud ya ida irremisiblemente; como ha escrito Juan Bonilla en un artículo periodístico, ni la música era gran cosa, ni la televisión y demás medios nos encandilaban como recordamos después, con esos recuerdos encubiertos que tan bien nos engañan. Para mí, sólo Radio Futura, el primer Último de la Fila y The Smiths, fuera de nuestras fronteras, merecían la pena. Ellos lograron canalizar un poco la rebeldía, el clima extraño de libertad vigilada y ansias de fiesta que nos embargaba. El resto es ruido.

Ayer escuchaba de nuevo un poco de la verdadera música, pasada esa juventud, quedando en el aire sólo restos de esencia primitiva, de latido del mundo: el Trío para cuerdas de Alfred Schnittke, en versión de Gidon Kremer, Yuri Bashmet (al que a punto estuve de escuchar en directo en Florencia) y M. Rostropovich, tres grandes de sus respectivos intrumentos. Música doliente, que compuso en momentos críticos de su vida, 1985 es el año, entonces cuando uno estaba loco por melodías y ritmos poperos banales... Escuchar a S. es adentrarse por el lado sombrío de la existencia, es sentir el desgarro en lejanía, como una coloratura del cielo cuando el sol empieza el descenso...

Y ahora, en el foro El Bosque, hablamos de esto, de este tiempo ido, y cada uno saca sus propios recuerdos, y es bello leer lo que otros también vivieron, compartir recuerdos, vanas experiencias que entonces eran un temblor y ahora sólo la pálida película de un mundo que no nos pertenece.

lunes, septiembre 20, 2004

Atardecer en primavera


Sunrise or Dawn? Posted by Hello

Amélie Nothomb



Después de terminar una novela de Julian Barnes, Before She Met Me, que me gustó mucho por su rastreo en el fangal de las relaciones de pareja y de nuevo el tema de la traición --ése que con tanto acierto puso en evidencia en Amor, etc. --, me puse a leer una novelita de Amélie Nothomb, autora belga criada en Japón, de la que ya había leído con sumo placer Cosmétique de l' ennemi. Se titula Péplum, y combina con acierto el humor negro que cultiva siempre esta autora con ciertos dejes de ciencia-ficción, pues la acción se desarrolla nada menos que en siglo XXVI. Como ya sucediera en la otra novela citada, la obra se estructura en un largo diálogo --ella misma se llama, en el texto, "dialoguista" -- entre la secuestrada en el tiempo A. N. y el elitista Celsius, el cerebro que ha dirigido la operación de destruir Pompeya desde el año 2579 para preservar sus tesoros por la eternidad... En ese diálogo se habla de muchas cosas, en un inteligente e irónico tour de force que nos hace soltar alguna que otra carcajada, aunque en el fondo algunos asuntos sean de lo más tétrico...

A. N. demuestra una vez más, en esta obra publicada en 1996 (Albin Michel) que es una maestra en este aspecto, el de los parlamentos brillantes, llenos de humor extraño y en donde se abordan por igual temas morales y estéticos, sin que falten los chispazos críticos contra la sociedad de bienestar que nos rige. El cinismo de nuestro tiempo es trasplantado seis siglos después, con las diferencias sutiles que se han producido en ese salto tremendo. Paradojas, aporías, juegos lógicos y científicos aparecen a gran velocidad ante nuestra lectura atónita. Recomendable para mentes abiertas y que buscan ir más allá de la simple narratividad.

sábado, septiembre 18, 2004

A veces el jazz...

Anoche en Radio Clásica, el habitual programa de jazz que conduce "Cifu" dio la sorpresa de poner el concierto de la Vienna Art Orchestra que dio no hace mucho en una sala de Viena, la Porgy & Bess. En programa, y durante una hora intensa --demasiado, me parece, para esas horas de la noche, aunque sea fin de semana-- temas, transcripciones de obras de Duke Ellington, realizadas por el líder de esta formación, Mathias Rüegg. Un suizo que se afincó en Austria para no hacer el servicio militar, y que desde hace más de veinticinco años se ha rodeado de músicos muy dispares procedentes sobre todo el viejo continente. El sonido de la VAO no es el típico de otras big band, ellos son más "intelectuales", en el sentido de que no dudan en acudir al repertorio de la música "clásica" para sus composiciones; y también tienen una concepción de la música muy lúdica, como decía el presentador, se divierten realmente tocando, y esto también se nota en los títulos de sus distintos discos, entre los que destacan El minimalismo de Erik Satie y From no time to ragtime. Lo que sonó anoche no me era muy conocido, la verdad es que el jazz no es lo que más escucho, y me gustan cosas muy concretas, más del lado de la vanguardia..., pero me resultó refrescante y diferente, con la VAO siempre está asegurada la diversión. Recuerdo que hace años ya escuché con intensidad un concierto de este grupo, como punto final de una jornada radiofónica dedicada a los mil años de Austria.

