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martes, 2 de junio de 2009

Sakuran

  • Título: さくらん –Sakuran–
  • Autora: Moyoco Anno
  • Editorial: Kōdansha
  • Revista: Evening
  • Años publicación: 2001-03
  • Clasificación: josei, seinen
  • Tomos: 1


Hace ya bastante tiempo me leí este manga de prestado, pero ahora he podido releerlo gracias al regalo de Deirdre y Nerea de Pro Shoujo Spain (¡mil gracias por el detallazo!). Cuando me lo leí por primera vez, igual lo pillé en un mal momento porque por un lado no acabó de gustarme y por el otro hubo algunas escenas que no entendí debido a que los personajes utilizan una variedad del japonés arcaica y encima llena de nociones y conceptos muy del contexto en el que está enmarcada la obra y que desconocía. Ahora, tras la relectura, debo decir que me ha gustado mucho más y lo he pasado muy bien leyéndola, igual porque he pillado el libro con más ganas, porque estoy más rodado con el japonés arcaico después de enfrentarme a la traducción de obras como Ikkyū o Hanzō, o por una mezcla de los dos factores.
Sakuran es la historia de Kiyoha, una “dama de compañía” del barrio de placer de Yoshiwara, en la antigua Edo, durante la época de los samuráis. Aunque no se dice en la obra, calculo que se enmarca sobre el siglo XVIII o a principios del siglo XIX y también diré que, aunque en ningún momento se utiliza la palabra “geisha” en las páginas de este manga, la usaré para que podáis seguir fácilmente mi reseña. En vez de geisha, se usan otros conceptos y palabras que supongo eran los que se usaban en la época, siendo “geisha” una palabra más reciente que engloba a todas estas damas de compañía de hace 200 o 300 años. Uno de los conceptos que más se utilizan, por ejemplo, es el de oiran, que vendría a ser la geisha más cotizada y de más rango de cada una de las casas de placer. Solo las geishas más guapas, elegantes y exitosas podían llegar a ser la oiran de su local, lo que las erigía en la gran capitoste de todas las demás geishas, komuro (niñas que en un momento dado serían geishas), hikikomi (jovencitas que aún no están “en el mercado”) y shinzō (geisha recién puesta “en el mercado”).
Kiyoha es una geisha de lo más peculiar, con un carácter bastante violento y desenfadado muy poco propio de una chica de compañía, pero aun así, debido a su belleza y precisamente a su peculiar carácter, tiene mucho éxito entre los clientes. El tomo se abre con un episodio en el que la oiran del local muere a manos de un cliente enamorado de ella y, muy a su pesar y en contra de su voluntad, nombran oiran a Kiyoha. Es decir, que el manga empieza por el final. A partir de aquí, empieza el gran flashback que durará el resto del tomo y en el que se nos narra la vida de Kiyoha, desde que fue vendida al local cuando aún era solo una niña hasta que se convierte en una geisha cotizada, pasando claro está por el momento en el que la “venden” a su primer cliente en la ceremonia del mizuage.

Trabajando...

