Te diría que la muerte es larga, y
tú apuntarías que aburrida; a lo que yo replicaría que lo es menos si mueres a
manos del amante de tu esposa y te da por pensarlo. En ese momento, callada
ante la contundente verdad, te contaría que he logrado un puesto en la Santa
Compaña y una noche si y otra también salimos de farra entre fuegos fatuos a
meter miedo y reírnos de los cobardes, cobardes como ese hombre que sigue a tu
lado.
Hoy, a petición mía y para celebrar mi
primer aniversario aquí, iremos a la que era nuestra casa.