No sé qué tiene el pollo que resulta ser un animal tan
explotado en materia de publicidad. Vale, este es un anuncio de pollo. De una
cadena de comida hecha a base de pollo, quiero decir, así que tiene más sentido
que lo nombren pero, no sé, tal vez con ver una persona deleitándose mientras
come sería suficiente para que nos hagamos una idea de la experiencia religiosa
que debe ser comer ahí (para quien le guste el pollo, claro; a mí es que me
suele hacer bola y por eso nunca compro nada en esa cadena de fast food).
El caso es que un chaval entra en un local y se dirige al
mostrador. La dependienta le pregunta si quiere algo “rico, rico”. Dado que el
cliente responde afirmativamente, le informa que tienen la promoción del “pollo
pollo”. Él se emociona y le responde que tiene todo el rollo. Me veo venir una
secuencia de rimas traídas de los pelos. Veremos cómo se desarrollan los
acontecimientos.
Ella se dirige a la parte trasera del mostrador, donde
recoge un cubo con trozos de pollo empanado y, súbitamente, el local se queda
vacío y a oscuras, iluminado únicamente por unas luces de neón. La dependienta
con su cubo, de repente está acompañada por otras dos chicas con sendos cubos
de pollo en las manos. Comienzan a bailotear y a cantar una canción donde
afirman que tú lo que quieres es “pollo pollo” (entiendo que las piezas de
pollo estarán pegadas al cubo para el anuncio porque si no ya estaríamos viendo
volar por los aires trozos de ave). Las chicas bailan en patines. Me presunto
si su seguro cubre un accidente por caída mientras se baila en patines una oda
al pollo. ¿Habrá una cláusula especial para eso? Como el local se les queda corto para dar
rienda suelta a su desenfreno, continúan la juerga en el aparcamiento. La
coreografía merece especial mención, con los codos hacia afuera para imitar el
aleteo de la gallinácea.
Y sí, las rimas son todo un lujo. La alita la tiene loquita,
vaya rollo tiene el pollo y que cómo le ponen las hamburguesitas. Esto no rima
con nada pero sirve para hacer un primer plano de la pierna de la dependienta
en shorts pasando la mano de manera sensual. El sexo vende aunque sea para
anunciar productos avícolas.
Tan extrañamente como había empezado semejante despropósito,
se interrumpe cuando vemos a la dependienta nuevamente tras el mostrador
haciendo entrega del cubo al cliente. Entiendo (dentro de lo que soy capaz de
entender en esta demencia) que todo ha sido obra de la calenturienta
imaginación del muchacho y que la chica no ha abandonado en ningún momento su
puesto de trabajo para ponerse a bailotear. Creo.
Y el anuncio termina aquí. Al final no nos hemos enterado de
cuál es la promoción. No nos han dicho precios ni cantidad de pollo a servir ni
nada de nada. Sólo sabemos que a ella le ponen las hamburguesitas.
P.S. Este anuncio ha sido ganador de la edición PAPA 2018 junto con este otro anuncio porque no habéis sabido determinar cuál es peor:
P.S. Este anuncio ha sido ganador de la edición PAPA 2018 junto con este otro anuncio porque no habéis sabido determinar cuál es peor: