¡DORMIIIII, SÍ, SÍÍÍ, SÍÍÍÍÍ , ¡DORMIIIIII, JAJAJAJAJA!, ¡SÍÍÍÍÍÍ!
Distinguidos lectores, queridísimas lectoras, querid@s amig@s, etc., etc. y etc.. La penúltima vez que miré el reloj esta otra y última madrugada de insomnio y desvelo marcaba las 6:03 o'clock en punto. Resignado y al mismo tiempo cabreado porque mi querido amigo Morfeo me tenía abandonado, di una vuelta sobre mi eje en la cama y no recuerdo más hasta que esta tarde y cuando eran exactamente a las 2:12 o'clock de la susodicha tarde, escuché una voz que me resultó muy familiar y que con estas mismas palabras me dijo: "papá, despierta que ya esta la comida hecha".
Recuerdo que abrí los ojos y lo primero que vi fue la cara de mi hijo, por lo que enseguida me di cuenta del porqué aquella voz me resultaba tan familiar, lo segundo fue mirar el reloj y ver que marcaba exactamente la hora que en el párrafo anterior he dicho, por lo que también enseguida me di cuenta de que sin darme cuenta ¡por fin había dormido!, y para redondear la faena ¡también me desperté con apetito!.
Hoy me levanté de cama con ánimos renovados pese a que todavía siento que tengo una deuda con mi cuerpo y que le debo muchas horas de sueño, pero esas pocas en las que Morfeo me volvió a acoger en su regazo fueron para mi todo un regalazo.
Hoy prometía ser un buen día, de los que hace mucho que no tengo, pero no sé qué o quién cojones me echó un "meigallo" o "mal de ojo", que cuando estoy contento siempre surge algo que me jode la marrana, y esto me sucede desde siempre, y unas veces me surgen por la tarde y otras por la mañana.
El caso es que bajé a tomar mi dosis de cafeína como todos los días. En el bar estaban la dueña y con la que me llevo muy bien, tanto que en su cafetería expongo mis cuadros, aparte de ella estaba un señor de 57 años y con el su hijo de veintitantos.
Por ser la barra pequeña la distancia que me separaba de los otros dos clientes era corta, aparte de que la euforia que mostraba el paisano lo hacían hablar en un tono alto. Yo ajeno a la conversación me pongo a leer la prensa empezando como siempre por la página de las esquelas por si algún día una de ellas me da una alegría. (Ya sé que soy malo, muy malo, y llámame hijo de puta si quieres... pero que conste que yo puedo serlo, pero mi madre desde siempre ha sido costurera y eso lo juro por lo que sea).
La conversación que mantenían entre la dueña y los otros dos clientes apartó mi vista de la prensa y me hizo mirar para ellos cuando el mayor dijo con claros síntomas de alegría que dentro de dos meses se jubilaría.
Y yo miré para él y pensé que por la edad que aparentaba sería un prejubilado de telefónica o de la banca. El caso es que como un papón me quedé mirando para él sin dejar de pensar cómo podría ser que a su edad se jubilase en un par de meses.
Y así, mirando para él como el papón me sorprendió cuando girándose sobre su eje dejó de darme la espalda para tenerme de cara. Nuestras miradas se cruzaron más o menos a la altura de los grifos de caña y por entrar en conversación le sonreí muy educadamente al mismo tiempo que lo felicité con un "que suerte".
Él, al que se le notaba eufórico y con ganas de parloteo, respondió a mis palabras con una respuesta que dio lugar a la conversación que surgió tal como a continuación cuento:
-Hombre, eso que usted dice que es suerte para mí no lo es ya que si me puedo jubilar dentro de dos meses es porque estoy jodido- y al mismo tiempo que me dijo esto levantó la pierna derecha y me la enseñó viendo yo en ella como único defecto algo raro en el zapato.
-Perdone que se lo pregunte así, pero ¿es usted cojo?- le pregunté.
-Sí, tuve poliomielitis siendo niño y dentro de dos meses cumplo 38 años cotizados y me jubilan por secuelas de polio y con el 100%- me dijo sacando pecho.
Y yo, que lo mismo que a veces reacciono como un gilipollas y otras como el chulito de la película, lo hice esta vez como la segunda y con una sonrisa le volví a repetir "que suerte", y eso, como el chulito de la peli dejé de mirarlo y volví a centrarme en las esquelas.
-¡Coño!, ¿es que usted cambiaría una pierna que me vale para nada por poder jubilarse a los 57 años como yo y después de llevar 38 trabajando?. Perdone pero usted no sabe lo que dice.-
Ese buen hombre sin quererlo había dado pie, el enfermo concretamente, a que este menda se creciera en su papel de chulito de película.