Actualmente se insiste mucho en decir que las geishas no son prostitutas, sino simples damas de compañía que charlan con los clientes, les distraen, les sirven copas, juegan con ellos y bailan y cantan para ellos. Son, como indica el nombre geisha (芸者) en japonés, “personas 者 artísticas 芸”. Ciertamente, esto es así actualmente, pero en el pasado, además de su arte y su porte, también vendían su cuerpo. Esta obra nos acerca de forma magistral a la forma de vida de estas chicas y a sus dramas internos: desde el esclavismo que representa su venta desde la más tierna infancia hasta el cautiverio total que sufrían detrás de las verjas y portones que mantenían cerrado el barrio de Yoshiwara, pasando por tórridos amoríos (incompatibles con la profesión, por supuesto) y disputas y peleas con las demás geishas del local. Moyoco Anno presenta un gran retrato de la vida en Yoshiwara de esa época muy bien documentado, con mucha gracia y simpatía y con el estilizado estilo de dibujo que caracteriza a la autora de Sugar Sugar Rune y Tokyo Style.
Clasifico este manga como seinen y como josei a la vez por varios motivos. Es seinen porque se publicó en la revista Evening, que es una publicación eminentemente para hombres. Es josei porque Moyoco Anno es una mujer y, como tal, tiene una manera particular de dibujar y presentar los argumentos, una manera que podríamos tildar sin tapujos de “femenina”. La temática también está bastante enfocada al público femenino, por lo que en este aspecto sería josei. Sin embargo, no por eso es una obra que no puedan disfrutar los hombres, ni mucho menos, por lo que, según mi manera de ver las cosas, estaría en la frontera entre el seinen y el josei, del mismo modo que ocurre con Tokyo Style (seinen porque se publicó en una revista seinen, pero josei “de corazón”). Pero bueno, al fin y al cabo esto de “seinen” y “josei” no son más que etiquetas y no creo que valga la pena devanarse los sesos en cosas así: lo importante es que la obra sea buena, y esta lo es.
Aunque Sakuran se compone de un solo tomo, Moyoco Anno retomó la obra en 2005 y empezó una segunda parte en la misma revista Evening, que de momento ha dejado inconclusa e inédita en formato libro. Por otro lado, a los curiosos les encantará saber que en 2007 se realizó una película de imagen real basada en este manga y con el mismo título.


Por cierto, si me permitís un comentario personal (bueno, al fin y al cabo este es un blog personal XD), durante mucho tiempo llegué a aborrecer el tema geishas porque me parecía una temática demasiado mistificada y ellas, demasiado encumbradas en el imaginario de la persona occidental media sobre todo por culpa de la novela y película Memorias de una geisha (¡cuánto daño hizo, y encima con una china en el papel protagonista!). Al fin y al cabo, las geishas no son más que un elemento arcaico dentro de una sociedad, la japonesa, en la que cada vez tienen menos cabida ya que están siendo desplazadas y absorbidas por la vorágine de la modernidad. Son básicamente fósiles de una época ya pasada y se están convirtiendo en simples iconos turísticos sin más valor que el que puede tener ver a un león en la jaula de un zoo (en contraposición a verlo en libertad en la sabana africana).
Sin embargo, esta opinión cambió bastante a raíz de un viaje increíble que tuve la enorme suerte de hacer hace un par de años en compañia de un matrimonio acaudalado que me contrató como cicerone e intérprete durante su viaje a Japón. En este viaje, entre muchas otras experiencias inolvidables que jamás habría imaginado que tendría, tuve la oportunidad de cenar en dos restaurantes de mega-lujo de Kioto, donde este matrimonio contrató a una maiko (aprendiz de geisha) la primera noche y a dos geishas la segunda, que tocaron y bailaron para nosotros. Fue entonces cuando mi opinión sobre las geishas cambió radicalmente, sobre todo gracias a la maiko. Su encanto, su arte para entablar conversación y su porte me dejaron fascinado. Hasta aquel momento, no entendía qué gracia podía tener una mujer maquillada totalmente de blanco, pero os juro que tras charlar un rato con ella eso se difuminó, dejó de tener importancia e incluso llegó a resultar atractivo. Francamente, no me extraña que tantos hombres se hayan enamorado de geishas a lo largo de los siglos. Y encima esa entonación al hablar, ese dialecto de Kioto tan dulce... ¡Buf, impresionante! A mis clientes les encantó la experiencia, claro, porque iban predispuestos favorablemente, pero yo iba en plan escéptico y al final quedé embelesado.

