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viernes, 9 de octubre de 2015

LA MARGINACIÓN DE LOS VAQUEIROS DE ALZADA


La marginación de los Vaqueiros de Alzada como grupo social ha sufrido por parte de Xaldos (aldeanos ribereños) y Marnuetos (aldeanos de las marinas) un trato injustificado. Así, cuando los Vaqueiros bajaban al mercado o a la romería de alguna villa, tenían que organizar sus propios bailes en un lugar apartado de los demás Xaldos o Marnuetos. En las tabernas se les servía la bebida en vasos de cuerno en lugar de un vaso de cristal, y así infinidad de detalles marginales.


Las burlas hacia los Vaqueiros eran frecuentes y los insultos crueles. Ese odio ilógico de los Xaldos creó en los Vaqueiros un odio recíproco y un desprecio hacia los aldeanos, al os que les cantaban coplas como: "Vale más un Vaqueiro que Veinticinco aldeanos". Las absurdas diferencias de Xaldos y Vaqueiros han desaparecido del todo o casi del todo. Pero en Tineo, como en los demás concejos con fuerte presencia Vaqueira, aún se es o no Vaqueiro, se vive o no en un pueblo vaqueiro, se tiene o no sangre vaqueira, sin peyorativos.


La iglesia, participó activamente en la discriminación padecida por los Vaqueiros. Y es que en algunas parroquias se halla dividida la iglesia en dos partes por medio de una baranda o portón de madera que la atraviesa y corta de un lado a otro. En la parte más próxima al altar se congregaban los parroquianos de las aldeas, como en la más digna, a oír los oficios divinos, y en la parte inferior los Vaqueiros. Tampoco el acceso a la iglesia era por la misma puerta, marcada así una puerta o arco por una inscripción en las losas o en el suelo que hacía más evidente dicha separación.
Tampoco podían los Vaqueiros portar cruces, pendones e imágenes en las procesiones.


Jovellanos en el año 1792 anotó ya en sus diarios que: "hay un pleito escandaloso con los Vaqueiros, a quienes no se les puede dar la Sagrada Comunión sino a la puerta de la iglesia, ni dejar internarse en ella a los divinos oficios". Numerosas veces pleitearon los Vaqueiros para acabar con tan injusto orden de cosas, pero, salvo en las contadas ocasiones en que encontraron un párroco comprensivo, siempre llevaban las de perder. Empezó a cambiar la situación en el siglo XIX, con la instauración en España del constitucionalismo.


Según Acevedo, eran los Vaqueiros un pueblo muy creyente y fiel a sus creencias, los cuales se inscribían en las cofradías de la parroquia y contribuían siempre a la iglesia con limosnas. Los Vaqueiros mantenían una tradición exclusiva, la bendición del ganado por la Virgen Vaqueira, que era la Virgen del Acebo.

Fuente visitada.
www.tineo.es/marginacion

www.tineo.es/la-iglesia-y-los-vaqueiros

jueves, 12 de febrero de 2015

EL ASESINO MISTERIOSO DE LAS ABEJAS


Los apicultores citan con frecuencia una frase atribuida a Einstein: «Si la abeja desapareciera de la Tierra, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida; sin abejas no hay polinización, ni hierba, ni animales ni hombres». En Asturias se elabora desde hace siglos miel de brezo, de castaño y de mil flores. Lo de las mil flores no es una metáfora. Los científicos han constatado que las abejas asturianas polinizan más de novecientas especies de plantas. La llegada del eucalipto también proporcionó nuevas variedades. Precisamente el principal encanto de la región reside en la existencia de diferentes zonas de producción, que dan lugar a varios tipos de miel. En el Occidente predomina la de brezo, recolectada por los «abejeiros» en municipios como Boal, Allande y Cangas del Narcea. En las Cuencas y en la zona central de Asturias la reina es la miel de castaño, y en la franja costera, la de mil flores y de eucalipto. Los apicultores defienden que las abejas aseguran la fecundación del 60 al 80 por ciento de las especies vegetales. Desde hace millones de años estos insectos obtienen su ración de alimento de las flores y realizan una tarea silenciosa y poco valorada: la polinización. La apicultura en Asturias es una tarea tradicional. El primer censo de colmenas en Asturias data del siglo XVIII. Está incluido en el catastro del marqués de la Ensenada y en esa centuria anota más de 65.000 colmenas. En aquella época sus pobladoras eran las abejas silvestres que se encontraban por todos los montes. Ahora apenas quedan. 
Oviedo, M. J. IGLESIAS-  ****************************************************************


