Hay varias cosas grandes en el mundo blog.
La primera es que puedes enlazar siete blogs distintos en una sola frase sin que te tiemble el pulso. Por ejemplo: este fin de semana Gato y Rebi se fueron a casa de Perli y Zagloso, pero este último abandonó su isla para venir a casa e ir a una despedida de soltero con Anómalo mientras yo me iba de cañas con Miss X. Ele.
La segunda es que puedes conocer tres aspectos distintos de los mismos acontecimientos (aquí y aquí. Eso sí, puntualizo: no fui yo quien cogió las zapatillas del Zagloso y ni tampoco soy la culpable del momento pizza). Ahí va mi versión.
Con Gato y Rebilated en Palma y el Zagloso en Madrid, llegó la nube de ceniza volcánica a nuestro espacio aéreo, pero sólo al norte del país. El domingo por la mañana yo dejé en el aeropuerto a un Zagloso triunfante con un vuelo confirmado hacia Palma. Una hora y un poco de ceniza después, fui a buscar al aeropuerto a un Zagloso cabreado con un vuelo anulado y con un billete de barco esperando en Valencia para unas cuantas horas después.
En un mes yo tenía que llevar a Bichito en un último viaje a Palma (se lo queda Hermano), pero vista la situación, hicimos un cambio rápido de planes:
- Zagloso, te llevas tú a Bichito a Valencia, os embarcamos a los dos en el barco a Palma y matamos dos pájaros de un tiro: tú llegas al barco y yo me ahorro el viaje a Palma (que no me importa ir, pero tan cerca de las oposiciones es un fastidio).
En quince minutos yo vacié a Bichito de mis cosas (los cds, el callejero de Madrid, el bolso roto que llevo en el maletero porque sigo buscando un zapatero que me lo arregle, las bolsas reutilizables del Carrefour) y lo cargamos con cajas que yo había etiquetado hace tiempo con el nombre de Hermano (Hermano: dvd. Hermano: trastos. Hermano: libros. Hermano: halcón milenario). El Zagloso se montó en Bichito y salió zumbando a Valencia.
Y me dio penilla. Mi Bichito. Mi coche. Mi bolilla azul. Hombre, que hasta tiene su propia etiqueta en el blog. Según se perdía en la lejanía, me acordé de lo unidos que hemos estado Bichito y yo en los últimos años, viviendo aventuras maravillosas...
Como aquella vez que lo perdí en Logroño.
O la vez que lo estampé contra un bolardo.
O la vez que se me cayó en una zanja llena de ortigas (y lo tuvo que sacar mi suegro).
O todas las ocasiones en las que le han roto el retrovisor aquí en Chonilandia.
O el momento en el que lo encajé entre una pared y dos columnas y no había manera de sacarlo (y lo tuvo que sacar mi suegro).
O la vez en la que me salí de la carretera para ver un paisaje bonito y voló por los aires porque no calculé bien eso del escalón.
O la ocasión en la que lo estampé contra el pegollo de un hórreo (y lo tuvo que sacar mi suegro).
Jo. Voy a echar de menos a Bichito.
Lo que no tengo tan claro es que él me vaya a añorar a mí.