El jazz es todo un continente que tengo que descubrir, aunque siempre digo esto, y nunca lo consigo. En un tiempo Juan, un "amigo" que vivía por aquí aunque nacido en Madrid, me iba a introducir en este mundillo, pero luego por circunstancias de la vida dejamos de vernos. Jose el kiosquero también sabía algo de jazzmen, pero también dejé de verlo; parece que hubiera algo que me impide conocer de verdad esta gran laguna musical que tengo. Este programa de radio es más bien para entendidos... Y las colecciones de los kioscos son erráticas. Pero el jazz me atrae, cómo no, y es extraño...

Nueva poesía

Ayer leía unos cuantos poemas de la joven poeta Yolanda Castaño, versos de perfecto acabado llenos de sensualidad y malditismo. Nacida en Santiago de Compostela en 1977, demuestra en esta breve muestra una voz propia, capaz de expresar con no muchas palabras sensaciones, actos y devenires que la convierten en un ser único. Es raro encontrar, o por lo menos para mí lo es, una nueva voz con esta personalidad, este afán de estilo y de búsqueda de la palabra justa. Con las voces de hace más tiempo, uno ya sabe a qué atenerse: pienso en la poesía de Antonio Gamoneda, cuya obra El frío leí hace poco, en dos ediciones, Siruela y Germania ed. Pero con los jóvenes no se sabe bien..., a veces sus obras juegan con su propia inexperiencia o coquetean con formas del pasado, aunque con un punto de ironía salvaje en Carmen Jodrá (Las moras agraces); o bien se adentran por caminos peligrosos, llenos de vitriolo, como es el caso de Roger Wolfe.

Me gusta esta poeta, que además es muy guapa, según la foto que aparece en el dossier de la revista.

jueves, septiembre 16, 2004

Kaija Saariaho



Estos días sólo me apetece escuchar la música de Saariaho --me queda un disco aún, del sello Finlandia-- , aunque en algún sitio alguien ha dicho que es "femenina y menopáusica"...

Más cansado

Entro en el foro clásico, Clasiforo , en donde suelo participar también, y me encuentro con listas de cincuenta discos, encima ilustradas, algo que me aburre mortalmente. En otro foro de libros, El Bosque la tónica es parecida, el aburrimiento domina el espacio, no encuentro nada nuevo, nada que me mueva a escribir ni siquiera una broma, un comentario al margen. Parece que hoy ni siquiera la gente se acuerda de mí, no tengo mensajes nuevos en el correo, nada...

Y para peor, el ruido ha vuelto, desde abajo, desde las profundidades del edificio. Como una pesadilla, la alarma del instituto salta en la noche, más allá de medianoche. Nadie parece darme tregua, y ni un poquito de placer, ni siquiera un poquito. Al lado de estas molestias tan fastidiosas, ¿qué es el mínimo placer de la lectura, o de la música, como refugios en época de desierto?

miércoles, septiembre 15, 2004

Enlaces



Rizomas , un blog que tiene como mentor a Gilles Deleuze y que se interna por la maraña de pensamientos y de máquinas que nos envuelven.

e.n.s.a.m.b.l.e. , blog realizado por un mexicano en donde recoge reflexiones de corte existencialista sobre libros, cine y muchos asuntos más. Pensamiento salvaje en estado puro.

Katarsis , una de las mejores webzines y ahora blog, sobre cualquier materia relacionada con el malditismo, amén de tener un diseño de calidad. Atención a su completa biblioteca con e-books para descargar.

Después del verano

¿Qué hacer después de la orgía? ¿qué nos espera allá tras la puerta rojo chillón? ¿habrá novedades en los limpios campos del edén? Sentimiento de pérdida, pero sin saber exactamente lo que se ha perdido. Un día sucede a otro día, se esperan cambios, que la temporada sea mejor que la que quedó atrás, pero todo es en vano, hay un sentimiento de desasosiego, la calma no puede durar, nada puede cambiar, y sin embargo... se esperan acontecimientos después del domingo extendido del mes de agosto.

Estos días escucho un disco de la compositora finlandesa Kaija Saariaho que un amigo me mandó por correo, y que contiene obras mixtas, para instrumentos convencionales y electrónica en vivo, también con cinta pregrabada, en algunas. Música que se proyecta al nuevo siglo que ya vivimos. Música que promete un nuevo espacio de resonancia.

Espero que llegue noviembre para poder asistir --eso espero-- a la sesión doble de ópera en el Teatro de la Zarzuela, con piezas de Sylvano Bussotti, un compositor realmente exquisito y poco conocido en nuestro país. Pero para eso aún falta, y antes vendrán esos conciertos de la ONE con obras de Schönberg, Mahler y otros de hace ya un siglo. Parece que la música ésta es aceptada por fin, cuando ha cumplido cien años o más. Ahora ya está asimilada. Así somos, demasiado humanos todavía, divididos entre la vieja carnicería y el deseo de pensar de otra manera, de volver sutil lo todavía demasiado basto.