Recordatorio

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viernes, 15 de febrero de 2019

De feminismo y personajes masculinos (III): Abrazar la feminidad

           ¡Bienvenidos a la Mazmorra! Rika a vuestro servicio.

         Este artículo es, en parte, una reescritura de otro que sacamos el año pasado… Pero lo he ampliado y escrito mejor.

          O eso espero.

         No borro el anterior por los adorables comentarios <3. ¡Si queréis ir a lo nuevo podéis saltar directamente al apartado de la Mirada Actual! Aunque os recomiendo leer por encima el primer apartado porque pongo el inicio de varias ideas que quiero desarrollar en este artículo.



El aterrorizado ser superior

  
        ¿Sabíais que la Biblia tiene dos versiones del mismo mito del Génesis? La más antigua no establecía ninguna jerarquía entre hombre y mujer

Y creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, y los creó macho y hembra: y los bendijo Dios, diciéndoles: «Procread y multiplicaos, y henchid la tierra; sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los ganados y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra» Génesis 1:28

            En cambio, la versión más moderna, la yahvista, establece la «inferioridad» de Eva al explicar que esta surge de la costilla de Adán.

Y se dijo Yavé Dios: «No es bueno que el hombre este solo, voy a hacerle una ayuda semejante a él» […]. Hizo, pues, Yavé Dios caer sobre el hombre un profundo sopor; y dormido, tomó una de sus costillas, cerrando en su lugar con carne, y de la costilla que del hombre tomara, formó Yavé Dios a la mujer, y se la presentó al hombre. El hombre exclamó: «Esto sí que es ya hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta se llamará varona, porque del varón ha sido tomada.» Génesis 2:21

Ay, casi es como si Adán hubiera tenido una hija (superando un breve e indoloro embarazo) y por tanto tuviera poder sobre ella como si fuera una niña pequeña, ¿eh? No, mejor no seguir por esos derroteros y hablar de la sexualización de la infantilidad.

Resulta curioso que una versión más temprana tenga que afirmar la superioridad del hombre. Da que pensar sobre las religiones más antiguas. Eso sí, es cierto que hay muchos mitos que establecen que la mujer nace de la costilla o de un hueso del hombre.

¿Por qué? ¿Por qué es necesario remarcar tanto la inferioridad de la mujer? ¿Que solo es una parte innecesaria del hombre, hecha para complementarle?

Pues... toca reflexionar sobre cómo los hombres han inventado una figura malvada o inferior, que hace las veces de cabeza de turco para cualquier problema que os podáis imaginar: la mujer.

La curiosidad, madre de la inventiva, es algo de lo que se acusa a las mujeres. ¿No es interesante que siempre sen ellas las que se sientan a pensar sobre lo que las rodea y se pregunten si no quieren cambiar las cosas?

domingo, 23 de abril de 2017

Fanfiction: ¿un género literario?

¡Bienvenidos a la Mazmorra, Frederika a vuestro servicio!

Esta vez toca un artículo cortito y de reflexión. Si has leído el título, has entrado aquí casi seguro por dos razones: para reírte o porque alguna vez has leído/escrito fanfiction y lo aprecias lo suficiente para interesarte por una reflexión sobre el mismo.

En cualquier caso, espero que no acabes riéndote, porque hablo muy en serio.

¿Qué es el fanfiction?


Para empezar, tal y como lo concebimos ahora en la era de Internet, es el producto de un fan que toma aspectos o personajes de una obra, sin importar el medio al que esta pertenezca, y trabaja sobre ello. En concreto, la palabra fanfiction suele referirse al formato escrito y no incluye otros elementos como puede ser música, dibujo, videojuegos, etc. Es decir, entendemos que es una suerte de novelita que sitúa a personajes favoritos en ciertas circunstancias que no se han dado en el libro o medio original. A menudo trata más de parejas que de un único personaje.

Por otra parte, su terreno es Internet, en concreto ciertas páginas como Fanfiction.net o Archive of our own, donde se catalogan los fanfictions por duración, temática, personajes, etc. Por tanto, y es importante recordarlo, no se crea con intenciones económicas, sino que es una forma de demostrar lo mucho que te gusta un producto. Lo suficiente para sentarte y dedicarle tu tiempo escribiendo sobre ello.


viernes, 30 de septiembre de 2016

Los dobles estándares en Harry Potter: Malfoy vs Weasley


¡Bienvenidos a la mazmorra! Rika para serviros, queráis o no.

Malfoy y Weasley son las dos familias de sangre limpia más prominentes de Harry Potter. Si bien la tensión que existe entre ellas se puede advertir ya con el desdén con el que Draco trata a Ron en el primer libro, comprobamos que ambas son rivales desde que el segundo libro nos abre con Lucius Malfoy y Arthur Weasley dándose puñetazos (muy a lo muggle). Luego el señor Malfoy mete el diario de Voldemort entre los libros de Ginny y ya queda sentenciado para el lector. Es decir, ¿cómo se puede ser tan ruin y cobarde? Quizás porque a doña Rowling le gustan mucho más los personajes blancos y negros de lo que nunca reconocerá.

