José Luis Guerín es el cineasta de la mirada serena. José Luis Guerín tiene una virtud inédita en los tiempos que corren. Se para. Observa. Escucha. Siente el tiempo acariciando sus dedos, su cosquilleo, su placer y su dolor. Luego el tiempo pasa, la vida pasa, las gentes pasan, como nos pasa a todos, pero él ha podido captar parte de una esencia que los demás, como mucho, intuimos.
José Luís Guerín es un gran desconocido entre el gran público. Tan solo En construcción, su anterior documental, brillante pero más accesible, sobre la limpieza de cara del barrio del Raval en Barcelona tuvo un cierto éxito de público. Anteriormente había realizado Los motivos de Berta, su primer film enmarcado en la ficción y teniendo como claro referente al cine de Erice, Innisfree, un genial documental en el que va a filmar a Irlanda, en lugares en que John Ford filmó El hombre tranquilo y capta la forma de vivir de los lugareños y la fascinante y para mí sublime Tren de sombras, una cinta experimental, a medio camino entre la ficción, el documental y el ensayo que nos habla del arte y la creación cinematográfica. Una película metalingüistica y compleja, radical y única. Posteriormente a En construcción, su última película hasta la fecha había sido En la ciudad de Sylvia, en que utilizaba la ficción para retratar caras, sonidos y ambientes de la ciudad de Estrasburgo, es decir, realidad (si estais interesados en saber más sobre esta película podéis buscarla en este post). Por todo ello, una de las características principales del cine de Guerín es la sutileza con que borra las lineas entre documental y ficción.
La película que ahora se estrena, Guest, es una película claramente documental, otra cosa sería cuánto tiene de subjetivo un documental, pero de ello hablaremos en la última parte de esta crítica. Guerín decide viajar con su anterior película, la citada En la ciudad de Sylvia, por todos los festivales del mundo a que le inviten. Una vez pisa las ciudades (Vancouver, Bogotá, Sao Paulo, La Habana, México DF, Macao, Jerusalén y un largo etcétera) se dedica a pasear con su cámara digital por los rincones menos turísticos, los más humildes, los más pobres y retratar aquello que ve, sobretodo a las personas. El resultado, es un documental en un impersonal blanco y negro, quizás con intención de no destacar un paisaje, una gente por encima de la otra, que busca su espacio entre el cine de la era digital y el cine pionero de los Lumière. El mismo Guerín, en una escena de la película, habla con un pintor callejero y le comenta su fascinación por ese cine temprano, parecido a la pintura hasta el punto que los operarios viajaban por el mundo con su trípode, como si fuese un caballete, para captar la realidad en un plano. Quizás para entender a Guerín, su manera de ver el cine y la vida, debemos tener presentes estas manifestaciones.
Guerín, a lo largo de la más de dos horas que dura la película, habla con gente anónima (excepto a un par de cineastas de los que hablaremos más tarde) y básicamente los escucha, los deja expresarse. La mayoría de personas son gente marginal con la que seguramente no tendríamos demasiado interés en hablar, si estuviésemos en dichos países. Lo primero que cabe decir, es que Guerín los dignifica. Los escucha y nos muestra que muchos de ellos tienen una lucidez desbordante, como el mendigo que le explica con pelos y señales detalles de una estatua. Otros, y son muchos a lo largo de la película, son artistas anónimos. Han realizado fotos durante treinta años que conservan en álbumes que no muestran a nadie y han captado cambios y detalles sociales de valor, o son pintores o decoradores o poetas. A veces venden su arte como pueden, otras lo comparten con amigos, otras es casi algo privado. Guerín nunca matiza ni remarca de lo que habla, pero es obvio que el tema del arte como industria o como algo personal, el límite entre lo que es arte "conocido" y arte "anónimo" y si ello es consecuencia de la calidad, la suerte o las circumstancias está implícito en la cinta. Otros personajes no saben mucho de nada, ni son artistas, simplemente viven o sobreviven y Guerín, como a todos, los observa, los escucha, les da conversación, sin condescendencia, de igual a igual. Muestra su empuje o su valor o su desánimo. Un hombre que fue médico condecorado de guerra, le explica su vida triste tras el episodio bélico, muchos años atrás. Se le ve andrajoso y derrotado. De repente Guerín le dice, "¿sabe a quién me recuerda usted? A Don Quijote de la Mancha". Hace un plano corto de su cara. Es cierto, lo recuerda. Luego hace un plano general con toda su figura. Definitivamente parece Don Quijote. Pero quizás Guerín no solo hablaba de su aspecto físico. Su historia era quijotesca. El personaje mira a la cámara. El espectador lo mira atentamente. De repente, es un hombre lleno de dignidad.
