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viernes, 13 de octubre de 2017

Robalos, atunes y demás

Hace unos días asistí a una quedada, para darle una sorpresa a Walter.
Fuimos unos cuantos los que acudimos a la cita: David, Bruno, David Arcay, Carlos, Roberto y un servidor.
El destino quiso que alguno de los invitados inicialmente no pudieran estar, aunque estoy seguro de que habrá más días para repetir.
Fui el primero en llegar al punto de partida. A continuación me presenté a Carlos y Roberto, que llegaron un poco después. Después de que llegase la expedición coruñesa, dispusimos todo para salir de puerto.
Yo me fui con Roberto y Carlos en su lancha. Walter, Bruno y David Arcay subieron a la embarcación de David. Y con todo listo, nos hicimos a la mar.
Yo empecé bastante bien con la pesca. En poco tiempo saqué un pequeño abadejo, una lubina de algo más de un kilo y dos julias.
Carlos también sacó un par de lubinas, lo cual auguraba una buena mañana.
No teníamos noticias de los compañeros, ya que no había buena cobertura, así que me concentraría en la pesca nuevamente.
Roberto debió de clavar un atún, pues sabíamos que rondaban por la zona y porque su carrete comenzó a soltar hilo a toda velocidad, hasta que apretó un poco el freno de este, y se partió el bajo de fluorocarbono.
Cuando nuestros compañeros se situaron a nuestro lado, nos comentaron que habían sacado un par de robalos.
Cambiamos de zona y la actividad cesó. Aprovechamos para pescar bastante juntos y así poder intercambiar algunas palabras sobre la jornada.
 Volvimos a desplazarnos, para probar suerte en otro emplazamiento. David subió a bordo para ver a Carlos y a Roberto con sus equipos de slow jigging.
Tras un buen rato sin resultados, David volvió a su embarcación, para luego seguir pescando.
 Yo seguí con mis jigs, sacando un par de julias y también alguna cabra.
También debí clavar un atún, pues una picada muy fuerte me sacó hilo violentamente hasta romper el bajo.
Se acercaba la hora de comer, así que nos fuimos a puerto a por unos bocadillos.
Tras la comida, nos relajamos unos minutos, para luego volver a la carga.
 Durante la tarde, Carlos, Roberto y yo sacamos jureles a montones, cabras, caballas, un pez araña y algún robalo más.
También estuvimos pescando con vinilos en la espuma, donde salió alguna lubina a base de insistir.
 Fue una tarde entretenida, aunque no sabíamos nada de nuestros compañeros, hasta que nos llegó un whatsapp, diciendo que habían clavado un gran atún.
Nos acercamos hasta su posición y todavía seguían con la lucha. La contienda duró casi una hora. En el momento en el que el gran atún se acercó a la embarcación, sacó hilo a toda velocidad, partiendo el trenzado. Hubiera sido un gran final de jornada, pero la fortuna se decantó del lado del pez.
Una vez llegamos a puerto, sólo quedaba ducharse e irse a cenar. Sin duda había mucho de que hablar. Especialmente de la contienda librada con el atún.

Por otro lado, os quería comentar que este mes se ha estrenado el documental de pesca de mújoles a mosca, en la ría de Lires. En esta ocasión fui acompañado de Eloy Saavedra, con quién pasé una jornada de pesca inolvidable.
Y estos serán los siguientes pases.
A los que tengáis la oportunidad de visualizarlo, espero que os guste.

viernes, 25 de agosto de 2017

Unidos por una pasión

En esta última salida de pesca nos juntamos varios compañeros del Decathlon de Vigo.
Jose y yo quedamos con Alex y Dani en torno a las 8:00 am y más tarde se sumaría Pablo.
Por ello, mi tocayo y yo madrugamos, pues teníamos que realizar una larga travesía desde la ensenada de San Simón hasta la Isla de Toralla.
 Tras ir a buscar a Dani y Álex, comenzamos con la pesca. La mañana no prometía demasiado y efectivamente no observamos mucha actividad hasta que fuimos a recoger a Pablo.
El primero es inaugurar la jornada fue Jose con una lubina que sucumbió al vinilo montado bajo las plumas.
A partir de ahí, comenzó la actividad y todos fuimos tocando escama.
Las cabras con sus bellos colores y los jureles con sus peleas, fueron las capturas más abundantes.
También salió algún verdel que animaba a seguir intentándolo con las plumas.
Las islas Cíes eran testigos de nuestra jornada.
Una salida entre compañeros, con una misma pasión: la pesca.
   Cuando la actividad disminuyó, llevamos a Álex, Dani y Pablo hasta un puerto cercano, para luego despedirnos de ellos.
Fue una jornada con muchas risas y con muy buen ambiente.
Quedaba mucho tiempo por delante para seguir probando fortuna, así que mi tocayo y yo proseguimos con la pesca. 
Junto a la isla de Toralla podía picar alguna lubina, así que pusimos los paseantes en acción.
La falta de respuesta por parte de los peces, provocó nuestra marcha, acercándonos a la ciudad de Vigo. Aquí los peces tampoco colaboraban, lo cual nos hizo pensar en aprovechar el final de la marea en un lugar más conocido.
Pusimos rumbo a la ensenada de San Simón. De camino, pasaríamos por el estrecho de Rande, donde tuvo lugar la batalla del mismo nombre, que os comenté en la entrada anterior.
Aquí lucharon los españoles y franceses, contra los británicos y holandeses.
Siglos después, se obtuvieron los restos de algunos de los galeones que aquí se hundieron.
El puente de Rande está hoy en día en un proceso de ampliación. Unas obras colosales para dotarlo de carriles a ambos lados del tablero inicial.
Continuando un poco con la historia, esta zona fue muy importante en la época de la Segunda Guerra Mundial, ya que desde aquí se cargaba mineral de hierro para la Alemania nazi (ENLACE).
Este otro cargadero es posterior y también se utilizó para la carga del metal antes mencionado.
Prosiguiendo con la pesca, volvimos a poner en funcionamiento los paseantes. De esta manera puse en seco a esta lubina, que luego volvió al agua.
También Jose sacó otra lubina, que por lo que se podía apreciar en su opérculo, ya había salido airosa de otra batalla. Esta también volvió al agua para seguir creciendo.
Apuramos los últimos lances en los que alguna gaviota juvenil se interesó por nuestros artificiales.
Con esta última anécdota, pusimos punto y final a la jornada.