Los Malfoy representan, con la excepción de Narcissa en el último libro con su amor maternal, lo peor de lo peor. Son los snobs odiados incluso entre los mortífagos, chaqueteros, egoístas y, lo peor de todo, cobardes. Los Weasley contrastan con ellos no solo por ser pobres y mucho más numerosos, sino por su amabilidad, cierta torpeza y actitud más abierta/moderna… Al menos en apariencia.




En realidad, si nos fijamos, encontraremos más parecidos negativos que verdaderas diferencias y no estoy segura de que, en varios casos, doña Rowling lo hiciera a propósito. Vamos por pasos.

Los dos clanes son racistas con los muggles, solo que los Weasley se muestran más paternalistas con estos por influencia directa de Arthur Weasley. En teoría trabaja con muggles, pero no sabe prácticamente nada de estos y su interés por los «cachivaches» —la verdad es que nunca he entendido por qué usan coches si ya un enchufe los hace reír por lo absurdo que les parece— infantiliza todavía más el mundo de los muggles. Aun así, la intención que hay detrás es más o menos loable. Por eso acaba teniendo una pelea con Lucius cuando este hace referencia a sus gustos y amistades cuando los padres de Hermione andan cerca.

martes, 6 de septiembre de 2016

Los dobles estándares en HP: el acoso. Racismo


¿Otro artículo sobre el acoso en Harry Potter, Rika? Pues sí, otro que vamos a tener porque me parece muy interesante el tema del racismo mágico que tienen, ya no los antagonistas, sino los protagonistas criados entre muggles. Lo cierto es que al releer los libros me terminé por preguntar por qué doña Rowling no explotó esto un poco más, ya que habría sido muy interesante para definir la sociedad de los magos. Es evidente que un libro no da para todo, pero si lo hubiera hecho no habría sido tanto un doble estándar como un aspecto más a tener en cuenta en el adoctrinamiento de los jóvenes. 

En cualquier caso, vamos a ver un poquito más de cerca, aunque sin pasarnos, el tema del racismo mágico. No voy a incluir de forma extensa cómo se trata a los elfos domésticos, porque ya Hermione se ocupó de hacernos una defensa suya, o de los gigantes y otras criaturas mágicas ya que se quedaron como detalles que Rowling trató y nunca llegó a desarrollar de verdad. 

«—¡Dobby se llevó semejante disgusto cuando se enteró de que Harry Potter estaba en Hogwarts, que se le quemó la cena de su señor! Dobby nunca había recibido tales azotes, señor…» (La cámara secreta, p. 154)

Y lo dice Dobby, que siempre está lleno de heridas y al que en una de las escenas finales vemos cómo Lucius Malfoy lo maltrata:

«Tiró de la puerta, y cuando el elfo se acercó corriendo, le dio una patada que lo envió fuera. Oyeron a Dobby gritar de dolor por el pasillo.» (La cámara secreta p. 283)

Ron señala que nunca ha visto a un elfo doméstico, pero tras conocer a Winky, a pesar de que esta señala que tiene miedo a las alturas y claramente sufre durante los Mundiales, afirma:

«—Bueno, los elfos son felices así, ¿no? —observó Ron—. Ya oíste a Winky antes del partido: “La diversión no es para los elfos domésticos…” Eso es lo que le gusta, que la manden» (El cáliz de fuego, p. 117)


martes, 2 de agosto de 2016

Los dobles estándares en Harry Potter: Hermione Granger


¡Bienvenidos a la mazmorra! Frederika a vuestro servicio una vez más.

Continuamos con los artículos dedicados a los dobles estándares en la saga del mago más famoso después de Gandalf y Merlín. En esta ocasión nos vamos a centrar en un personaje muy especial y, muy por encima, en cómo se trata a las mujeres en el universo mágico. 

A menudo pensamos en Hermione como el personaje más inteligente y legal de todos, básicamente porque está obsesionada con las normas. Se identifica con el ideal de estudiante, con una buena Gryffindor valerosa y digna. Sin embargo, a medida que releía los libros, me iban sorprendiendo más y más ciertas escenas que ella protagonizaba y que nunca (o casi nunca) he visto criticadas.

Por ejemplo, ¿si Hermione no fuera una de las protagonista y nos enterásemos de que ha capturado durante al menos una semana —posiblemente un mes— a una persona, manteniéndola contra su voluntad en un tarro de cristal y sometiéndola a chantaje… qué pensaríamos?

