La segunda jornada iba a ser bien diferente a la primera, ya que transcurriría en el embalse de Ricobayo, pescando desde embarcación. Esta situación no aseguraba nada, aunque tendríamos la ventaja de cubrir más zonas, que si lo hiciéramos desde orilla. Así que formamos dos grupos: Sergio y Juan por un lado, Suso, Carlos y yo, por otro.
Sergio fue el primer agraciado, con la captura de un barbo común, que le brindó una buena pelea.
No era el ansiado lucio, pero animó al resto del grupo.
El viento matinal nos hacía derivar rápidamente por la superficie, así que había que ingeniárselas para tantear las zonas más propicias. Carlos fue el siguiente en sentir una picada, que materializó en captura. Otro barbo con una herida de guerra en uno de sus laterales.
La jornada iba bien encaminada, aunque los afortunados del día anterior volvían a repetir.
En una de las pasadas, la recuperación de mi vinilo se ve interrumpida. Clavo con decisión y trato de mantener la tensión en todo momento. Voy cobrando línea hasta que en la superficie contemplo un lucio de porte interesante. Todavía le quedaban fuerzas para realizar unos saltos antes de entregarse, lo cual me preocupó momentáneamente, aunque el bajo de línea resistió sin problemas.
Con algo de temor me animo a sujetar el pez como he visto en algún vídeo, usando únicamente las manos.
En una récula cercana la caña de Suso se doblaba bajo la tensión que un pez ejercía desde las profundidades. Otro barbo común que era recibido con alegría.
En aquel momento pienso en Juan, que es el que quedaba por "tocar escama". Y mi único pensamiento era que él también lo lograse. Sería una jornada redonda.
Y cuando nos reencontramos con nuestros compañeros, nos dan la buena nueva. Juan se había hecho con un par de barbos. Ahora que ya todos habíamos cumplido, tocaba disfrutar de lo que quedaba de jornada.
Suso volvió a tener varias picadas, pero un tanto tímidas, pues ninguna se materializó. Así que había que buscar la manera de convencer a los peces. Por ello nos fuimos a otras zonas, ya que durante bastante tiempo habíamos pescado en un mismo punto.
Las pequeñas ensenadas permitían pescar a un lado y a otro sin lances muy largos, si bien parecía no haber mucha actividad.
Por la orilla observamos a algunos pescadores, y alguno de ellos lo intentaba con el equipo de mosca.
El tiempo se nos echaba encima, y en la recta final exprimimos al máximo las opciones de capturar algún pez más. De esta manera Carlos volvía a toparse con un torpedo de bellos barbillones.
Una vez en el embarcadero, tuvimos que esperar a que nos abriesen la puerta. Y qué mejor que aguardar, haciendo algunos lances.
Había enormes cardúmenes de alburnos pululando por la zona, lo cual hacía presagiar la presencia de depredadores al acecho.
Y entonces comenzaron las picadas de los barbos, aunque muchas eran fallidas.
Desde luego yo no dejaría de intentarlo, por si sonaba la flauta. Así que al poco de probar suerte ... di la nota con otra nueva captura jejeje.
Suso también tiempo de repetir con otro bonito barbo. Un pez con una talla tan interesante no se podía pasar por alto.
Estoy seguro que ahora la pesca continental ya le tira un poco más.
Estoy seguro que ahora la pesca continental ya le tira un poco más.
Y en los últimos coletazos de la jornada, volví a clavar otro bonito barbo común.
Para mí fue la guinda de una jornada muy entretenida, pese a que el viento nos lo puso un tanto difícil.
El balance total de las dos jornadas fue bueno, pues pudimos dar con los lucios en distintos escenarios y además, deleitarnos con las carreras de los barbos comunes.
Para mí fue la guinda de una jornada muy entretenida, pese a que el viento nos lo puso un tanto difícil.
El balance total de las dos jornadas fue bueno, pues pudimos dar con los lucios en distintos escenarios y además, deleitarnos con las carreras de los barbos comunes.