(Para Walita, lectora, colega y musa)
Este puente trabajo los tres días pero tengo la nevera llena de tuppers de mi madre (lentejas, estofado, consomé, guiso de pollo con berenjenas, ensaladilla rusa y una deliciosa salsa boloñesa), así que el saldo de felicidad sale positivo. Y es el momento perfecto para explicaros por qué Mi Madre Mola Mil: se está vengando.
Ahora soy esta bloguera que os escribe (últimamente, poco), esta periodista que se gana la vida con palabras (y números), esta mujer que habla por los codos (que se lo digan a mis facturas de Movistar)... pero hace muchos años (¡más de 30!) fui una niña de lo más tocapelotas.
Con año y medio subordinaba -según Mi Madre- y con dos en lugar de "para" decía "detente". Y toda esa capacidad de lenguaje la utilizaba para el mal.
Tenía yo dos años, y Mi Madre 25, y nos dirigíamos a casa en taxi tras pasar unas cuantas horas con mis abuelos y mi tía AG. Creo que nunca ha salido en QaD: AG trabaja en moda y los niños sólo le gustan sordomudos, parapléjicos o residentes en algún país del tercer mundo... y ese día había dicho algo que me dejó intrigada.
PequeñaBe: Mami...
MMMM: ...y todo el mundo la llamaba Caperucita Roja. Un día...
PequeñaBe: Mamá...
MMMM: ...su madre le pidió que llevase un pastel y una jarrita de miel a su abuela que vivía al otro lado del bosque y estaba enferma...
PequeñaBe: Oye, Mamá...
MMMM: ...y le dijo que no se entretuviese por el camino y que no hablara con desconocidos porque el lobo...
PequeñaBe: ¡¡MAMÁ!!
MMMM: ...el lobo... Dime, hija.
PequeñaBe: Mamá, ¿verdad que todos los taxistas son unos chorizos?
MMMM: …el lobo...
Sr. Taxista: No se preocupe, señora, estamos acostumbrados.
MMMM: ...así que Caperucita Roja recogió la cestita y se puso en camino...
Todo esto con una dicción perfecta, porque la pequeña niña repelente que era yo no ceceó nunca, ni tuvo problemas con las erres, ni se trababa con las palabras difíciles como “coyuntura” que por cierto aprendió antes que los nombres de los planetas.
Ahora hago gala de una prodigiosa memoria de pez, pero por aquel entonces no me olvidaba de nada. Como por ejemplo un día que acompañé a mi madre a la tienda. Había estado callada todo el rato y cuando llegamos a la caja para pagar, me puse a hablar.
PequeñaBe: Mami...
MMMM: Ahora en cuanto compremos estas cosas nos vamos a casa...
PequeñaBe: Mamá...
MMMM: ...y preparamos una merienda-cena con colacao, pan y mantequilla, tortilla francesa...
PequeñaBe: Oye, Mamá...
MMMM: ...jamón con tomate, yogur con miel, zumo de naranja...
PequeñaBe: ¡Mamá!
MMMM: ...queso de agujeros... dime, hija.
PequeñaBe: Mamá, ¿por qué venimos a esta tienda, si la abuela dijo el otro día que eran unos ladrones, que le habían cobrado por una mantequilla centitantas pesetas?
MMMM: ...
PequeñaBe: ¿Por qué, eh, Mami? ¿Por qué?
Y luego nació MeriLein, y tiempo después, Ro. Acabábamos de volvernos a Madrid tras un año y medio en Málaga, y Mi Madre no tenía muy claro cómo iba el calendario escolar en la Capital, así que me encargó que me enterara de cuándo empezaba la jornada intensiva. PequeñaBeDelInfierno tenía 5 años.
PequeñaBe: Mami, el lunes ya no tengo que ir al cole por la tarde.
MMMM: ¡Qué barbaridad! ¡Eso es un mes antes que en Málaga!
Y me pasé un mes sin ir al cole por la tarde, pasándolas en el parque con mis hermanas. Y metiendo unas bolas sobrenaturales a sor María Teresa, que debía de pensar que Mi Madre era una madre desnaturalizada y que no tardaría mucho en perder la custodia de las tres. Así que, en la fiesta fin de curso...
SOR MARÍA TERESA: ¿Qué tal las niñas?
MMMM: Muy bien, y la peque es muy buena, tenemos mucha suerte.
SOR MARÍA TERESA: Sí, ya me ha dicho Be que este mes no ha estado viniendo a clase por la tarde porque te tenía que ayudar a cuidar a su hermana. (*)
MMMM: ¿Cómo?
