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Óleo sobre tela
0,50 x 0,60
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Varios
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Hans Vilibald Kresthaimer, era esquizofrénico.
Aunque no conociera la palabra, eso lo había sabido desde siempre y siempre le había parecido la cosa más normal.
De niño, cuando aprendió a hablar de corrido, llamaba la atención el hecho de referirse a sí mismo, como nosotros.
De mayor, muchos pensarían que lo hacía por moda, imitando a algún artista, jugador de fútbol o político.
En realidad tomó verdadera conciencia de su dualidad, a los siete años. Fue cuando los padres lo abandonaron, después de un picnic, en el parque Pereira Irala.
Al llegar la tarde y ver que todo el mundo se iba y sus padres no aparecían, comprendieron que se las tenían que arreglar solos.
Luego de una corta discusión, ambos yo, se dedicaron a buscar un lugar donde establecerse.
Encontraron un sitio un poco más alto del terreno, en lo más tupido de la arboleda y con mucho sotobosque. Allí, mientras uno descansaba, el otro trabajaba y así, en no mucho tiempo, habían cavado una confortable cueva donde guarecerse.
Con el correr de los días, la fueron ampliando y amueblando.
Para entender mejor las cosas, llamaremos yo uno, a uno y yo dos al otro.
Yo uno era serio, responsable, trabajador y medio legalista, Yo dos, en cambio, era un tipo divertido, bastante vago y poco proclive a respetar ley alguna. Se complementaban bastante bien y pese a alguna discusión que se planteaba de vez en cuando, la convivencia era buena,
Los problemas comenzaron, tiempo después, cuando se cayeron de cabeza de un árbol. Aparentemente, según creían, a raíz de este golpe, yo dos, se convirtió en esquizofrénico. Así nació, yo tres.
Yo tres, era bastante inclinado al choreo y un estafador nato.
Estas virtudes les significaron gozar de bastantes comodidades, ya que pronto tuvieron un buen televisor, equipo musical y todo tipo de artefactos para el hogar. Sin embargo, todo esto no llegaba a compensar la cantidad de problemas que les significaba el hecho de tener largas discusiones y difícilmente llegar a un acuerdo.
Generalmente, en estas discusiones, yo dos y yo tres, terminaban imponiendo su voluntad sobre yo uno, que era de carácter mas débil.
Un aspecto que parecía no tener solución, era el de las relaciones sexuales. Cuando alguno conseguía llevar a la cueva a una señorita, los otros dos, adoptaban una actitud francamente reprobable. Empezaban a hacer toda clase de gestos obscenos y a decir palabras soeces, mientras manoseaban descaradamente a la visitante.
La mayoría de las veces, esta última salía corriendo sin comprender muy bien lo que ocurría, salvo en contadas oportunidades, en que la interesada, era fiestera.
Esto empeoró, el día que yo uno, se declaró decididamente homosexual. Los otros dos, que eran bastante brutos, no podían entender, que a un tipo le gustara estar bazuqueándose, con un bigotudo. Además, les molestaba muchísimo, que pretendiera meter en el hogar, a esos marineros, que vaya a saber de dónde los sacaba.
Así las cosas, ocurrió algo totalmente inesperado. A causa de una ingesta desmesurada de caramelos de leche que tenían fecha de vencimiento bastante pasada, se pescaron una bipolaridad.
Tal vez no fuera realmente esta la causa, pero no pretendamos que encontraran una explicación mejor. Después de todo, eran unos esquizofrénicos bastante analfabetos. Convengamos también, que esto de la bipolaridad es un rebusque bastante moderno, de difícil explicación, aún para los entendidos.
El asunto era, que ahora ya no sabían, ni quiénes, ni cuántos eran, dependía esto de tantos factores, que no podían estar seguros de nada.