Uno de los temas que sobrevuela la película, aunque nunca es tratado de forma dogmática, es el límite entre ficción y documental y otro, la subjetividad que un director le imprime a un documental. En cuanto al primer tema, hay un par de secuencias en los Festivales a que Guerín es invitado en que se observa una presentación previa a la aparición del realizador en el escenario, donde se destaca esa capacidad del director para moverse entre los dos géneros. Pero nunca vemos a Guerín salir al escenario a explicar nada al respecto. A una de las mujeres que rueda durante el metraje le dice que está haciendo una película documental. "¿Un documental o una película? me tienes que explicar la diferencia". Pero Guerín no lo hace. Prefiere lanzarnos la pregunta a nosotros. Uno de los dos directores a que Guerín entrevista, o más bien muestra, es la realizadora francesa Chantal Akerman, que afirma que los límites entre realidad y ficción no existen. Este debate, bastante de moda en el mundo del cine actual, no parece ser demasiado fuente de debate para esta película en sí de Guerin (aunque lo fue para otras de su filmografía). La película es un documental. Más consecuente con la película sería el segundo tema. La subjetividad.
Guerín, que lleva la cámara, jamás aparece en la película. Oímos su voz, de vez en cuando, y su cara en alguna acreditación, alguna foto que alguien le hace o alguna caricatura que alguien le pinta. Con ello el director nos dice que aunque no lo veamos, él está presente, artísticamente presente. Guerín debió filmar miles de horas, pero nos muestra lo que quiere. En el montaje está el punto de vista subjetivo, casi la ficción, el punto de vista del director. Unos niños palestinos le muestran escombros, simulan disparos y se mueven por territorio bombardeado, en el último plano uno de los niños ríe abiertamente. Guerín está ficcionando la realidad en sus elecciones. Hay un encuentro con el director Jonas Mekas que apunta que el director no elige que es lo que debe prevalecer en la película, sino que no tiene elección. Es la realidad la que elige. El material rodado. El director cree que elige, dice, pero no lo hace. De nuevo Guerín lanza preguntas, pero está muy lejos de entrar en ellas.
Guest es una película extraña, un documental que es un diario filmado, un cuaderno de viaje. Obviamente es irregular. Algunas secuencias parecen alargarse demasiado, otras se nos quedan cortas. Está llena de verdad, de lugares, de personas, de realidades. Está llena de sugerido metalenguaje para quien quiera profundizar. Pero por encima de todos es un viaje por microescenarios de muy diversas ciudades. Es un viaje por los rostros, los pesares, las vidas de personas a quien el realizador escucha y dota de dignidad con el solo acto de tenerlas en cuenta, de filmarlas. Guerín, de nuevo, se ha acercado a la esencia de las cosas y se ha sentado, tranquilamente, a retratarla.
Otros estrenos que he visto
Esta semana he batido el record absoluto de películas vistas estrenadas el viernes, un total de seis que sumado a Guest hacen la, quizás excesiva, cantidad de siete. Voy a hacer una breve reseña de esta media docena, que espero para mi salud, no sirva de precedente.
Tres películas francesas se estrenaron en salas este viernes y he hecho el pleno. Del prolífico François Ozon se ha estrenado Potiche, mujeres al poder quizás la peor película hasta la fecha de este director, de las que yo he visto. Comedia de enredos situada a mediados de los 70 en la que una acomodada burguesa (Catherine Deneuve, casi lo único salvable de la película) cansada de ser una mujer florero decide revelarse. Situaciones más o menos divertidas, sobretodo menos, para una película prescindible, con ridículo número musical final incluído, que se mira demasiado el ombligo y que demuestra que no basta ser un director con talento con un reparto inmejorable para hacer una buena película. Podéis leer una crítica más completa en el blog amigo Viajes por la sala oscura.
El último verano, película del veterano Jacques Rivette, junto con Godard el último superviviente de la nouvelle vague, es un film pequeñito sobre una relación nacida de la casualidad entre una artista de circo golpeada por la vida y un hombre adinerado en busca de su propio yo. Enmarcada básicamente en el contexto circense, Rivette demuestra que hace lo que le da la gana, faltaría más, y sucede escenas de forma caprichosa, dibujando con trazo fino a algunos de sus protagonistas y completando con tranquilidad la esencia de la historia. Aunque la delgadez, las arrugas y la tez blanca de Jane Birkin llenan de lánguida dulzura, de crepuscular tristeza, los pliegues de la película, a mí, en general, me creó bastante indiferencia. Podéis leer una crítica más completa en el blog vivir rodando.