Apoyándome en el mostrador para disimular mi cojera recorrí los tres metros que nos separaban y en plan descarado me agaché ante él y le miré la pierna de arriba a abajo y viceversa y tras comprobar que la única muestra de defecto en ella era sólo presumible porque tenía un zapato ortopédico, me incorporé, me puse serio y muy seguro y convencido de lo que decía le respondí a la cara:
-le repito lo de que suerte por su jubilación y en cuanto a su pierna y así a simple vista, si pudiese se la cambiaría por la mía- y dicho esto e imitando su anterior gesto se la levanté y se la mostré quedándose el tipo descolocado pensando que posiblemente saldría perdiendo en el cambio a juzgar por la aparatosidad de mi zapato.
-¿polio también?- me pregunta él, respondiéndole yo que -yes very güel-, para dejar claro que domino el inglés como un inglés de Inglaterra. (Esto también es parte del papel de chulito de película y que desde ese momento dejé de adoptar para mantener con él, y habida cuenta de que había tomado la pastilla, una conversación más seria sobre lo nuestro, lo que por si alguien se incorpora tarde a esta entrada diré para ponerlo al corriente de los hechos que eso de "lo nuestro" ni era amor ni tampoco sexo, aunque hay un detalle que hace que podría dejar alguna duda a este respecto, y ese era precisamente lo nuestro... que la vida ya nos había dado por culo mucho antes de que supiésemos como funcionaba el pito.
El caso es que el hombre me explicó como y que debo hacer para igual que él poder jubilarme al cumplir los 38 de cotización los cuales cumpliré de cualquier manera salvo que me muera, el próximo 2 de agosto, (porque lo trabajado sin estar asegurado no computa, pues de ser así sería el 17 de junio, así que otro motivo más para cagarme en la puta).
Yo escuchaba con atención, con ilusión y con una alegría contenida lo que me decía hasta que... como siempre surgió el inconveniente que me jodió la marrana, siendo éste que para tener ese derecho debería tener una minusvalía reconocida de un 45% y desde hace 15 años.
-¡Mátame camión!-, exclame disgustado porque este gilipollas que ante ustedes escribe, jamás solicitó tal reconocimiento pese a que cienes y cienes de veces me lo aconsejaron. "Yo no soy un minusvalido, puedo ganarme la vida trabajando y me considero tan válido como cualquiera. Cuando sea viejo y no pueda ya la solicitaré si es que me hace falta", respondía orgulloso y con la soberbia de un joven que se sentía sano y fuerte pero que no tenía ni puta idea de lo que tenía encima y menos todavía de los estragos que el paso de los años le depararía.
-Montse, ¿me dejas un cuchillo un momentito?- le pedí a la dueña que sin preguntarme el para qué lo quería me lo entregó muy educadamente como se entregan los cuchillos, es decir, dándomelo por el mango y agarrándolo por el filo.
Y allí, en plena cafetería y a eso de las 5 y pico de la tarde, de no ser por la agilidad y destreza del joven que de un golpe me lo arrebató de la mano, estuve a punto de hacerme publicamente el hara-kiri y así dejar a este país con un tonto menos en el censo.
En fin, lo bueno y eso es lo que en realidad importa es que esta mañana SI PUDE DORMIR, lo jodido es que creo que después de esto que me sucedió hoy y el disgusto que llevé, no volveré a pegar ojo en una larga temporada, y juro... bueno, jurar no lo juro porque a lo mejor me rajo, pero la próxima noche de insomnio o el próximo disgusto que lleve por culpa del trabajo, me doy de cabezazos contra la pared hasta que una de las dos caiga a cachos.
¡Lo juro!... bueno, no lo juro pero queda dicho.
¡CAGONMIPUTAESTAMPAINLAMADREQUEMEPARIO!, QUE GILIPOLLAS FUI.
Recuerdo que abrí los ojos y lo primero que vi fue la cara de mi hijo, por lo que enseguida me di cuenta del porqué aquella voz me resultaba tan familiar, lo segundo fue mirar el reloj y ver que marcaba exactamente la hora que en el párrafo anterior he dicho, por lo que también enseguida me di cuenta de que sin darme cuenta ¡por fin había dormido!, y para redondear la faena ¡también me desperté con apetito!.
Hoy me levanté de cama con ánimos renovados pese a que todavía siento que tengo una deuda con mi cuerpo y que le debo muchas horas de sueño, pero esas pocas en las que Morfeo me volvió a acoger en su regazo fueron para mi todo un regalazo.