«—Cuando vimos a Malfoy debajo de aquel árbol…—dijo Ron, pensativo. 
—Estaba contándole cosas, la tenía en la mano —continuó Hermione—. Por supuesto, él lo sabía. Así es como ella ha obtenido esas entrevistas tan encantadoras con los Slytherin. A ellos les daba igual que ella estuviera haciendo algo ilegal mientras pudieran contarle cosas horribles sobre nosotros y Hagrid. 
Hermione cogió el tarro de cristal que le había pasado a Ron, y sonrió al escarabajo, que revoloteaba pegándose furiosos golpes contra el cristal. 
—Le he explicado que la dejaré salir cuando lleguemos a Londres. Al tarro le he echado un encantamiento irrompible, para que ella no pueda transformarse. Y ya sabe que tiene que estar calladita un año entero. Veremos si puede dejar el habito de escribir horribles mentiras sobre la gente.» (El cáliz de fuego, p. 630)


viernes, 29 de julio de 2016

Los dobles estándares en Harry Potter: los profesores


¡Bienvenidos a la mazmorra! ¡Frederika a vuestro servicio! 

Hoy, en el conjunto de artículos dedicados a los dobles estándares en Harry Potter, vamos a hablar de los profesores. 

Oh, los profesores. Esas personas que deben proteger y enseñar con equidad a los alumnos. Tenemos una buena ristra de profesores inútiles —Trelawney, Lockhart, Firenze, Hagrid…—, unos pocos odiados —Snape, Umbridge...— y otros queridos —McGonagall, Lupin, Flitwick…—. El problema, como todo en estos libros, es el punto de vista de Harry, que empaña mucho nuestra visión. Algunos profesores claramente no tienen vuelta de hoja, como pueden ser Trelawney o Lockhart. No nos interesan y no los trataremos. Pero otros sí merecen un examen de cerca.

Durante la mayor parte del artículo haré comparaciones con Snape, pues es el profesor cuyos métodos se ponen más en duda. Me gustaría que no se enfocara tanto como una defensa de Snape como simplemente una comparación que pueda superar el odio que siente Harry por él para que valoremos a los profesores en su justa medida. Los títulos de los apartados serán para aproximarse al tema, ya que trataré varias cosas en cada uno.


Severus Snape


«—Anímate —dijo Ron—. Snape siempre le quitaba puntos a Fred y George» (La piedra filosofal, p. 120).

Madre mía, Ron, qué injusticia más grande teniendo en cuenta cómo son tus hermanos. ¿Eso significa que a los otros tres, los que sabemos que eran más responsables, no les quitaba puntos?

Desde el primer momento, Snape aparece como una figura oscura y desagradable muy temible porque tiene el poder: es un profesor. Uno al que se relaciona de inmediato con Voldemort para que el lector empiece a maquinar por su cuenta y sospeche de todos y cada uno de sus actos. ¿Qué hay más temible que tener un profesor como enemigo en un colegio? Son la autoridad, los sustitutos de los padres, con la diferencia de que no tienen por qué apreciarte.

«El profesor Quirrell, con su absurdo turbante, conversaba con un profesor de grasiento pelo negro, nariz ganchuda y piel cetrina.

Todo sucedió muy rápidamente. El profesor de la nariz ganchuda miró por encima del turbante de Quirrell, directamente a los ojos de Harry… y un dolor agudo golpeó a Harry en la cicatriz de la frente» (La piedra filosofal, p. 109).

jueves, 28 de julio de 2016

Índice Harry Potter y sus dobles estándares


¡Bienvenidos a la mazmorra! ¡Frederika a vuestro servicio!

A lo largo de estas semanas vamos a publicar una serie de artículos sobre Harry Potter. El título general sería «Los dobles estándares». Qué mal suena, ¿verdad? Pero tranquilos, no es un artículo hater. Es muy posible que algunos seguramente lo vayan a considerar como tal, pero mi intención es la de tratar aspectos que la narrativa o el fandom no han valorado —al menos desde mi punto de vista— lo suficiente. 

Muchos ya habréis leído artículos de este estilo. En mi caso, siempre han sido en inglés y casi nunca he encontrado largas reflexiones sobre Harry Potter en español. Por eso, por diversión y por interés, he decidido releerme la saga y sacar algunos de los puntos que más se pasan por alto —y otros a los que también se les da caña, pero no lo bastante— y examinarlos según se nos presentan en el libro. 

miércoles, 30 de marzo de 2016

Análisis: El canto del cuco, Robert Galbraith

Título: El canto del cuco
Autor: Robert Galbraith
Sinopsis: Una joven modelo con problemas emocionales cae desde su balcón de Mayfair en plena noche. Su cuerpo yace en la calle nevada. Todo el mundo asume que ha sido un suicidio, excepto su hermano, que contrata los servicios del investigador privado Cormoran Strike para que se encargue del caso.