Mi dulce geisha (por cierto, si tenéis Spotify no os perdáis la canción del link, que es LA HOSTIA XDDDD)

Sigo considerando que las geishas son un elemento arcaico, pero ahora temo porque ocurrirá lo obvio, y es que se irán convirtiendo en puros reclamos turísticos. Con mucha pena escuché como la maiko me decía que estaba asistiendo a clases de inglés porque cada vez más venían extranjeros a contratarlas (sobre todo en grupo, con viajes organizados, ¡qué horror!) y necesitaba comunicarse con ellos. ¡Dios, si una de las gracias más evidentes es su entonación y su dulcísimo acento de Kioto! ¡No me las hagas hablar en inglés, que les quitas toda la gracia!
En fin, esta experiencia marcó un antes y un después en mi visión de las geishas y seguramente por eso, ahora que he releído Sakuran tras haberla tenido, me ha gustado e interesado muchísimo más que la primera vez.

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miércoles, 21 de enero de 2009

Cesare

  • Título: チェーザレ –Cesare–
  • Autor: Fuyumi Souryo
  • Editorial: Kôdansha
  • Revista: Morning
  • Años publicación: 2005-?
  • Clasificación: seinen, histórico
  • Tomos: 6 (en curso)


Toca comentar un manga histórico increíblemente bien documentado y trabajado. Cesare, hakai no sôzôsha (Cesare, il creatore che ha distrutto), es un sorprendente manga en muchos aspectos. Primeramente, su aspecto externo resulta chocante en las estanterías de venta de manga, ya que, como se puede ver en el escaneo de la portada, más sobrio no puede ser: todo blanco y con las letras del título en negro. Punto. Si no fuera por la faja adicional que han puesto, con una ilustración a color del interior, difícilmente podríamos deducir que se trata de un manga (sin abrirlo, se entiende).
Cesare es una obra creada por Fuyumi Souryo, conocida entre los círculos otaku por la obra Mars y, debido al gran detallismo en documentación (tanto de hechos como de aspectos del tipo ropajes, herramientas, aspecto de las ciudades y demás) se publica a trompicones en la revista seinen de Kôdansha Morning desde 2005. Actualmente cuenta con seis tomos.
Esta obra se basa en la vida de Cesare Borgia (o César Borja), noble de origen español y figura importantísima en el Renacimiento italiano en la época a caballo entre los signos XV y XVI, aunque la historia se cuenta desde el punto de vista del joven florentino Angelo da Canossa. Todo empieza cuando Angelo, tras recibir una beca de la familia Medici, entra a estudiar a la Universidad Sapienza, en Pisa. Allí, los estudiantes deben dividirse en grupos según su origen, y Angelo por supuesto entra al “grupo fiorentino”. Sin embargo, desde el primer día, y sin que haya mala intención por su parte, se gana mala fama entre sus compatriotas debido a una supuesta falta de respeto hacia Giovanni de Medici, el líder de los florentinos e hijo del hombre que se ha convertido en su mecenas y le ha permitido entrar a la universidad. Es en este momento cuando la figura de Cesare, líder del “grupo español”, acompañado de su lugarteniente Michelotto (Miguel) aparece para ayudar a Angelo, lo que representa el inicio de su relación de amistad y camaradería, para desespero de su amigo y confidente Roberto, que le ayuda a comprender las situaciones y los diferentes rifirrafes políticos que hay.

