Detrás del cristal encontramos un skyline de formas toscas, geométricas que juegan con el espectador, en contraposición con las formas figurativas, se inicia entonces un intrigante juego de interpretación con el espectador. Los juguetes habitan y activan el ritmo de una ciudad, iniciando una serie de "ires y venires" propios de los objetos, como si se tratara de los autómatas que habitan el interior de un reloj de cuco, se muestran y se esconden. La vida está dentro de la propia vitrina o escaparate, el viandante se detiene y repara sobre lo que ocurre en este hábitat de ensoñación. Se cuestiona quien está delante y detrás del escenario. Son los objetos los que nos observan, una fantasía siempre soñada por los niños.
Los juguetes nos han formado como personas, nos han acompañado durante nuestra infancia en momentos felices y también complicados. Y no deberíamos de abandonarlos dejando de jugar con ellos cuando somos adultos. De este modo no perderíamos núnca esa habilidad (que tienen especialmente los niños) de jugar con todo.
Este es uno de los encargos que te tomas como un proyecto personal, porque hay espacio para el juego y la creación. Es el espectador quien juega a interpretar y completa la significación. Un escenario compuesto de módulos que recrean una ciudad, a modo de juego de construcción. Un ambientación en constante transformación de elementos construidos en cartón, madera y resina, volúmenes apilables, transformábles y versátiles... y en el patio interior un Acuario, un verdadero escenario móvil que recrea el fondo marino con todo tipo de peces, algas y un pulpo...
Así es la nueva tienda de Dideco en la calle Hernán Cortés de Valencia, diseñada por triscaideca. En las fotos se pueden ver fotos de las maquetas y del proceso de producción del escenario del escaparate y el Acuario interior que hemos realizado nosotros.
Referencias a "El soldadito de plomo" de Andersen, "La révolte des joujoux" de Granje de Blainsy, pero sobretodo una fuente de inspiración fue el espítitu lúdico de Ladislav Sutnar, y su proyecto "Park of Pleasures" donde unió marketing y fantasía, construyendo una serie de escenarios oníricos, donde interactuaba y daba vida al producto/mercancia de la vida cotidiana recreando espacios comerciales. Es paradójico pero en los años 50, 60, 70 era más habitual ver este tipo de propuestas arriesgadas, inteligentes,... en estos tiempos hay cierto temor al lanzar mensajes (textuales o visuales) que se libre interpreten. Una paradoja verdad, en estos tiempos de efervescencia visual.