Ahora todos somos uno
Más que nunca tenemos que protegernos
para proteger y en esta misión tenemos asegurada la victoria
24/03/2020
Existe un axioma según el cual cuanto más difíciles
han sido los momentos en la historia de la Humanidad, mayores han sido también
las muestras de ayuda desinteresada, altruismo y solidaridad de las
personas. Por lo que podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que el
cariño y el amor son la gran e ineludible verdad sobre la que se sustenta la
inigualable belleza de la naturaleza humana.
La actual situación de emergencia sanitaria que hay en
España provocada por el coronavirus (covid-19) es una buena muestra de ello.
Todos los días estamos viendo las grandes muestras de agradecimiento con las
que la población española obsequia a todo el personal sanitario, así como las
manifestaciones de reconocimiento que ofrenda a los transportistas y a todas
las personas que, día a día, siguen trabajando en los supermercados y
en el sector de la alimentación, asegurando de este modo que todos los
hogares sigan igual de abastecidos que antes de la crisis. Con un especial
recuerdo y apoyo a nuestros mayores y a cuantas personas están a su
cuidado, dignificando unos y otros no solo su vida, sino también la del
conjunto de la sociedad.
Sin embargo, y felizmente, no acaban aquí las
manifestaciones de gratitud. Existen muchas más. Pero quiero centrarme ahora,
especialmente, en un caso que considero de especial interés, puesto que
proviene de la juventud, y particularmente, de la juventud aragonesa. Me
refiero, en concreto, a una serie de emotivas cartas que, dirigidas a los
militares españoles y escritas por jóvenes estudiantes de nuestra tierra, están
siendo publicadas durante los últimos meses en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, cuyo
director es Nicolás Espada, dentro de su magnífico suplemento semanal El
Periódico del estudiante que coordina la periodista Laura Rabanaque. Y lo más
destacable: todas estas emotivas cartas finalizan con muestras de
agradecimiento hacia los militares españoles y con la palabra «gracias».
Con gran atención las he ido leyendo, y en todas y
cada una he podido constatar una claridad expositiva, una sensibilidad narrativa y tal
profundidad de conocimientos de la cultura militar, que denotan en sus jóvenes
autores (Carmen, Rocío, Jaime, Marta o Paola, entre otros) un sincero
reconocimiento al valor y a la labor que desarrollan nuestras Fuerzas Armadas,
así como un auténtico sentimiento de pertenencia a ellas, pues todos y cada uno
de nosotros servimos al bien común de España.
Y en el caso de nuestros jóvenes, estamos
hablando de una juventud que, a pesar de ser la gran ausente en los medios
de comunicación (salvo meritorias excepciones, como en el caso de este
periódico) demuestra un alto grado de formación y calidad humana. Ellos son la
mejor prueba de que tenemos ante nosotros un futuro prometedor.
En sus entrañables Cartas a un militar, los jóvenes
aragoneses, además de mostrar un reconocimiento a las Fuerzas Armadas,
recuerdan también que gracias a su labor secular se lograron importantes
avances en la ciencia y en la medicina.
De hecho, se debe a un militar aragonés, el
comandante médico Fidel Pagés Miravé (1886-1923) la invención de la anestesia
epidural que actualmente se aplica a muchas madres en el momento de
dar a luz. Y del mismo modo, el médico militar navarro Nicasio Landa
(1830-1891) fue el inventor, en 1865, de un mandil de socorro para el ágil
transporte de heridos en combate hasta los hospitales de campaña, el cual
–durante décadas– fue decisivo para que las vidas de muchos soldados fueran
salvadas.
Soldados de la UME desplegados,con equipos de desinfección, en la Plaza de España de Zaragoza.- Foto Ángel de Castro / El Periódico de Aragón.- 23 de marzo de 2020 |
Una universal y pionera campaña de vacunación
(considerada por la OMS como la primera misión internacional de carácter
sanitario en el mundo) a la que también va intrínsecamente unido el nombre de
la enfermera gallega Isabel Zendal Gómez (nacida en 1773, y cuya fecha de
fallecimiento en Méjico se desconoce), así como los de los veintidós
niños españoles que estuvieron a su cargo durante las innumerables travesías,
portando las pústulas de la viruela en sus brazos (conocidos por ello como «los
niños de la viruela») de la que se extraía la aguadilla de la vacuna para su
eficaz aplicación.
Todo lo anteriormente expuesto evidencia que las
Fuerzas Armadas no solo emanan de la sociedad sino que nacen con la vocación de
estar a su servicio, procurar su bienestar y garantizar sus libertades y
protección. Por todo lo cual, no es sino la manifestación de la más pura
normalidad democrática el ver en las calles de nuestras ciudades y
pueblos a los militares de la Legión, de la Infantería de Marina, y de
la UME (la Unidad Militad de Emergencias, cuyo lema es precisamente Para
servir) proporcionando tranquilidad y serenidad a la población, en
estos momentos en que tanto se necesita.
Más que nunca, necesitamos protegernos para proteger y
en esta inexcusable misión tenemos asegurada la victoria final, porque
ahora todos somos uno, unidos por el cariño y el amor.
*Historiador y periodista