A
lo largo de nuestra carrera como docentes nos encontramos con grupos
que presentan una determinada conflictividad en el aula. Lo cierto es
que esta conflictividad puede deberse a múltiples factores como la
presencia de alumnos repetidores, la falta de conciencia de grupo, la
existencia de alumnos con una problemática personal grave… Todos estos
conflictos hacen que debamos dar el máximo de nosotros mismos en
nuestras sesiones lectivas y aún así no siempre el resultado es el que
esperamos.
Es por ello que el artículo de hoy tiene
la intención de daros algunas pautas para minimizar al máximo la
conflictividad en el aula de un grupo. Tal y como he dicho
anteriormente, los factores que provocan la conflictividad son muy
diversos, pero quiero pensar que algunos de estos consejos os ayudarán a
la hora de enfrentaros a un grupo conflictivo.
¿Cómo podemos gestionar la conflictividad en el aula?
1. Evitar el enfrentamiento directo.
Cuando nos referimos a la conflictividad o problemas de conducta de un
grupo, en muchas ocasiones nos referimos a unos cuantos alumnos que son
los causantes de continuas distorsiones en el aula. En muchas ocasiones
son alumnos que continuamente intentan transgredir las normas de
convivencia propuestas por el centro. En este sentido es importante que
el profesor evite en todo lo posible el enfrentamiento directo en el
aula. Es mucho más efectivo hablar fuera del aula con el alumno o los
alumnos que creamos conveniente. Este tipo de alumnos suelen crecerse en
el aula, pero no cuando están frente al docente en un espacio que no es
precisamente su aula de referencia. Si evitamos la confrontación
verbal, conseguiremos rebajar la tensión y el ritmo de la sesión lectiva
no se verá tan perjudicado. Hay que intentar responder con rotundidad a
estas provocaciones pero sin caer en la discusión. Somos los docentes
los que debemos marcar el “tempo” de la clase y no determinados alumnos.
2. Reducir al máximo los momentos de Tiempo Muerto.
Una sesión lectiva se compone de tres Segmentos de Actividad. Para
saber más sobre este concepto os recomiendo el artículo titulado Aprendizaje Cooperativo: ¿Qué son los Segmentos de Actividad?
En una sesión lectiva hay tiempo para el profesor, tiempo para el
alumno y tiempo para lo que denominamos Tiempo Muerto. Este último se
caracteriza por estar vacío de contenido y ser poco productivo. Aunque
es inevitable que en una sesión lectiva se produzcan Tiempos Muertos, es
conveniente que se minimicen al máximo, porque suelen ser momentos
propicios para la proliferación de conflictos. Debemos reducir al máximo
el Tiempo Muerto al inicio y final de la sesión lectiva, así como las
transiciones de contenidos a procedimientos o viceversa.
3. Reducir la clase magistral.
En clases con una elevada conflictivad debe procurarse reducir lo que
denominamos la clase magistral, es decir, la clase unidireccional en la
que el profesor explica y el alumno escucha de forma pasiva. Lo que
entendemos como escucha pasiva del alumno puede producir un aumento
considerable de la conflcitividad en el grupo, ya que rápidamente una
parte de los alumnos de una clase dejan de atender las explicaciones de
los profesores y se producen conductas disruptivas, alumnos que molestan
a otros compañeros… Los grupos conflictivos deben ser lo más dinámcos y
participativos posible. Se trata de intentar que todos los alumnos en
función de sus capacidades participen de forma activa durante el máximo
tiempo que dura una sesión lectiva. Si hacemos participar a los alumnos
con una determinada problemática en el aula, conseguiremos que este
tiempo la sesión lectiva transcurra con una cierta normalidad. En este
sentido es bueno trabajar mientras se explica técnicas de estudio como
el subrayado o el esquema.
4. Realizar actividades procedimentales dirigidas.
Una vez hemos conseguido minimizar la clase magistral, también es
importante gestionar el tiempo de actividades procedimentales en el
aula. A la hora de dar actividades debemos procurar que las mismas sean
muy dirigidas y de fácil ejecución, es decir, que su realización no
implique una reflexión considerable. Es mejor que en el aula se realicen
actividades más mecanizadas, ya que los alumnos necesitan menos
esfuerzo y concentración. En un grupo con una cierta conflictividad es
más fácil que la mayoría de los alumnos complete un ejercicio sobre
acentuación que no redacte una opinión personal sobre las redes
sociales. En este sentido es preferible que las actividades que
impliquen una cierta planificación se hagan en gran medida fuera de la
sesión lectiva.
5. Formar grupos de trabajo cooperativo.
La ventajas de trabajar a través del Aprendizaje Cooperativo en grupos
con una cierta problemática son varias. En primer lugar conseguimos
crear pequeños grupos de cuatro alumnos y rompemos lo que es el grupo
clase. Además podemos repartir en cada grupo aquellos alumnos que
presenten una determinada problemática. De esta forma la conflictividad
en el aula se diluye en los grupos y se reduce, por tanto, la
conflictividad. Divide y vencerás.
6. Potenciar la figura de líder.
Aunque no depende del profesor, en el grupo clase hay que buscar la
figura de lo que se denomina un líder positivo. Este líder positivo no
tiene que ser un alumno brillante o el que mejor notas saca de la clase.
El líder positivo es aquel que es respetado por los compañeros y que se
toma en serio su educación. Este tipo de alumno reforzará enormemente
al profesor, ya que puede mediar entre los alumnos más problemáticos y
el resto de compañeros. Debe ser un alumno con personalidad, con
iniciativa, respetado por sus compañeros y capaz de saber dirigirse a
los que interrumpen o dificultan el correcto contenido de la sesión
lectiva. Son alumnos de gran valor en el aula y debemos tenerlos muy en
cuenta y potenciar sus cualidades en beneficio del resto del grupo.
7. Consensuar acuerdos con el Equipo Educativo del grupo.
En las reuniones de Equipos Docentes es fundamental que a la hora de
abordar un grupo que presenta una cierta conflictividad todo el
profesorado que imparte clases al grupo vaya en la misma dirección. Los
acuerdos a los que se lleguen deben ser consesuados y aplicados por
todos los profesores. Será el tutor el que se encargará de comunicar al
grupo las decisiones tomadas y a partir de ahí todos los docentes
actuarán en consecuencia. Se trata de fijar normas básicas que puedan
ser pertinentes a ese grupo como la puntualidad, criterios de expulsión
del aula, respeto al turno de palabra, reducción de la conducta
disruptiva, sanciones individuales y/o de grupo… Es fundamental que
todos los alumnos de un mismo grupo sepan que todos los docentes van a
una y que aplican los mismo criterios.
Es cierto que no existen fórmulas
mágicas para gestionar grupos conflictivos. Pero esta conflictividad
debe intentar ser transformada en una oportunidad para crecer como
docentes. Dando lo mejor de nosotros, demostrando nuestra pasión por lo
que hacemos, trabajando con los alumnos la empatía, realizando dinámicas
para la formación de una conciencia de grupo… conseguiremos mejorar el
clima y ello se traducirá en una mejora de la calidad nuestras sesiones
que revertirá en el conocimiento y en la calidad de la enseñanza del
grupo.
Espero que este artículo os haya sido de utilidad.
Fotografía extraída del banco de imágenes de Cenice