Contra todo pronóstico Mademoiselle Chambón, de un cineasta que hasta ahora desconocía llamado Stéphane Brizé, es la película francesa que más me ha gustado de las tres. Historia sobre el enamoramiento entre un padre de familia casado y la solitaria profesora de su hijo, la historia está contada con sutileza, casi con mimo y sobretodo con mucha verdad. Llena de miradas, de amor, de sentimiento contenido, de análisis de las personalidades y los cambios que se producen en ellas tras el enamoramiento, a la película solo se le puede reprochar un tramo final demasiado al filo de lo cursi y una última escena previsible. Pese a ello, una propuesta altamente recomendable.
Howl, es una película interesante pero un tanto fallida en su desestructura que mezcla tres historias: el biopic de uno de los iconos de la cultura norteamericana, el poeta Allen Ginsberg; el juicio que se celebró por obsceno contra su libro-poema Howl, que tantó influyó a la generación beat; y la puesta en imágenes animadas de un poema tan abstracto y visionario, que solo con la animación puede acercarse a las sensaciones que Ginsberg quiso trasmitir. La película resulta interesante para los no conocedores de la figura del poeta y su obra y el juicio al que se sometió el poema y te invita a conocer más sobre el tema, pero cinematográficamente es floja, mal construída, un tanto obvia y soporífera y solo destaca por la interesante interpretación de James Franco y por los sugerentes fragmentos animados, sin duda alguna., lo mejor de la película.
Tras ganar el Oscar al mejor documental, se estrena Inside Job, una extensa y abrumadora radiografía de las causas que nos han llevado a la crisis económica, citando a los causantes por su nombre y denunciando el hecho de que aún sean más ricos y sigan estando en el poder. A su favor, cabe decir que el director es incisivo con los pocos "peces gordos" que aceptan la entrevista, pero que se aleja del exhibicionismo y la manipulación de su colega Michael Moore. De hecho el cineasta se esfuerza en resaltar que tanto si en el poder están demócratas como republicanos, las políticas económicas están lejos de ser decentes y los grandes responsables de llevarlas a cabo son personas empañadas por su pasado. No se salva ni Obama. En su contra, la densidad de sus argumentos y la complejidad de parte del discurso, que puede echar para atrás al espectador no avisado o no presdispuesto y aveces puede aburrir al que sí lo está. Con todo, muy recomendable, aunque la rabia tras su visionado me recuerda a la que sentí cuando vi la ganadora del Oscar documental del año psado The cove (a ver si el año que viene se lo dan a una de superación personal...). Podéis leer una crítica más completa en el blo amigo Después de 1984.
Finalmente, mi lado más gamberro me llevó a ver Piraña 3D, el remake del clásico de Joe Dante por parte del interesante Alexandre Aja. Sé que hay muchas opiniones contrarias a la película, pero los fans del gore y el exploit, no creo que podamos quejarnos mucho ante esta gamberrada que rinde homenaje a la serie B en época de permisibilidad, alejándose del remake políticamente correcto y llevando al espectador a un torbellino frenético de sangre y sexo tan divertido, como obviamente, olvidable. Una diversión pura y dura a la que se puede reprochar un inicio algo titubeante pero que finaliza de forma tan salvaje, descerebrada, gamberra y gore que se gana al espectador ansioso de colmar sus bajos fondos. Yo me divertí como un enano. Podéis leer otras críticas, seguramente más serias en Vivir rodando y la brillante web Almas oscuras.
Resto de estrenos del viernes 25 de marzo del 2011
Pues sí, hay algunos estrenos que no he visto. En concreto cinco. La única que quizás vea algún día tonto es Sucker Punch (teneis críticas en los blogs Insensatos en MoriaCity y Afición por y para el cine) una especie de peli con estética de videojuego erótico-festiva del director Zack Snyder (el de 300 y Watchmen). Quizás solo en Barcelona se estrenó Barcelona, abans que el temps ho esborri, un documental de Mireia Ros que retrata la ciudad Condal del ya pretérito siglo XX. No me verán ni en pintura en la comedia de Ivan Reitman Sin compromiso, pese al protagonismo de la Portman, aún menos en la comedia Esta abuela es mi padre con el lamentable Martin Lawrence y creo que aún menos en esa película, parece ser que casi hagiográfica del fundador del Opus Dei, José María Escrivá de Balaguer, dirigida por el que en su día fue un director interesante Roland Joffé y titulada Encontarás dragones. Por último quiero hacer constar que la película The Roommate, una de terror que da un miedo enorme (y no en el sentido que debería ser) se estrenó la semana pasada y como fue en muy pocas salas, a mí se me pasó por alto. Dar las gracias al amigo Emilio Luna, que lo anotó en los comentarios y aprovechar para remitiros a la web en que participa http://www.locoporelcine.com/ en la que podréis encontrar la crítica de gran parte de las películas que se han esterenado esta semana.
