El fin de semana pasado me había propuesto cumplir una promesa que le había hecho a Pablo. Esta consistía en conseguir que este capturase su primer black bass.
Las condiciones de la jornada no eran muy alentadoras, ya que a la climatología adversa, había que sumarle lo difíciles de engañar que estaban los basses.
Y además íbamos a pescar a pez visto, con lo que la jornada se me antojaba complicada.
La mañana empezó con algo de lluvia, pero no tardé en estrenarme con un pequeño bass. Luego llegaron momentos de lluvia intensa y de calma, pero sin llegar a ver el sol.
Fuimos recorriendo el perímetro del embalse, pero los basses más grandes no estaban por la labor de darle una alegría a mi compañero.
Tras una mañana nefasta, se acercaba la hora de comer, así que se me ocurrió que podíamos hacer una escapada fugaz a otra zona. Con muy poco material encima, pusimos rumbo al agua y le brindé a Pablo la posibilidad de estrenarse con muchas posibilidades.
En el primer lance observé que un pequeño bass tomó el engaño, pero mi compañero se apresuró en clavar, como lo haría con las truchas o los reos.
Le indiqué que tenía que esperar una fracción de segundo para clavar con garantías.
Y fue así como se hizo con su primer bass, que a pesar de no ser muy grande, se mostró muy batallador. Y por supuesto con una librea muy bella.
Y claro, una vez supo como clavar al centrárquido, ya todo fue más fácil. Así no tardó ni un minuto en hacerse con otro bass.
Mi compañero desbordaba alegría con cada captura, cosa que me llenó de satisfacción.
Pero como el hombre no sólo vive de la satisfacción de los demás jejeje ... me dispuse a realizar algunos lances.
Fue así como fuimos alternando capturas a buen ritmo. La densa vegetación dificultaba la recuperación de algún pez, pero por norma general, estos llegaban a nuestras manos para ser liberados.
Con varios basses en nuestra cuenta ya podíamos irnos a comer, para comentar la primera parte de la jornada.
Durante la comida hablamos de la lucha que presenta el bass una vez ha picado, de su bella librea y de algunos trucos para hacerse con ellos en distintas situaciones.
El sol se adjudicó la tarde y la luz invadió todo a nuestro alrededor, mejorando nuestras espectativas.
Cambiamos de escenario y aquí también triunfamos. Pero Pablo se dio cuenta de que engañar a un bass no es tan fácil como a priori se pudiera pensar. Y sobretodo si los basses ya son un poco grandes.
Salió alguno bonito, que puso a prueba el equipo de Pablo, ya que este llevaba un equipo ultraligero.
Yo me curé en salud, ya que sabía que en algún caso tendría que levantar el pez a pulso, por lo que mi equipo era algo más potente.
Desde una zona elevada podíamos ver que los basses también recelaban de nuestros señuelos, si bien la insistencia solía dar resultado.
Pablo se lo pasaba de miedo con los bocazas, que sucumbían a la lombriz de vinilo, mientras yo hacía lo mismo con un cangrejo de pequeño tamaño.
El desenlace de la jornada nos hacía olvidar la mañana tan difícil que habíamos tenido.
Seguimos peinando las zonas en las que todavía quedaban basses sin pinchar y volvimos a intentar capturar alguno de los que ya habíamos visto y que no hacían ni caso de nuestros señuelos.
Con la tarde ya avanzada capturamos los últimos basses de la jornada. Pero antes de partir, dedicaríamos unos minutos a explorar los alrededores.
La misión estaba cumplida; Pablo había logrado capturar su primer bass.
Ya sólo nos quedaba parar para tomar algo y poner rumbo a casa.
Desde este espacio, decirle a Pablo que cuando quieras repetir, sólo tienes que decirmelo.
La jornada según Pablo.
La jornada según Pablo.