las abejas están desapareciendo. Lo que hoy recibe el nombre de «Síndrome de Desabejamiento» o «Trastorno del Colapso de las Colonias (CCD)», es la lenta pero permanente desaparición de las abejas obreras, sin las cuales la colmena no puede sobrevivir y acaba muriendo de inanición. Las buscadoras del néctar o pecoreadoras salen en busca de comida -su tarea habitual desde los comienzos de la especie- pero no regresan a su hogar, dejando abandonada a su suerte a la abeja reina y a la cría. No se ha descubierto aún al letal asesino, que no deja rastros mortales en las inmediaciones de la colmena.
El misterio de las abejas volatilizadas ha hecho desaparecer un cuarto del total de las poblaciones de las colmenas en Estados Unidos. Mientras se intenta descifrar el enigma, los científicos norteamericanos manejan varias causas: desde la sequía a los pesticidas, pasando por el estrés (debido al desplazamiento de las colmenas portátiles en trailers con el fin de polinizar cultivos) o las ondas de los teléfonos móviles. A pesar de esto, hasta hoy no dejan de ser meras especulaciones, todas ellas pendientes de comprobación científica.


Los apicultores españoles se apercibieron de los primeros síntomas del "asesino silencioso" a comienzos del año 2.000, fecha en la que los científicos calculan que el mal se introdujo en nuestro país. España es el país europeo con mayor población de ganado apícola, con una cifra aproximada de 2,5 millones de colmenas repartidas por todo el territorio nacional, según el último censo de diciembre de 2011, elaborado por el antiguo Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM). El problema afecta a más de 23.000 apicultores, de los cuales el 25% son profesionales (con más de 150 colmenas) y el 75% aficionados. La mayoría viene sufriendo pérdidas del 40%, sobre todo de septiembre a enero.
En el laboratorio del Centro Apícola de Guadalajara tienen una respuesta a esta incógnita. Luego de analizar más de 10.000 muestras de abejas de España y otros países de la Unión Europea en los últimos diez años, los científicos de este laboratorio están convencidos de que el parásito Nosema ceranae es el asesino invisible de las abejas. Y confirman cifras escalofriantes. Sostienen que más de la mitad de las colmenas españolas están afectadas y que si no se las trata, pueden morir en un año.
¿De dónde procede y cómo entró el parásito en España? Procede de Asia. La abeja asiática o cerana es muy resistente a las enfermedades, pero poco productiva. Por este motivo se llevaron abejas europeas o melíferas a Asia, para producir más miel. Al entrar en contacto con ésta, el parásito la arrasó, saltó a su nuevo hospedador y pasó a Occidente. El parásito las elimina en tres días, es por eso que las abejas que salen a buscar el polen mueren exhaustas en el campo sin que queden restos mortales en las cercanías de la colmena. otras voces apuntan también a otras causas que explicarían el fenómeno de desaparición de las abejas. Según los científicos que estudian el tema en la Universidad de Córdoba, las causas podrían ser una nutrición deficitaria de la abeja (debida a la baja cantidad y calidad del polen, sobre todo en época de sequía), los plaguicidas (fundamentalmente el imidacloprind y friponil) y el protozoo Nosema ceranae. Para ellos, la aparición del parásito puede ser más consecuencia que causa, debido a que la colmena se debilita y da paso a la beligerancia del "asesino silencioso".