Veterano de guerra con secuelas físicas y psicológicas, la vida de Strike es un desastre. El encargo le da cierto respiro económico, pero cuanto más profundiza en el complejo mundo de la modelo, más oscuro parece todo y más se acerca Strike a un gran peligro.

Editorial: Espasa
Número de Páginas: 557.


¿Eh? ¡Ah, sí! Perdón, estaba justo terminando de leer el segundo libro de don Galbraith y casi había olvidado que tenía que hacer esta reseña. Como Green prometió hace una semana... ¡ Aquí estamos!

Veamos, todo empezó cuando Lyra, gran fan de la saga de Harry Potter, me aseguró que estos libros eran entretenidos. No pude evitar mostrarme suspicaz [L: ¡Hala! D:]. Aunque Harry Potter forma parte de mi infancia, a medida que crezco cada vez le veo más pegas, no me parece ni de lejos tan maravilloso ni complejos como insisten los fans y tengo muchos encontronazos con algunas de las ideas de doña Rowling…

Un momento, no me digáis que os estáis preguntando el motivo de que saque a colación Harry Potter. ¿No sabíais que Galbraith es un pseudónimo que empleó Rowling para poder escribir algo a diferente sin que sus fans se abalanzaran sobre ella? Seguro que sí. Lo que ya no sabéis es lo que es un pseudónimo, ¿verdad?

En fin, lo que decía, que no siempre me siento cómoda con doña Rowling. Lyra, con todo, me aseguró que no estaban mal y que conseguía desmarcarse de su saga de magos lo cual es una lástima porque, ¿qué hay más interesante que hablar de magos? Por favor… [L: Hablar de hadas] [G: Hablar de dragones] [R: ¿como en Campanilla y Eragon? Ya veis, la misma importancia internacional, jujuju]

El caso es que lo empecé y encontré que la historia resultaba muy aceptable. Confieso que siempre me ha interesado más ver cómo los «muggles» representan a la comunidad mágica [R: es decir, me atraen más las historias de fantasía] y que apenas he leído libros de detectives, excepto alguna consulta obligatoria de don Doyle y doña Agatha Christie —también probé con don S. S. Van Dine, pero sin demasiado éxito, no congenié con su estilo—, de modo que mi opinión es la de una inocente brujita que no tiene experiencia en esta clase de historias.

Quizás por eso me ha gustado bastante el libro. En general, es un clásico de detectives, con personajes bastante estereotipados como protagonistas —Cormoran y Robin [G: ¿Alguien ha dicho Batman y Robin?]— que tienen opiniones muy, errr, incómodas sobre los roles de género. [R: ¿Veis lo que os decía? A veces no me llevo bien con doña Rowling. Sí, sí, sé que es la opinión de sus personajes, pero vaya… Atenea nació de la cabeza de Zeus y siempre fue fiel a su padre, ¿no?]

miércoles, 23 de diciembre de 2015

La tardía corrección política de J.K Rowling


R: Hermione Granger no es el primer personaje que cambia de color según la adaptación —en este caso, la obra teatral que se está preparando para Harry Potter— pero quizás sí constituye uno de los pocos casos en los que la autora afirma que jamás definió su tipo de piel para salir de un apuro en el que podría ser acusada de racista.

Quizás Rowling habló con Ursula K. Le Guin, conocida por la variedad de personajes que emplea en sus historias —destacando a Ged de Un mago de Terramar, «blanqueado» por la posterior serie, para la razonable indignación de la escritora— y decidió que debía seguir su buen ejemplo. Quizás simplemente miró atrás y se dio cuenta de que podía meter a un personaje de color en su elenco protagonista. ¡Y qué personaje! ¡Hermione Granger, no sólo una mujer, sino el cerebro del grupo! ¡La elección perfecta!

El problema es afirmar que nunca has descrito la piel de tu protagonista cuando sí has dado indicios de que es blanca; por ejemplo, cuando Harry menciona su cara «pálida» mientras la ve de lejos a la sombra de un árbol (y por favor, la excusa de que es una expresión para decir que estaba asustada es un poco pobre)—El prisionero de Azkaban, p. 332, ed. Salamandra, 2002— o que llega muy morena de Francia —sí, todo el mundo se puede poner moreno, pero sabemos que Inglaterra es el país de la lluvia y destacar que vuelves más que tostado es algo que normalmente llama la atención en una persona que no tiene piel oscura. En fin, que la autora no resalta que esté «más morena de lo normal»—.

El problema es no quejarte porque no se respete la integridad de tu personaje cuando se lleva a las portadas de los libros, los calendarios y las películas con modelos blancos. En su tweet J. K. Rowling afirma que «White skin was never specified. Rowling loves black Hermione». No asienta canon sobre algo que el propio canon negaría en El prisionero de Azkaban, pero niega haber definido la «raza» de un personaje icónico, a pesar de haber apoyado durante más de una década a la versión «blanca».