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viernes, 4 de octubre de 2013

Josefa


Es Josefa, mi madre. Hoy cumple 80 años. Nacida el 4 de octubre de 1933 en San Miguel del Esla, barrio de Santa Colomba de las Carabias (Zamora), ella siempre dice: 'Ahora ya pertenezco a Villaornate' (León). Se enamoró de unos ojos azules que iban a cortejarla en bicicleta y allí se fue a vivir, ya casada, con el de los ojos azules, de nombre Asterio, y con 19 años.Tres hijas y tres hijos vivimos para quererla y acompañarla. Con sus tres nietos y cinco nietas. Y sus nueras y yernos. 

Una hija no sabemos si vive o no. "Murió", le dijo una monja en la Maternidad de León. Ella y mi padre lo aceptaron. Volvieron a casa sin la niña. Y otra niña, su hermana mayor, lloró por la ausencia de la niña pequeña sin conocerla. 
 
Los tres chicos en Vista Alegre, Armunia. 1975. Foto Julio Gaitero Canal

En la Era de Armunia. Año 2010. Foto: Julio Gaitero Canal.
Un largo silencio borró a la niña muerta de la memoria familiar, pero ahí sigue, en el Libro de Familia. Cuando hace pocos años mi madre empezó a ver desfilar por la tele y los periódicos los casos de bebés robados su corazón se inquietó. "Entonces, ¿aquella niña mía viviría?,  preguntó un día. Buscamos en los papeles y encontramos que la niña 'murió' dos veces: el 17 y el 20 de septiembre. Sospechamos. No aparece la partida de bautismo aunque las monjas aseguraron a mi madre que la niña fue bautizada de socorro. Desde entonces, buscamos a María de los Ángeles (16-09-1963).

Años antes, otros dos hijos, Miguel y Miguel Valeriano, fallecieron en sus brazos a los pocos meses de nacer. A uno le falló el corazón. Al otro, ¿quién sabe? Mi madre, viendo al niño enfermo, se echó a la carretera y paró a un camión para llegar hasta un médico. "Póngalo a mamar". Y el niño mamó. Luego se quedó dormido para siempre. La niña mayor gritó de pena al ver el cuerpecito inerte en la cuna. Los dos niños, los mayores entre los varones, también están en el Libro de Familia y la memoria familiar guarda sus pequeñas vidas enterradas en los camposantos deVega de Gordón y San Miguel del Camino.

Somos nómadas. Una vida dura que ella suavizaba con canciones y con colores. Sí, a veces huía hacia adelante. Sobrevivió. Y sobrevive aunque postrada y con las fuerzas muy menguadas. Me gusta verla en esta foto de azules y rosas. Celebro a quien me dio la vida. ¡Felicidades, madre!