Angelo con Cesare. Un poco gays, ¿no? XD

En medio de todo esto, Souryo nos deleita con sus extensísimos conocimientos sobre el Renacimiento y la situación de los estudiantes en la Universidad de Pisa, así como sobre la biografía de Cesare Borgia, los Medici y todo este percal. Todo está extraordinariamente documentado, como evidencia la extensa bibliografía que se incluye como extra al final del tomo, y comprobado y corregido por el especialista en el campo Motoaki Hara. De hecho, la historia sigue el hilo trazado por la biografía de Cesare Borgia realizada por el especialista más importante en este campo, Gustavo Sacerdote. Es cierto que a veces la lectura puede hacerse bastante espesa, sobre todo en japonés –con tantos nombres italianos, españoles, alemanes y franceses escritos en el silabario katakana– pero resulta muy interesante. Supongo que en una traducción a cualquier lengua occidental escrita en alfabeto romano, en este aspecto en concreto se mejorará considerablemente la legibilidad de la obra.
Por lo que se ve, Cesare se está publicando en Italia (Souryo y Hara fueron invitados a la feria de Lucca 2007 con motivo de la publicación de este título), y no me extrañaría que en un futuro no demasiado lejano tuviésemos también una versión en español, ni que sea porque el solo hecho de que el protagonista de la obra es una figura histórica perteneciente a una familia noble española tan famosa como los Borgia. Por supuesto, este hecho puede estimular mucho la curiosidad del público lector y de los medios. A mí me ha parecido una obra muy interesante, muy bien documentada, y excelentemente dibujada (todos los personajes son muy bishônen, eso sí –dudo que en la realidad fueran todos tan guapos– pero se puede perdonar).

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lunes, 30 de junio de 2008

Oo-oku (El harén)

  • Título: 大奥 –Oo-oku– (El harén)
  • Autor: Fumi Yoshinaga
  • Editorial: Hakusensha
  • Revista: Melody
  • Años publicación: 2004-?
  • Clasificación: josei, seinen, histórico
  • Tomos: 3 (en curso)


Este manga no me lo habría comprado si no hubiese sido por su palmarés; y me habría arrepentido, la verdad. No me malinterpretéis: las obras de samuráis me gustan bastante, y de hecho hasta cierto punto me he llegado a "especializar" en traducir obras históricas (La Espada del Inmortal, Kenshin, Sidooh, Gintama, Ryûgetsushô, Ikkyû etc.), pero hay un tipo de obras de época con las que de momento no he congeniado mucho. Me refiero a las típicas series de samuráis de esas que suelen echar en la tele japonesa, como Mito Kômon o similares, donde predomina el diálogo y la acción queda en un segundo o tercer plano. En este tipo de obras, se utiliza un lenguaje "antiguo", con expresiones bastante rocambolescas y rebuscadas, así como conceptos y cargos de la antigua corte imperial o del gobierno feudal bakufu.
Para que os hagáis a la idea, una frase tipo "Cuidado con el karô, que ha ido al bugyôsho para hablar de la situación en Hatchôbori" no sería demasiado rara en este tipo de obras, pero además adornada con una pátina de expresiones y construcciones gramaticales antiguas actualmente en desuso (el japonés antiguo y el moderno son bastante diferentes). Ahora, debido al rodaje que llevo de tomos y tomos de mangas de samuráis traducidos, puedo ya comenzar a captar de qué va la cosa y saber que la frase anterior se refiere a que se preste atención al miembro del consejo del comandante supremo -shôgun- (karô), porque se ha ido a la oficina del bugyô (traducido como "magistrado", pero en realidad era una especie de comisario de la policía de la época) para hablar de la situación en la antigua cárcel de la ciudad de Edo -actual Tokio-, situada en la zona de Hatchôbori. Aunque ahora más o menos puedo seguir fluidamente este tipo de conversaciones, sigue sin atraerme demasiado el tema "costumbrismo samurái", la verdad.
En cualquier caso, la obra que reseño en esta ocasión, Oo-oku, está realizada por Fumi Yoshinaga, autora conocida por sus manga josei, como Antique Bakery, así como por sus obras de boy's love. Ciertamente, no es una temática que me atraiga demasiado. Sin embargo, Oo-oku consiguió un premio a la excelencia en 2006 del prestigioso Japan Media Arts Festival y fue nominada para los premios Tezuka, auténtica referencia de la industria del manga, en 2007. Había que ver de qué va la cosa, ¿verdad? Y, sinceramente, me ha encantado.
El inicio del manga es bastante soprendente: una misteriosa epidemia se declara en un pueblecito de Japón y se extiende a todo el país en cuestión de pocos años. Curiosamente, la epidemia solo afecta a los hombres, así que la población masculina de Japón queda reducida a una cuarta parte de lo que había sido. Esto provoca, por supuesto, que haya un hombre por cada cuatro mujeres, lo que obliga a las mujeres a hacerse cargo de las riendas del país y a realizar trabajos que hasta el momento habían sido realizados por hombres, como la construcción, herrería, temas militares... Incluso los máximos cargos dentro del gobierno pasan a ser ocupados por mujeres, y el cargo de shôgun acaba recayendo también sobre una mujer. Los hombres se convierten en preciadas piezas de una sociedad matriarcal que les necesita para reproducirse; así, con tal de conseguir "simiente" masculina, las tornas se cambian también en los barrios de placer, como el de Yoshiwara, donde los hombres se acuestan con sus clientas y les "donan" su simiente a cambio de dinero.