Y estos son sólo tres ejemplos de mi encantadora manera de ser... ¡que Mi Madre me lleva haciendo pagar desde entonces!
(*) Bueno, en aquel momento me pareció superbuena idea.
Ahora soy esta bloguera que os escribe (últimamente, poco), esta periodista que se gana la vida con palabras (y números), esta mujer que habla por los codos (que se lo digan a mis facturas de Movistar)... pero hace muchos años (¡más de 30!) fui una niña de lo más tocapelotas.
Con año y medio subordinaba -según Mi Madre- y con dos en lugar de "para" decía "detente". Y toda esa capacidad de lenguaje la utilizaba para el mal.
Tenía yo dos años, y Mi Madre 25, y nos dirigíamos a casa en taxi tras pasar unas cuantas horas con mis abuelos y mi tía AG. Creo que nunca ha salido en QaD: AG trabaja en moda y los niños sólo le gustan sordomudos, parapléjicos o residentes en algún país del tercer mundo... y ese día había dicho algo que me dejó intrigada.
PequeñaBe: Mami...
MMMM: ...y todo el mundo la llamaba Caperucita Roja. Un día...
PequeñaBe: Mamá...
MMMM: ...su madre le pidió que llevase un pastel y una jarrita de miel a su abuela que vivía al otro lado del bosque y estaba enferma...
PequeñaBe: Oye, Mamá...
MMMM: ...y le dijo que no se entretuviese por el camino y que no hablara con desconocidos porque el lobo...
PequeñaBe: ¡¡MAMÁ!!
MMMM: ...el lobo... Dime, hija.
PequeñaBe: Mamá, ¿verdad que todos los taxistas son unos chorizos?
MMMM: …el lobo...
Sr. Taxista: No se preocupe, señora, estamos acostumbrados.
MMMM: ...así que Caperucita Roja recogió la cestita y se puso en camino...
Todo esto con una dicción perfecta, porque la pequeña niña repelente que era yo no ceceó nunca, ni tuvo problemas con las erres, ni se trababa con las palabras difíciles como “coyuntura” que por cierto aprendió antes que los nombres de los planetas.
Ahora hago gala de una prodigiosa memoria de pez, pero por aquel entonces no me olvidaba de nada. Como por ejemplo un día que acompañé a mi madre a la tienda. Había estado callada todo el rato y cuando llegamos a la caja para pagar, me puse a hablar.
PequeñaBe: Mami...
MMMM: Ahora en cuanto compremos estas cosas nos vamos a casa...
PequeñaBe: Mamá...
MMMM: ...y preparamos una merienda-cena con colacao, pan y mantequilla, tortilla francesa...
PequeñaBe: Oye, Mamá...
MMMM: ...jamón con tomate, yogur con miel, zumo de naranja...
PequeñaBe: ¡Mamá!
MMMM: ...queso de agujeros... dime, hija.
PequeñaBe: Mamá, ¿por qué venimos a esta tienda, si la abuela dijo el otro día que eran unos ladrones, que le habían cobrado por una mantequilla centitantas pesetas?
MMMM: ...
PequeñaBe: ¿Por qué, eh, Mami? ¿Por qué?
Y luego nació MeriLein, y tiempo después, Ro. Acabábamos de volvernos a Madrid tras un año y medio en Málaga, y Mi Madre no tenía muy claro cómo iba el calendario escolar en la Capital, así que me encargó que me enterara de cuándo empezaba la jornada intensiva. PequeñaBeDelInfierno tenía 5 años.
PequeñaBe: Mami, el lunes ya no tengo que ir al cole por la tarde.
MMMM: ¡Qué barbaridad! ¡Eso es un mes antes que en Málaga!
Y me pasé un mes sin ir al cole por la tarde, pasándolas en el parque con mis hermanas. Y metiendo unas bolas sobrenaturales a sor María Teresa, que debía de pensar que Mi Madre era una madre desnaturalizada y que no tardaría mucho en perder la custodia de las tres. Así que, en la fiesta fin de curso...
SOR MARÍA TERESA: ¿Qué tal las niñas?
MMMM: Muy bien, y la peque es muy buena, tenemos mucha suerte.
SOR MARÍA TERESA: Sí, ya me ha dicho Be que este mes no ha estado viniendo a clase por la tarde porque te tenía que ayudar a cuidar a su hermana. (*)
MMMM: ¿Cómo?
Y estos son sólo tres ejemplos de mi encantadora manera de ser... ¡que Mi Madre me lleva haciendo pagar desde entonces!
(*) Bueno, en aquel momento me pareció superbuena idea.