Esta entrada es una recopilación de lo que dio de sí el primer viaje a tierras africanas.
Para los que seguís este espacio desde tiempos recientes, os recomendaría echar un vistazo a estos dos enlaces :
La finalidad del viaje era la de pescar, a la vez que se grababa un documental de pesca.
Por razones climatológicas, en la primera expedición no pudimos llevar a cabo la acción de pesca, así que os contaré cómo fue el viaje.
Lo más duro y que peor llevé sin duda, fueron los viajes en avión.
Ida: Santiago de Compostela - Barcelona / Barcelona - París / Paris - Antananarivo / Antananarivo - Nosy Be.
Vuelta: Nosy Be - Antananarivo / Antananarivo - Mauricio / Mauricio - Paris / Paris - Barcelona / Barcelona - Santiago de Compostela.
En el segundo viaje tuvimos una escala menos, lo cual se agradeció, y en lugar de Mauricio, pasamos por Reunión.
Viajar con el material de pesca fue un poco caótico, pues moverse con el bulto de las cañas por los aeropuertos, era una barbaridad, si bien al final lo logramos.
Las esperas con el calor no eran nada agradables, aunque se compensaban con las bellas vistas desde el avión.
Y de la comida del avión mejor no hablar, pues tanto desayunos, comidas o cenas eran en dosis infantiles. Menos mal que al no dormir, pude hacer muchos viajes para ir picando entre horas jejeje.
Los hospedajes estuvieron geniales. Te podías encontrar cangrejos en los armarios, gecos en los cuadros y lámparas, ranas por las paredes, etc. Pero como yo también soy algo "bicho" nos llevamos genial jejeje.
Sólo nos importunaron algunos mosquitos, aunque íbamos tranquilos con el medicamento contra la malaria. Lo malo de este, eran los efectos adversos, que te hacían visitar el baño jejeje.
La comida en los hoteles era exquisita. Mención de honor para la carne de cebú. Walter y yo comíamos las hamburguesas de cebú de 2 en 2. Creo que mermamos la población de cebúes, porque todos los días la consumíamos.
Los desayunos y los postres eran de lo mejor para mí jejeje. Comí más fruta que un mono, porque las había muy variadas y deliciosas.
En alguna ocasión, había alguna confusión con los camareros, a la hora de traer la comida. Pero no había problema, pues allí estaba yo para comer lo que habían traído de más jejeje.
Unos de los días nos fuimos hasta la reserva de Lokobe. Un lugar al que tuvimos que acceder con unas rudimentarias embarcaciones, por lo que Walter no pudo acompañarnos, ya que había que embarcar en medio del mar, después de caminar por una zona de manglares.
Fue una travesía bastante larga, en la que aporté mi granito de arena, remando con los guías.
Cuando estábamos a punto de desembarcar, pensé en que habíamos llegado a la isla de Jurassic Park jejeje.
Rafa, uno de los cámaras, se quedó sorprendido, cuando el guía le sacó de encima un escorpión sin apenas inmutarse.
Allí pudimos observar al camaleón enano, camaleones pantera, lémures, ranas, uroplatos, arañas y varias especies de boas. Entre ellas una enorme de unos 3 metros, que si te despistabas, te podía dar un buen susto.
Armand, nuestro guía, se encargó de mostrarnos todo aquello, sin que perdiésemos detalle.
En otras jornadas, visitamos un árbol sagrado de más de 200 años, en el cual hice una ofrenda, para que el viaje de pesca saliera bien. Allí nos engalanaron, para poder acceder al recinto, aunque fui yo el que lo hizo, ya que debía hacerse descalzo.
También visitamos el mercado de Hellville, donde admiramos la gran cantidad de productos, que las gentes del lugar obtienen del entorno.
Hür se animó a probar el khat, que es una planta que se masca y que viene siendo el equivalente africano de la coca.
No muy lejos, nos acercamos para contemplar una pelea de gallos, pues es algo que allí estaba muy arraigado, si bien la idea no me había entusiasmado.
Me gustó mucho más la visita a una fábrica donde procesaban las flores de Ylang Ylang, para obtener un aceite que se usa en los perfumes más caros, entre ellos el Chanel Nº5. Y es que la isla de Nosy Be se conoce como la isla del perfume.
Tuvimos otra excursión al parque Tonga Soa, donde admiramos a muchas especies de lémures, cocodrilos, camaleones, etc.
Sin duda, lo que más nos llamó la atención fueron los cocodrilos y unas enormes tortugas de más de 100 años de edad.
Y como yo soy un apasionado de la fruta y las especies botánicas, pues disfruté mucho al observar el árbol del cacao, los mangos, tamarindos, plataneros, el corossol (que estaba de vicio), el árbol del pan, la vainilla, los baobab y la ravenala madagascariensis.
A pesar de no tener opción de pescar, fue una magnífica ocasión para conocer otra cultura y una zona bioclimática, muy diferente a la nuestra.
Agradecer a Karan el haberme permitido ser parte de este proyecto, pues es algo que no olvidaré jamás.