Cuando alguno se ponía agresivo, los otros dos, generalmente, conseguían controlar la situación, pero, cuando les agarraba a todos a la vez, la cosa terminaba medio mal. En este caso, las discusiones solían ser tan tremendas, que se escuchaban a varios kilómetros a la redonda. Más de una vez, tuvieron que reponer muebles y hasta reparar los derrumbes que se producían en la cueva. A causa de esto, en un momento de calma, resolvieron, de común acuerdo, apuntalar la casa con fuertes troncos para evitar morir aplastados. Este trabajo, que en principio aparentaba ser complicado, al ser llevado a cabo entre varios, resultó bastante simple y mejoró notablemente el aspecto del habitáculo.
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Sin embargo, de a poco, se fueron separando y reconcentrándose cada uno en lo suyo. Uno, no paraba de tener problemas con rudos marineros y estibadores del puerto de Ensenada. Dos se había convertido en jugador compulsivo, y gastaba en apuestas, todo lo que los otros conseguían juntar. Tres, robaba desde autos a carritos de cartoneros. El monte, donde vivían y sus alrededores, parecían un depósito de chatarra.
Alertados por anónimas denuncias, aparecieron los de Crónica T.V. a hacerles un reportaje.
Les encantó, más tarde, verse en televisión, haciendo un relato, más o menos incoherente, de sus vidas.
Lamentablemente, los vio también, un fiscal, que tenía en ese momento poco trabajo y necesitaba levantar puntos. Consiguió entonces que un comisario, que no tenía ningunas ganas de trabajar, le ordenara a sus subordinados que investigaran el asunto.
No les costó mucho descubrir el escondite de esa banda de mal vivientes. Presumiendo que estaba integrada por varios delincuentes, irrumpieron una madrugada. El operativo estaba al mando de un comisario, doscientos policías, el grupo GEO, y refuerzos del grupo Halcón de Prefectura.
Ellos, al ser despertados de forma tan poco considerada, reaccionaron con verdadera ira, increpando a los policías, amenazándolos con tremendas represalias. Éstos, furiosos, al ver que la mayoría de la banda se había escapado, los cocinaron a balazos.
Los canas no entendían por qué ese tipo no se moría, tres veces lo tuvieron que matar para que al fin se muriera._
________________________2005
Hans Vilibald Kresthaimer, era esquizofrénico.
Aunque no conociera la palabra, eso lo había sabido desde siempre y siempre le había parecido la cosa más normal.
De niño, cuando aprendió a hablar de corrido, llamaba la atención el hecho de referirse a sí mismo, como nosotros.
De mayor, muchos pensarían que lo hacía por moda, imitando a algún artista, jugador de fútbol o político.
En realidad tomó verdadera conciencia de su dualidad, a los siete años. Fue cuando los padres lo abandonaron, después de un picnic, en el parque Pereira Irala.
Al llegar la tarde y ver que todo el mundo se iba y sus padres no aparecían, comprendieron que se las tenían que arreglar solos.
Luego de una corta discusión, ambos yo, se dedicaron a buscar un lugar donde establecerse.
Encontraron un sitio un poco más alto del terreno, en lo más tupido de la arboleda y con mucho sotobosque. Allí, mientras uno descansaba, el otro trabajaba y así, en no mucho tiempo, habían cavado una confortable cueva donde guarecerse.
Con el correr de los días, la fueron ampliando y amueblando.
Para entender mejor las cosas, llamaremos yo uno, a uno y yo dos al otro.
Yo uno era serio, responsable, trabajador y medio legalista, Yo dos, en cambio, era un tipo divertido, bastante vago y poco proclive a respetar ley alguna. Se complementaban bastante bien y pese a alguna discusión que se planteaba de vez en cuando, la convivencia era buena,
Los problemas comenzaron, tiempo después, cuando se cayeron de cabeza de un árbol. Aparentemente, según creían, a raíz de este golpe, yo dos, se convirtió en esquizofrénico. Así nació, yo tres.
Yo tres, era bastante inclinado al choreo y un estafador nato.
Estas virtudes les significaron gozar de bastantes comodidades, ya que pronto tuvieron un buen televisor, equipo musical y todo tipo de artefactos para el hogar. Sin embargo, todo esto no llegaba a compensar la cantidad de problemas que les significaba el hecho de tener largas discusiones y difícilmente llegar a un acuerdo.