Los ecologistas también tienen algo que decir en el debate. Ellos sostienen que las abejas, como indicadores medioambientales de precisión frente a los cambios del entorno, nos están recordando que el actual modelo agrario y ganadero es insostenible. Denuncian que los tóxicos, los transgénicos, la erosión de la biodiversidad y la contaminación industrial, así como el manejo comercial de las colmenas, que genera altos niveles de estrés en las abejas, pueden haber favorecido la aparición del parásito. El cambio climático es, para muchos, un factor que está incidiendo en el despoblamiento de las abejas. El tiempo las engaña con floraciones tempranas y a destiempo, alterando su reloj biológico, etc

 Fuentes  www.ine.es
apolo.entomologica.es

lunes, 12 de enero de 2015

LA PRIMERA MENCIÓN DEL HÓRREO


La primera mención del hórreo en una figura legal concerniente a la protección del Patrimonio tiene lugar en el Real Decreto Ley de 9 de agosto de 1926, que le otorga al hórreo la consideración de bien inmueble. Hay que tener en cuenta que desde 1863 la jurisprudencia le confería la consideración de bien mueble. Este cambio de estatus, le abrió la puerta al hórreo para ser considerado Monumento Histórico-Artístico, con la protección legal que esta figura implica.


Posteriormente, la caída de los hórreos en desuso llevó al legislador a emitir un Decreto específico para intentar su protección, ya que eran cada vez más frecuentes su transformación, su destrucción, su venta y su traslado por piezas, incluso al extranjero. De este modo todos los hórreos gallegos y asturianos de más de un siglo quedaban bajo la protección del Estado español, que debería autorizar cualquier obra o modificación.


Asturias dispone de un régimen específico de protección de hórreos, paneras y cabazos recogido en la Ley del Principado de Asturias 1/2001, de 6 de marzo, de Patrimonio Cultural, en la que se prohíbe la construcción de hórreos desvinculados de la vivienda, que los de nueva factura deberán adecuarse a los materiales y características constructivas y morfológicas tradicionales de estas edificaciones, y establece diversas regulaciones respecto a los hórreos construidos con anterioridad a 1900, incluso de los que no hayan sido declarados Bien de Interés Cultural ni incluidos en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias.


fuente visitada. Wikipedia.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

HISTORIA DEL HÓRREO ASTURIANO


El hórreo que hoy conocemos tiene una estructura particular, específica de Asturias, y aparece en las postrimerías del siglo XV perteneciendo las fechas más antiguas que se han hallado a la primera década del siglo XVI. Su creación está localizada en un lugar concreto de Asturias. Sin embargo, son conocidos graneros elevados sobre pilares y con el sistema pilar-losa horizontal en diversas zonas húmedas de todo el mundo; en la misma Asturias existieron y, en menor medida, aún existen otros modelos de hórreos. A veces, graneros de lugares muy lejanos guardan un parecido asombroso con los nuestros. Así ocurre por ejemplo con ciertos modelos iraníes techados de paja y que en su aspecto externo recuerdan vivamente a los hórreos del suroccidente de Asturias. En Europa existieron hórreos en las Islas Británicas, existen en Suiza, en los países escandinavos, en Portugal, en todos los Balcanes... Es muy significativa la pervivencia hasta la actualidad de graneros tipo hórreo en zonas con climas y orografías parecidas a la cantábrica.


Tenemos noticia ya desde época clásica de la existencia de hórreos en la Hispania Citerior a través de Marco Terencio Varron que nos habla de granarium sublimia. Los escritores romanos que trataron sobre temas relacionados con la agricultura conocían bien este tipo de graneros elevados; el mismo Vitrubio, que vivió en el siglo I de nuestra era, alababa su conveniencia y recomendaba su uso en toda explotación agrícola. Aunque conocida por los clásicos, la palabra hórreo podría estar relacionada con el oronímico orro, de raíz preindoeuropea, cuyo significado sería lugar elevado, la característica más significativa de los hórreos. Fijándonos en esto descúbrense en Asturias y en otros lugares muchos topónimos de ese tipo como por ejemplo Orria, peña Orrial, L’Orrín... todos ellos peñas o picos elevados; Urria designando dos aldeas altas de los concejos de Teberga y Somiedo, Urriellu y los Urrieles en la zona de Cabrales y los picos de Europa.
 

