Calígula tenia enclavadus su aedificius de gobierno en el “Monte Monclovitae” que además le servía de domus para él y sus féminas: su úxor y sus filiae.
En el atrium de aquel aedificius, se congregaban sus consuasoribus, en número de CDVI (406 en numeribus), que vistus lo vistus, como consuasor no tenían pretium porque el paísibus iba de malis en peoribus.
A pesar de contar con la ayuda de dos cadenorum de televisio, Quattor y La Sexta-Sextae-Sexta, que hacían énfasis en determinadas noticias contrarias a Calígula, anteponiendo la palabra “ultra-conservador”, con el fin de desprestigiare lo que a continuación se explicara por el locutoris, el populus hispano estaba hasta los mismisoribus de los desvaríos de Caligula. Los hispanorum comenzaron a padecer fames por carecer de labor. En todos los officium había excedentis y los prelatios de Calígula se palpaban los ovi mientras echaban la culpae al Partidorum Populus.
Tras haber apretadus las clavijorum a los iudicos para que investigaran sólo a los senatorus y prelatios de otros partidus politicorum –con fijación al Partidorum Populus- por aquello de exprimere erroris y deluctum ajénibus, iudicorum revelatus sum. Ya decía por aquella época Cornelio Tácito: Se ve el stramentum en el oculus ajenum, antes que la asser en el propius.
Iudicorum iniciaron investigatios del Partidorum Socialistibus Operum Spanorium y no había alfombraes para tapar tantos magnus deluctus. Sin embargo Calígula optaba por spectare a otro ladus y scondersis para no asomarae el cogotibus por si acasus se lo rebanaban.
Las legiones habían hecho prisioneribus a dos afrum somalíes, siguiendo las órdenes de Calígula que pensó que era más intelligentibus que otros césares como Cayo Nicolas Sarkozibus o Ángela Livia Merkelorum. Crasus erroribus!!!!
Mientras pescatorum spanibus estaban retenidos –eufemismo stupidus- por otros afrum somalíes, Calígula continuaba dando asser de caecus o palorum de invidentibus, con sus prelatios dando ruedorum de prensibus socordis, parlamentando del sexo de angelorum y de la bondad del Gobierno caliguleri.
Después de muchas consultaes con los CDVI consuasoribus, estos le aconsejaron sonridere a Calígula para que hispaniorum cogitere que totus iba cojonudibus, sin embargus, hispaniorum cabreatus sum porque la sonrisi no quita la fames ni da denarios para abonare la lux, ni el gas, ni el telefonus.
Hispanos rogaren que Calígula marchara a tierras lejanas et dejara en otras manus el senator et el prelatio, mientras se preguntaban:
- Quousque tandem, Zeja Jose Luis Rodriguez Calígula, abutere patientia nostra? Quam diu etiam furor iste nos eludet, quem ad finem sese effrenata iactabit audacia? (¿Hasta cuándo, Zeja José Luis Rodríguez Calígula, vas a abusar de nuestra paciencia? Por cuánto tiempo se burlará de nosotros este furor tuyo? ¿Dónde estará el final adonde se lanzará tu audacia desenfrenada?).
Y siguiendum los consejos de los consuasoribus, Calígula seguía sonríendo como si hubiera motivus, et populus hispanorum cada día más jodidus et Calígula cada día más jodiendum.
Todo lo anteriormente escrito es una ficción y cualquier parecido es puriquita coincidencia. He querido trasladar un hecho pseudo-histórico acaecido en Hispania, siendo César, Cayo César apodado Calígula. Apodo que le puso su padre, Germánico, cuando le regalaron unas sandalias como las que usaban las legiones, y, al verlas, su padre le llamó así, ya que Calígula significa “zapatito”.
Espero de vuestra magnanimidad con este “delirium tremens”, pero me regurgitaba en las entrañas y necesitaba soltarlo.