En principio la semana próxima solo hay previstos cuatro estrenos y algunos muy prescindibles. Una gran suerte para mi salud.
Guerín, que lleva la cámara, jamás aparece en la película. Oímos su voz, de vez en cuando, y su cara en alguna acreditación, alguna foto que alguien le hace o alguna caricatura que alguien le pinta. Con ello el director nos dice que aunque no lo veamos, él está presente, artísticamente presente. Guerín debió filmar miles de horas, pero nos muestra lo que quiere. En el montaje está el punto de vista subjetivo, casi la ficción, el punto de vista del director. Unos niños palestinos le muestran escombros, simulan disparos y se mueven por territorio bombardeado, en el último plano uno de los niños ríe abiertamente. Guerín está ficcionando la realidad en sus elecciones. Hay un encuentro con el director Jonas Mekas que apunta que el director no elige que es lo que debe prevalecer en la película, sino que no tiene elección. Es la realidad la que elige. El material rodado. El director cree que elige, dice, pero no lo hace. De nuevo Guerín lanza preguntas, pero está muy lejos de entrar en ellas.
Guest es una película extraña, un documental que es un diario filmado, un cuaderno de viaje. Obviamente es irregular. Algunas secuencias parecen alargarse demasiado, otras se nos quedan cortas. Está llena de verdad, de lugares, de personas, de realidades. Está llena de sugerido metalenguaje para quien quiera profundizar. Pero por encima de todos es un viaje por microescenarios de muy diversas ciudades. Es un viaje por los rostros, los pesares, las vidas de personas a quien el realizador escucha y dota de dignidad con el solo acto de tenerlas en cuenta, de filmarlas. Guerín, de nuevo, se ha acercado a la esencia de las cosas y se ha sentado, tranquilamente, a retratarla.
Otros estrenos que he visto
Esta semana he batido el record absoluto de películas vistas estrenadas el viernes, un total de seis que sumado a Guest hacen la, quizás excesiva, cantidad de siete. Voy a hacer una breve reseña de esta media docena, que espero para mi salud, no sirva de precedente.
Tres películas francesas se estrenaron en salas este viernes y he hecho el pleno. Del prolífico François Ozon se ha estrenado Potiche, mujeres al poder quizás la peor película hasta la fecha de este director, de las que yo he visto. Comedia de enredos situada a mediados de los 70 en la que una acomodada burguesa (Catherine Deneuve, casi lo único salvable de la película) cansada de ser una mujer florero decide revelarse. Situaciones más o menos divertidas, sobretodo menos, para una película prescindible, con ridículo número musical final incluído, que se mira demasiado el ombligo y que demuestra que no basta ser un director con talento con un reparto inmejorable para hacer una buena película. Podéis leer una crítica más completa en el blog amigo Viajes por la sala oscura.
El último verano, película del veterano Jacques Rivette, junto con Godard el último superviviente de la nouvelle vague, es un film pequeñito sobre una relación nacida de la casualidad entre una artista de circo golpeada por la vida y un hombre adinerado en busca de su propio yo. Enmarcada básicamente en el contexto circense, Rivette demuestra que hace lo que le da la gana, faltaría más, y sucede escenas de forma caprichosa, dibujando con trazo fino a algunos de sus protagonistas y completando con tranquilidad la esencia de la historia. Aunque la delgadez, las arrugas y la tez blanca de Jane Birkin llenan de lánguida dulzura, de crepuscular tristeza, los pliegues de la película, a mí, en general, me creó bastante indiferencia. Podéis leer una crítica más completa en el blog vivir rodando.
Contra todo pronóstico Mademoiselle Chambón, de un cineasta que hasta ahora desconocía llamado Stéphane Brizé, es la película francesa que más me ha gustado de las tres. Historia sobre el enamoramiento entre un padre de familia casado y la solitaria profesora de su hijo, la historia está contada con sutileza, casi con mimo y sobretodo con mucha verdad. Llena de miradas, de amor, de sentimiento contenido, de análisis de las personalidades y los cambios que se producen en ellas tras el enamoramiento, a la película solo se le puede reprochar un tramo final demasiado al filo de lo cursi y una última escena previsible. Pese a ello, una propuesta altamente recomendable.