Desde comienzos del siglo IX existen referencias documentales a hórreos en todo el septentrión de la península ibérica: norte de Burgos, Huesca, La Rioja, País Vasco, Cantabria y, como no, Asturias y Galicia. Evidentemente serían hórreos distintos al asturiano actual pero compartirían la cualidad de estar elevados del suelo y de tener muelas para defenderse de los roedores. Estos hórreos fueron desapareciendo con el transcurso de los siglos y hoy en la mayor parte de la extensa área que ocuparon no se conserva recuerdo de ellos. Se sabe que pervivieron más tiempo en el País Vasco y Cantabria, donde permanecen en pie unos pocos ejemplares, lo mismo que en las áreas montañosas norteñas de León, Palencia y Navarra.


En documentos asturianos de los siglos XIII y XIV, más explícitos que los de siglos anteriores, se observa cómo hay una pluralidad tipológica en la que se intuye la evolución que llevará a la aparición del modelo de hórreo actual. Con la aparición a finales del siglo XV, en algún lugar de los concejos de Villaviciosa, Cabranes o Piloña, del hórreo asturiano actual. Sus características más destacadas, que lo diferencian del resto de hórreos peninsulares y europeos, son su cubierta a cuatro aguas y la posibilidad de ser trasladado de lugar indefinidamente sin que sufra su estructura.


Este tipo de hórreo pudo ser datado en el siglo XVI después del descubrimiento en los años ochenta de varias fechas en hórreos del concejo de Villaviciosa. De este modo fue posible atribuir al mismo periodo otro importante número de graneros con características estructurales y decorativas semejantes. Es un hórreo totalmente desmontable que se puede armar y desarmar indefinidamente; no emplea clavazón de hierro sino que sus piezas van todas encajadas o fijadas con tornos de madera a presión. Se transporta fácilmente en dos o tres carros de bueyes y la estructura equilibrada de su cubierta a cuatro aguas, con respecto a la caja y al juego de fuerzas ejercidas, hace que sea de una resistencia infinitamente mayor que los hórreos anteriores.


Quizá su ventaja más sobresaliente, tal vez causa principal de su creación y pervivencia, sea que al ser considerado un bien mueble se pueda colocar en terreno ajeno sin que ni el suelo se haga con la propiedad del hórreo ni el hórreo con la del terreno. En momentos en los que el campesino no era propietario de sus tierras ni de su casa seguramente estaría más dispuesto a invertir parte de su trabajo o de su excedente en un hórreo --que era de su total propiedad, que podía vender, empeñar o dejar en herencia-- y no hacerlo en mejorar o reedificar una casa que en última instancia pertenecería al amo de las tierras.

 Fuente visitada. www.telecable.es

miércoles, 30 de octubre de 2013

LA ASTURIANA DE LOS VALLES


La Asturiana de los Valles es una raza bovina autóctona que se cría fundamentalmente en las estribaciones de la Cordillera Cantábrica. De carácter muy noble, resulta ideal para su manejo en condiciones extensivas, desenvolviéndose bien en terrenos accidentados y soportando perfectamente temperaturas extremas. Las vacas de raza Asturiana de los Valles son mansas, buenas madres, paren sin dificultad y destetan terneros de pesos elevados con buena conformación.


Esta raza está perfectamente integrada en duros ecosistemas desde tiempos ancestrales y cumple la importante misión de conservar el medio natural y el paisaje, a la par que constituye una fuente de ingresos indispensables para los pobladores de zonas de montaña.