Hoy prometía ser un buen día, de los que hace mucho que no tengo, pero no sé qué o quién cojones me echó un "meigallo" o "mal de ojo", que cuando estoy contento siempre surge algo que me jode la marrana, y esto me sucede desde siempre, y unas veces me surgen por la tarde y otras por la mañana.
El caso es que bajé a tomar mi dosis de cafeína como todos los días. En el bar estaban la dueña y con la que me llevo muy bien, tanto que en su cafetería expongo mis cuadros, aparte de ella estaba un señor de 57 años y con el su hijo de veintitantos.
Por ser la barra pequeña la distancia que me separaba de los otros dos clientes era corta, aparte de que la euforia que mostraba el paisano lo hacían hablar en un tono alto. Yo ajeno a la conversación me pongo a leer la prensa empezando como siempre por la página de las esquelas por si algún día una de ellas me da una alegría. (Ya sé que soy malo, muy malo, y llámame hijo de puta si quieres... pero que conste que yo puedo serlo, pero mi madre desde siempre ha sido costurera y eso lo juro por lo que sea).
La conversación que mantenían entre la dueña y los otros dos clientes apartó mi vista de la prensa y me hizo mirar para ellos cuando el mayor dijo con claros síntomas de alegría que dentro de dos meses se jubilaría.
Y yo miré para él y pensé que por la edad que aparentaba sería un prejubilado de telefónica o de la banca. El caso es que como un papón me quedé mirando para él sin dejar de pensar cómo podría ser que a su edad se jubilase en un par de meses.
Y así, mirando para él como el papón me sorprendió cuando girándose sobre su eje dejó de darme la espalda para tenerme de cara. Nuestras miradas se cruzaron más o menos a la altura de los grifos de caña y por entrar en conversación le sonreí muy educadamente al mismo tiempo que lo felicité con un "que suerte".
Él, al que se le notaba eufórico y con ganas de parloteo, respondió a mis palabras con una respuesta que dio lugar a la conversación que surgió tal como a continuación cuento:
-Hombre, eso que usted dice que es suerte para mí no lo es ya que si me puedo jubilar dentro de dos meses es porque estoy jodido- y al mismo tiempo que me dijo esto levantó la pierna derecha y me la enseñó viendo yo en ella como único defecto algo raro en el zapato.
-Perdone que se lo pregunte así, pero ¿es usted cojo?- le pregunté.
-Sí, tuve poliomielitis siendo niño y dentro de dos meses cumplo 38 años cotizados y me jubilan por secuelas de polio y con el 100%- me dijo sacando pecho.
Y yo, que lo mismo que a veces reacciono como un gilipollas y otras como el chulito de la película, lo hice esta vez como la segunda y con una sonrisa le volví a repetir "que suerte", y eso, como el chulito de la peli dejé de mirarlo y volví a centrarme en las esquelas.
-¡Coño!, ¿es que usted cambiaría una pierna que me vale para nada por poder jubilarse a los 57 años como yo y después de llevar 38 trabajando?. Perdone pero usted no sabe lo que dice.-
Ese buen hombre sin quererlo había dado pie, el enfermo concretamente, a que este menda se creciera en su papel de chulito de película.
Apoyándome en el mostrador para disimular mi cojera recorrí los tres metros que nos separaban y en plan descarado me agaché ante él y le miré la pierna de arriba a abajo y viceversa y tras comprobar que la única muestra de defecto en ella era sólo presumible porque tenía un zapato ortopédico, me incorporé, me puse serio y muy seguro y convencido de lo que decía le respondí a la cara:
-le repito lo de que suerte por su jubilación y en cuanto a su pierna y así a simple vista, si pudiese se la cambiaría por la mía- y dicho esto e imitando su anterior gesto se la levanté y se la mostré quedándose el tipo descolocado pensando que posiblemente saldría perdiendo en el cambio a juzgar por la aparatosidad de mi zapato.
-¿polio también?- me pregunta él, respondiéndole yo que -yes very güel-, para dejar claro que domino el inglés como un inglés de Inglaterra. (Esto también es parte del papel de chulito de película y que desde ese momento dejé de adoptar para mantener con él, y habida cuenta de que había tomado la pastilla, una conversación más seria sobre lo nuestro, lo que por si alguien se incorpora tarde a esta entrada diré para ponerlo al corriente de los hechos que eso de "lo nuestro" ni era amor ni tampoco sexo, aunque hay un detalle que hace que podría dejar alguna duda a este respecto, y ese era precisamente lo nuestro... que la vida ya nos había dado por culo mucho antes de que supiésemos como funcionaba el pito.
