Ahora, Carmen, entremos ahora que no veo a nadie.
La recepción del hotel se ve vacía.
Dale, dale, dale, traé rápido las valijas.
¡Huy huy huy huy baja alguien por las escaleras!
¡Oh, no!, ¡es un botones!
¡Aléjate vástago del demonio!
¡Salí de acá o te reviento hijo de una gran puta no me toques las valijas dejá que las llevo yo la puta que te parió y quedate allá te digo que no te acerqués!
¡Soltame Carmen que lo mato!, ¿para qué te pensás que había traido la pistola?
¡Dale, vení, animate a venir a agarrarme las valijas, dale, vení, soltame Carmen te dijo.
Soltame, carajo, dejame, si ya lo tengo apuntado...
¡bang!,
¡bang!,
¡bang!,
¡bang!,
¡bang!,
¡bang!...
Aaaaaah, casi se me escapa por tu culpa, Carmen.
Y sí, tenés razón, tenés razón.
Tendríamos que haber ido a un camping para que no pase ésto como siempre.
Pero es que estoy cansado de ir en carpa, quiero algo más cómodo.
Y bueno, no es mi culpa si aparecen estos tipo de la nada, no es mi culpa.
No se por qué, pero los miro, muertitos y todo y no sé, que se yo, si será el uniforme o qué, pero me basta mirarlos y...
¡bang!,
¡bang!,
¡bang!,
¡bang!,
¡bang!,
¡bang!