Actualmente, hay rebaños de la raza Asturiana de los Valles en todas las Comunidades Autónomas de la Cornisa Cantábrica, en Castilla León, Madrid y Extremadura.
La Asturiana de los Valles está especializada en la producción de carne. Para este fin cuenta con un buen formato, gran capacidad de transformación de alimentos y notable velocidad de crecimiento. Son muy frecuentes los animales de tipo culón, los cuales presentan un desarrollo muscular extraordinario debido al aumento del número de fibras musculares y, por tanto, muestran una clara superioridad desde el punto de vista carnicero. Superioridad que se concreta en un mayor rendimiento a la canal, mayor proporción de músculo, menor proporción de hueso y mucha menor proporción de grasa.


El sistema de explotación de la raza viene determinado por la situación geográfica de la explotación y por la disponibilidad de recursos alimenticios. En la Cornisa Cantábrica se practican tres modalidades productivas diferentes: el sistema tradicional valle/puerto, el sistema de semiestabulación regular y el sistema de estabulación mínima.


La raza Asturiana de los Valles tiene grandes cualidades: Por un lado, su excelente conformación carnicera y, por otro, su gran rentabilidad bajo sistemas pastorales con un mínimo de complementos ajenos a la explotación.

 Fuente visitada. serida.org

lunes, 5 de agosto de 2013

LA VARA DE HIERBA (EL BALAGAR)


En nuestra tierra asturiana, la incorporación al campo de la maquinaria y la tecnología hace que vayan desapareciendo alguna de las estampas más representativas y bucólicas de nuestras tradiciones, entre ella podemos destacar, por ausencia de nuestros prados; los balagares, que han cedido su puesto a unos rollos realizados por tractores preparados para esta faena y que son finalmente envueltos en plásticos blancos o negros que dan una imagen de modernidad a nuestro entorno, para terminar siendo complemento de polución en nuestra naturaleza.


A finales de la primavera o en el verano, dependiendo de que las tierras fuesen altas o bajas, se segaba la hierba con la guadaña cabruñada con el martillo y suavizada con la piedra, se dejaba extendida en hileras a todo lo largo del prao para un primer secado, más tarde con pala de dientes y garabato se le iba dando la vuelta facilitando el oreo y la cura, los campesinos, a la tarde la recogían de nuevo con el garabato colocándola en pequeños montones conocidos por el nombre de borregos, que pasaban a montones mayores cuando ya, una vez seca, se preparaba para la realización del balagar.


Al igual que existieron siempre maestros constructores de catedrales o arquitectura popular, así también existieron muchos y afamados constructores de balagares, que eran muy populares en los pueblos, así como populares fueron los segadores de trigo, escanda o centeno, los matachines o los malladores. Para la construcción de un balagar era necesario, en primer lugar, colocar, bien plantada, la vara, que era, ni más ni menos, un tronco lo bastante recto como para que se pudiese guiar la elaboración en torno a la misma.


Alrededor del tronco se ponía una base para aislar la hierba del suelo y a partir de aquí las mujeres, niños y mozos iban llevando hierba desde las morenas para que el responsable de la construcción del balagar la fuese distribuyendo y pisando en torno a la vara; a medida que va subiendo la hierba seca y pisada el balagar va tomando forma, y según su maestro, esta forma se asemeja a distintos tipos de peras; peras esbeltas y alargadas, peras barrigudas con aire de embarazadas. Según va subiendo la hierba, ésta se va mesando, que es el equivalente a un peinado, todo alrededor buscando la simetría del acabado y a medida que se cierra se le van poniendo unas roscas de hierba rodeando a la vara, de tal forma que evitarán la entrada de agua de la lluvia.
Una vez terminada de colocar la hierba, se cubre la parte superior con paja de trigo.


