Hace unas semanas estaba planteándome muy seriamente adoptar un perro y entré en la página de la protectora donde adopté, hace un año y medio, a mis dos gatas actuales. Ya había visto un candidato muy guapo cuando de repente...
esto me rompió el corazón...
Pronto emprendí una campaña pro-adopción, pero mi marido se mostraba reacio y hasta intentó sobornarme. Mis hijos tampoco se ponían de acuerdo...
Tras varias asambleas familiares nos fuimos todos a la protectora a ver cómo estaba la gata...
La pobre estaba debajo de la manta muerta de miedo y cuando mi marido la vio puso el grito en el cielo. Después de un tira y afloja bastante largo nos la llevamos a casa "en acogida".
Hemos pasado un período de adaptación bastante tenso con bufidos, gruñidos y manotazos. Afortunadamente la cosa ha mejorado aunque la siamesa se muestra todavía hostil.
Aunque aún no hemos firmado los papeles de la adopción, a Dios pongo por testigo que esta no vuelve al refugio.
Aquí os dejo las fotos de las protagonistas reales de esta historia:
- las hermanastras malas
y la recién llegada
y para acabar sólo quiero hacer una reflexión sobre las personas que cogen animales porque son graciosos de cachorros sin pensar que luego crecen y viven muchos años y que cuando se cansan los abandonan como si fueran un juguete roto. Quizás deberían pensar lo mal que lo pasan.