Oigo el rumor de un bosque de lamentos
aferrado a la cabellera de pájaros estrella
que extienden sus dominios
sobre la lenta Andalucía.
Al apagarse las soñolientas luces
y mezclarse las coloridas tintas del crepúsculo,
las guitarras pasean sones vagos
y lloran con acordes temblorosos
por las oscuras plazas hambrientas de luceros.
La noche prestidigitadora
enarbola en silencio un pañuelo de sangre,
de sangre de los tristes poetas desangrados
por obra de puñales de amoratados odios.
Alguna voz oscura y desgarrada
ausculta el aire desde la lejanía,
notas de fuego en pentagramas invisibles
que la brisa nocturna va arrastrando entre olivos.
Las húmedas nostalgias se confunden,
las risas desbordadas tienen sed de sollozos;
la pasión escondida se escapa a borbotones
por las ciegas esquinas de unos ojos insomnes.
Qué dirían tus lágrimas
si pudieran volver a derramarse
por las mejillas encendidas de estas tierras
de pasión y de embrujo.
Qué dirían tus ojos,
de melancólicas pupilas dilatadas.
El aire compungido de la madrugada
esparce por el campo la incurable semilla
de las cigarras rotas
que desafían a la máscara gris de la muerte.
Espíritus de bronce y de lamento
bailan con las ardientes músicas de entonces,
y las huellas oscuras de sus labios morenos
imprimen sobre las estrellas sus besos imposibles.
Solo las almas conmovidas podrán adivinarlo:
la noche está plagada de imposibles,
de lo que pudo ser aquellos días
en los que paseabas tus amplias soledades
por entre los olivos.
La muerte arranca demasiadas primaveras,
la tristeza desgarra las pasiones más puras,
mis deseos no son más que una estela
de luciérnagas náufragas en el viento nocturno.
Quién sabe.
Quizás mi canto alcance
las teclas desmembradas de tu antiguo piano,
y nubes de azahar traigan un manto
de ensoñaciones y de hechizos de antaño.
Lo que fue, lo que ha sido;
lo que un día será cuando los cuerpos
sean espíritus de sombra y de lamento.
El mundo está tan solo.
Qué dirían tus lágrimas
si consiguieran volver a humedecer
los secos olivares
de las amargas madrugadas andaluzas.
Qué dirían tus ojos.
3 de agosto de 2008
aferrado a la cabellera de pájaros estrella
que extienden sus dominios
sobre la lenta Andalucía.
Al apagarse las soñolientas luces
y mezclarse las coloridas tintas del crepúsculo,
las guitarras pasean sones vagos
y lloran con acordes temblorosos
por las oscuras plazas hambrientas de luceros.
La noche prestidigitadora
enarbola en silencio un pañuelo de sangre,
de sangre de los tristes poetas desangrados
por obra de puñales de amoratados odios.
Alguna voz oscura y desgarrada
ausculta el aire desde la lejanía,
notas de fuego en pentagramas invisibles
que la brisa nocturna va arrastrando entre olivos.
Las húmedas nostalgias se confunden,
las risas desbordadas tienen sed de sollozos;
la pasión escondida se escapa a borbotones
por las ciegas esquinas de unos ojos insomnes.
Qué dirían tus lágrimas
si pudieran volver a derramarse
por las mejillas encendidas de estas tierras
de pasión y de embrujo.
Qué dirían tus ojos,
de melancólicas pupilas dilatadas.
El aire compungido de la madrugada
esparce por el campo la incurable semilla
de las cigarras rotas
que desafían a la máscara gris de la muerte.
Espíritus de bronce y de lamento
bailan con las ardientes músicas de entonces,
y las huellas oscuras de sus labios morenos
imprimen sobre las estrellas sus besos imposibles.
Solo las almas conmovidas podrán adivinarlo:
la noche está plagada de imposibles,
de lo que pudo ser aquellos días
en los que paseabas tus amplias soledades
por entre los olivos.
La muerte arranca demasiadas primaveras,
la tristeza desgarra las pasiones más puras,
mis deseos no son más que una estela
de luciérnagas náufragas en el viento nocturno.
Quién sabe.
Quizás mi canto alcance
las teclas desmembradas de tu antiguo piano,
y nubes de azahar traigan un manto
de ensoñaciones y de hechizos de antaño.
Lo que fue, lo que ha sido;
lo que un día será cuando los cuerpos
sean espíritus de sombra y de lamento.
El mundo está tan solo.
Qué dirían tus lágrimas
si consiguieran volver a humedecer
los secos olivares
de las amargas madrugadas andaluzas.
Qué dirían tus ojos.
3 de agosto de 2008
© Marina Casado
* ADVERTENCIA: Todas las poesías han pasado por el Registro de Propiedad Intelectual.
En la madrugada de un 18 de agosto de hace hoy setenta y tres años, en los comienzos de la Guerra Civil española, los falangistas de Granada fusilaron a Federico García Lorca. ¿Su crimen? Ser de izquierdas, ser homosexual, ser Poeta. A día de hoy, todavía no han conseguido acallar su voz.
4 comentarios:
El mundo esta solo, pero tiene versos como los tuyos. Mi homenaje tambien al corazon enterrado en Viznar de Garcia Lorca.
Un Abrazo.
Emotivo. De cuánta belleza, ahora inalcanzable, nos privó su muerte.
Un saludo
Es cansino escuchar esta versión sesgada del fusilamiento de Lorca. Voy a intoxicarte a ti también, periodicista de los tópicos.
Qué lamentable resulta la ignorancia. Supongo que eres de las personas que opinan que el pasado, pasado está, incapaz de asimilar que el pasado es presente en muchas ocasiones. Y desde luego, no creo que conozcas lo suficiente de García Lorca como para afirmar tan alegremente que el hecho de recordar la memoria de uno de los poetas más grandes de todos los tiempos sea un tópico.
Te aconsejo que te intereses un poco más por el pasado reciente y dejes de "intoxicar" con tus comentarios ;)
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