Howl, es una película interesante pero un tanto fallida en su desestructura que mezcla tres historias: el biopic de uno de los iconos de la cultura norteamericana, el poeta Allen Ginsberg; el juicio que se celebró por obsceno contra su libro-poema Howl, que tantó influyó a la generación beat; y la puesta en imágenes animadas de un poema tan abstracto y visionario, que solo con la animación puede acercarse a las sensaciones que Ginsberg quiso trasmitir. La película resulta interesante para los no conocedores de la figura del poeta y su obra y el juicio al que se sometió el poema y te invita a conocer más sobre el tema, pero cinematográficamente es floja, mal construída, un tanto obvia y soporífera y solo destaca por la interesante interpretación de James Franco y por los sugerentes fragmentos animados, sin duda alguna., lo mejor de la película.
Tras ganar el Oscar al mejor documental, se estrena Inside Job, una extensa y abrumadora radiografía de las causas que nos han llevado a la crisis económica, citando a los causantes por su nombre y denunciando el hecho de que aún sean más ricos y sigan estando en el poder. A su favor, cabe decir que el director es incisivo con los pocos "peces gordos" que aceptan la entrevista, pero que se aleja del exhibicionismo y la manipulación de su colega Michael Moore. De hecho el cineasta se esfuerza en resaltar que tanto si en el poder están demócratas como republicanos, las políticas económicas están lejos de ser decentes y los grandes responsables de llevarlas a cabo son personas empañadas por su pasado. No se salva ni Obama. En su contra, la densidad de sus argumentos y la complejidad de parte del discurso, que puede echar para atrás al espectador no avisado o no presdispuesto y aveces puede aburrir al que sí lo está. Con todo, muy recomendable, aunque la rabia tras su visionado me recuerda a la que sentí cuando vi la ganadora del Oscar documental del año psado The cove (a ver si el año que viene se lo dan a una de superación personal...). Podéis leer una crítica más completa en el blo amigo Después de 1984.
Finalmente, mi lado más gamberro me llevó a ver Piraña 3D, el remake del clásico de Joe Dante por parte del interesante Alexandre Aja. Sé que hay muchas opiniones contrarias a la película, pero los fans del gore y el exploit, no creo que podamos quejarnos mucho ante esta gamberrada que rinde homenaje a la serie B en época de permisibilidad, alejándose del remake políticamente correcto y llevando al espectador a un torbellino frenético de sangre y sexo tan divertido, como obviamente, olvidable. Una diversión pura y dura a la que se puede reprochar un inicio algo titubeante pero que finaliza de forma tan salvaje, descerebrada, gamberra y gore que se gana al espectador ansioso de colmar sus bajos fondos. Yo me divertí como un enano. Podéis leer otras críticas, seguramente más serias en Vivir rodando y la brillante web Almas oscuras.
Resto de estrenos del viernes 25 de marzo del 2011
Pues sí, hay algunos estrenos que no he visto. En concreto cinco. La única que quizás vea algún día tonto es Sucker Punch (teneis críticas en los blogs Insensatos en MoriaCity y Afición por y para el cine) una especie de peli con estética de videojuego erótico-festiva del director Zack Snyder (el de 300 y Watchmen). Quizás solo en Barcelona se estrenó Barcelona, abans que el temps ho esborri, un documental de Mireia Ros que retrata la ciudad Condal del ya pretérito siglo XX. No me verán ni en pintura en la comedia de Ivan Reitman Sin compromiso, pese al protagonismo de la Portman, aún menos en la comedia Esta abuela es mi padre con el lamentable Martin Lawrence y creo que aún menos en esa película, parece ser que casi hagiográfica del fundador del Opus Dei, José María Escrivá de Balaguer, dirigida por el que en su día fue un director interesante Roland Joffé y titulada Encontarás dragones. Por último quiero hacer constar que la película The Roommate, una de terror que da un miedo enorme (y no en el sentido que debería ser) se estrenó la semana pasada y como fue en muy pocas salas, a mí se me pasó por alto. Dar las gracias al amigo Emilio Luna, que lo anotó en los comentarios y aprovechar para remitiros a la web en que participa http://www.locoporelcine.com/ en la que podréis encontrar la crítica de gran parte de las películas que se han esterenado esta semana.
En principio la semana próxima solo hay previstos cuatro estrenos y algunos muy prescindibles. Una gran suerte para mi salud.