Generalmente, en estas discusiones, yo dos y yo tres, terminaban imponiendo su voluntad sobre yo uno, que era de carácter mas débil.
Un aspecto que parecía no tener solución, era el de las relaciones sexuales. Cuando alguno conseguía llevar a la cueva a una señorita, los otros dos, adoptaban una actitud francamente reprobable. Empezaban a hacer toda clase de gestos obscenos y a decir palabras soeces, mientras manoseaban descaradamente a la visitante.
La mayoría de las veces, esta última salía corriendo sin comprender muy bien lo que ocurría, salvo en contadas oportunidades, en que la interesada, era fiestera.
Esto empeoró, el día que yo uno, se declaró decididamente homosexual. Los otros dos, que eran bastante brutos, no podían entender, que a un tipo le gustara estar bazuqueándose, con un bigotudo. Además, les molestaba muchísimo, que pretendiera meter en el hogar, a esos marineros, que vaya a saber de dónde los sacaba.
Así las cosas, ocurrió algo totalmente inesperado. A causa de una ingesta desmesurada de caramelos de leche que tenían fecha de vencimiento bastante pasada, se pescaron una bipolaridad.
Tal vez no fuera realmente esta la causa, pero no pretendamos que encontraran una explicación mejor. Después de todo, eran unos esquizofrénicos bastante analfabetos. Convengamos también, que esto de la bipolaridad es un rebusque bastante moderno, de difícil explicación, aún para los entendidos.
El asunto era, que ahora ya no sabían, ni quiénes, ni cuántos eran, dependía esto de tantos factores, que no podían estar seguros de nada.
Cuando alguno se ponía agresivo, los otros dos, generalmente, conseguían controlar la situación, pero, cuando les agarraba a todos a la vez, la cosa terminaba medio mal. En este caso, las discusiones solían ser tan tremendas, que se escuchaban a varios kilómetros a la redonda. Más de una vez, tuvieron que reponer muebles y hasta reparar los derrumbes que se producían en la cueva. A causa de esto, en un momento de calma, resolvieron, de común acuerdo, apuntalar la casa con fuertes troncos para evitar morir aplastados. Este trabajo, que en principio aparentaba ser complicado, al ser llevado a cabo entre varios, resultó bastante simple y mejoró notablemente el aspecto del habitáculo.
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Sin embargo, de a poco, se fueron separando y reconcentrándose cada uno en lo suyo. Uno, no paraba de tener problemas con rudos marineros y estibadores del puerto de Ensenada. Dos se había convertido en jugador compulsivo, y gastaba en apuestas, todo lo que los otros conseguían juntar. Tres, robaba desde autos a carritos de cartoneros. El monte, donde vivían y sus alrededores, parecían un depósito de chatarra.
Alertados por anónimas denuncias, aparecieron los de Crónica T.V. a hacerles un reportaje.
Les encantó, más tarde, verse en televisión, haciendo un relato, más o menos incoherente, de sus vidas.
Lamentablemente, los vio también, un fiscal, que tenía en ese momento poco trabajo y necesitaba levantar puntos. Consiguió entonces que un comisario, que no tenía ningunas ganas de trabajar, le ordenara a sus subordinados que investigaran el asunto.
No les costó mucho descubrir el escondite de esa banda de mal vivientes. Presumiendo que estaba integrada por varios delincuentes, irrumpieron una madrugada. El operativo estaba al mando de un comisario, doscientos policías, el grupo GEO, y refuerzos del grupo Halcón de Prefectura.
Ellos, al ser despertados de forma tan poco considerada, reaccionaron con verdadera ira, increpando a los policías, amenazándolos con tremendas represalias. Éstos, furiosos, al ver que la mayoría de la banda se había escapado, los cocinaron a balazos.
Los canas no entendían por qué ese tipo no se moría, tres veces lo tuvieron que matar para que al fin se muriera._
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