El caso es que el hombre me explicó como y que debo hacer para igual que él poder jubilarme al cumplir los 38 de cotización los cuales cumpliré de cualquier manera salvo que me muera, el próximo 2 de agosto, (porque lo trabajado sin estar asegurado no computa, pues de ser así sería el 17 de junio, así que otro motivo más para cagarme en la puta).
Yo escuchaba con atención, con ilusión y con una alegría contenida lo que me decía hasta que... como siempre surgió el inconveniente que me jodió la marrana, siendo éste que para tener ese derecho debería tener una minusvalía reconocida de un 45% y desde hace 15 años.
-¡Mátame camión!-, exclame disgustado porque este gilipollas que ante ustedes escribe, jamás solicitó tal reconocimiento pese a que cienes y cienes de veces me lo aconsejaron. "Yo no soy un minusvalido, puedo ganarme la vida trabajando y me considero tan válido como cualquiera. Cuando sea viejo y no pueda ya la solicitaré si es que me hace falta", respondía orgulloso y con la soberbia de un joven que se sentía sano y fuerte pero que no tenía ni puta idea de lo que tenía encima y menos todavía de los estragos que el paso de los años le depararía.
-Montse, ¿me dejas un cuchillo un momentito?- le pedí a la dueña que sin preguntarme el para qué lo quería me lo entregó muy educadamente como se entregan los cuchillos, es decir, dándomelo por el mango y agarrándolo por el filo.
Y allí, en plena cafetería y a eso de las 5 y pico de la tarde, de no ser por la agilidad y destreza del joven que de un golpe me lo arrebató de la mano, estuve a punto de hacerme publicamente el hara-kiri y así dejar a este país con un tonto menos en el censo.
En fin, lo bueno y eso es lo que en realidad importa es que esta mañana SI PUDE DORMIR, lo jodido es que creo que después de esto que me sucedió hoy y el disgusto que llevé, no volveré a pegar ojo en una larga temporada, y juro... bueno, jurar no lo juro porque a lo mejor me rajo, pero la próxima noche de insomnio o el próximo disgusto que lleve por culpa del trabajo, me doy de cabezazos contra la pared hasta que una de las dos caiga a cachos.
¡Lo juro!... bueno, no lo juro pero queda dicho.
¡CAGONMIPUTAESTAMPAINLAMADREQUEMEPARIO!, QUE GILIPOLLAS FUI.
2 han comentado:
Ya te digo yo Manolo, que el que la sigue la consigue. Entiendo que estés tan ufano y alegre después de haber dormido a pierna suelta durante siete horas, hecho este que un servidor solo consigue tomándose cada día una tortilla de SOMNOVIT.Otra coincidencia, esta del puñetero mal del sueño, que añadir a nuestras vidas y por lo que te leo hay otra que casi me roza. Y te cuento.
Mi padre sufrió de tierno infante poliomielitis, con lo que quedó de por vida cojo y todas esas
vicisitudes que comentas me son, por vividas, muy cercanas. Ademas era zapatero, y de los buenos, con lo que calzaba, como en actual ortopedia, a todo el que cojera tenía con esos zapatos de plataforma que nombras, hechos por el mismo como buen artesano.
En lo que no tengo por menos que darte la razón es en el asunto de la "jodia" jubilación, más lo tuyo debió ser una cuestión de orgullo, cualidad patria que en ocasiones nos arruina la vida, y que por dignidad alzamos al viento. De cualquier manera a lo hecho, pecho. Intenta un día levantarte como Jack Nicholsson en El Resplandor, con la mirada vuelta y un hacha en la mano para joder cuanto te salga al paso y verás como sin vacilación algún juez "agilipollao" te jubila en un piss-pass. Un saludo, que me voy a la cama a ver si duermo o cuento vacas, que son más gordas y cuesta menos...
No me des ideas, no me des ideas, que el trastero tengo un muy buen arpón de mis tiempos en que echándole un par de huevos me metía en el mar y disparaba a todo lo que se movía, con tan buena puntería que casi podría asegurar que de la de Noya y Muros, perforé y atravesé toda la flora y la fauna de al menos media Ría, es decir, sino cazaba un pez dejaba un alga herida.
Ahora mismo dejo esto y me pongo a ensayar esa terrorifica mirada frente al espejo, pues pudiera ser no lo niego, que para salir de este atolladero algún día tenga que recurrir a eso.
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