Un dibujo austero pero resultón y un guión fluido y adictivo

Como no puede ser de otra manera, tener a un hombre a disposición exclusiva de una mujer se convierte en un gran lujo. Así, la shôgun demuestra su enorme poder con un harén masculino que se dice que cuenta con más de 3000 hombres (aunque en realidad hay unos 800), todos a su exclusivo servicio. Los aposentos de este harén, donde ninguna mujer excepto la shôgun puede entrar, se llaman "oo-oku" (El gran fondo), y existieron en el Japón real del período Edo pero, claro está, con shôguns masculinos y harenes femeninos.
Oo-oku nos cuenta la historia de Yûnoshin Mizuno, hatamoto (samurái de rango bajo al servicio del shôgun) bonachón y amable con todas las mujeres, hasta el punto de que se acuesta con muchas de ellas, feas y guapas, gratuitamente, para "hacerles el favor" de regalarles su simiente. En un momento dado, Mizuno decide ingresar al oo-oku para ayudar a su familia, en una situación económica más bien precaria, y ahí empieza de verdad el manga, que nos cuenta las intrigas del harén masculino, el trato con la shôgun, etc.
Me ha parecido un manga muy interesante, muy bien narrado y apasionante. A pesar del extenso uso de jerga "de época" como la que mento más arriba, tal vez porque ya estoy por fin acostumbrado a ella, o tal vez porque Yoshinaga escribe con una fluidez sorprendente que hace que las distintas intervenciones sean muy sencillas de seguir, devoré el primer tomo y me quedé con ganas de más. El manga, además, está por lo visto estructurado en varias historias autoconclusivas: unas tres cuartas partes del primer tomo las ocupa la historia de Yûnoshin Mizuno, y luego empieza otra historia, igualmente interesante. De hecho, el primer tomo termina con un cliffhanger que provoca ganas de seguir leyendo el segundo volumen inmediatamente (lástima que no lo tenga a mano).
Al ser un josei, el manga está escrito por una mujer y enfocado básicamente a público femenino, aunque eso no quita que cualquiera pueda disfrutar de él. El trazo, sencillo y femenino, puede echar para atrás en el momento de hojear el manga, pero una vez te pones a leer, no desmerece en absoluto el guión. Hay escenas, como por ejemplo un conato de violación entre los hombres del harén, ávidos de sexo, y también algún detalle de amor o afecto homosexual, como era esperable de una autora que destaca por sus obras de boy's love, pero en absoluto desentonan. De hecho, lo raro sería que este tipo de cosas no ocurrieran en una situación extrema en la que tienes a ochocientos hombres jóvenes encerrados y sin contacto alguno con ninguna mujer que no sea la shôgun. Una shôgun, por cierto, que al principio del manga es una señorona, pero luego pasa a ser una niña que por supuesto no tiene el horno para bollos, y cuatro largos años después, tras la muerte por enfermedad de la shôgun infantil, pasa a ser una mujer bastante pueblerina que, por fin, parece que va a utilizar el oo-oku para su propósito. ¿Quién será el afortunado elegido por la shôgun para pasar la noche?

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