(A mi último y ¿definitivo? cigarro.
Fumado el 28 de agosto de 2012,
a las 11:00 AM, hora peninsular)
ESPERO CURARME DE TI
Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de
beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones
de la moral de turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
¿Te parece bien que te quiera nada más una semana?
No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana
se puede reunir todas las palabras de amor que se han
pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego.
Te voy a calentar con esa hoguera de amor quemado.
Y también el silencio. Porque las mejores palabras de amor
están entre dos gentes que no se dicen nada.
Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo
del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo:
«qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo
de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías,
te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que te decía te «quiero»).
Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero
una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.
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