Finalizada la tarea de la elaboración de los balagares, llega la tarea más importante, el medir y comparar cual es mejor que cual mientras se disfrutaba de una espléndida merienda a través de filetes empanados, choscos, tortillas de patata, empanadas, frixuelos y un sinfín de otros exquisitos manjares regados con vino de bota y un buen café de calceta, entre chistes, cantos y risas. Cuando se ven por nuestros campos los rollos de plástico envolviendo la hierba se siente cierta nostalgia de aquellas formas de peras barrigudas que formaban parte del paisaje al igual que los hórreos o las paneras. El mundo evoluciona y una nueva cultura va sustituyendo a la tradición.

Por Manuel García Linares
Fuente visitada. lahoradeasturias.com

sábado, 20 de julio de 2013

LA DESAPARICIÓN DE LOS BALAGARES


El paisaje de Asturias se está transformando. Los cambios en los modos de explotación agrícolas están ocasionando también variaciones en la imagen tradicional de Asturias. Dos de las estampas más representativas del Principado, reproducidas en pintura una y mil veces, eran las de familias afanadas en la recogida de la hierba y la de los balagares que salpicaban toda la geografía de la comunidad. Hoy esta imagen tradicional de Asturias es cada vez más infrecuente y la varas de hierba prácticamente han desaparecido de las praderías asturianas.


Todas las faenas relacionadas con la recogida de la hierba están indisolublemente ligadas al campo asturiano. Toda la familia se concentraba con la llegada del calor para colaborar en la siega de los praos, a los que se sumaban vecinos de otras caserías.

La colaboración en las faenas agrícolas y ganaderas siempre ha marcado el ritmo de explotación del medio rural. Tras la jornada todos disfrutaban de una merienda conjunta en recompensa por el trabajo realizado.


Desde finales del siglo XIX y principios del XX se produjo en Asturias un cambio lento, pero paulatino con consecuencias sobre el paisaje. La explotación lechera fue cobrando auge y los campos de maíz y fabes dejaron paso lentamente a las praderías destinadas a la producción de hierba para alimentar a la cada vez más abundante cabaña ganadera.

Y así los montones de hierba secando para convertirse después en alimento del ganado constituyeron durante décadas una de las imágenes más tradicionales del campo asturiano. Los balagares han sido uno de los motivos más frecuentes en la pintura asturiana.


El campesino transformó cada vez con más frecuencia sus antiguos campos de cultivo en praderías. En los balagares se almacenaba la hierba para secarla antes de ser trasladada a las cuadras. Miles de balagares daban forma al paisaje asturiano, desde el Cabo Peñas hasta los puertos de montaña del sur de la región, de oriente a occidente. En cambio hoy ya es difícil ver estos balagares, sustituidos por una sucesión de plásticos de diferentes colores, aunque domina el negro, que han sustituido a las varas de hierba y que, aunque puedan resultar más útiles, están acabando con una de las imágenes más tradicionales de Asturias.


Los ganaderos aseguran que la hierba se conserva mejor en estos silos y la recogida es menos laboriosa. El campo gana en efectividad, algo contra lo que nadie puede estar en contra. Sin embargo, se está perdiendo uno de los elementos estéticos y etnográficos más representativos de Asturias. Sin ánimo de ir contra el progreso, sería interesante buscar algún tipo de alternativa, y del mismo modo que se establecen ayudas para favorecer la conservación del patrimonio arquitectónico y cultural de la comunidad, pensar en algún tipo de apoyo que contribuya a evitar la desaparición de los tradicionales balagares. La frase tener ‘más hierba que tenada’ fue frecuente en algunos tiempos. Se refería a las limitaciones de espacio de algunos ganaderos para almacenar la hierba en los pajares.

De esta necesidad nacieron los balagares, una solución que consistía en plantar una vara de seis o siete metros de altura, enterrada aproximadamente un metro en la tierra, en torno a la cual se situaban algunas ramas con el fin de evitar la humedad para a partir de ahí apilar la hierba. De los que colaboraban en la faena unos se dedicaban a ir subiendo la hierba mientras que otros la pisaban para compactarla.

El diámetro de la vara se mantenía más o menos fijo primero para después ir disminuyendo y recibir así una forma de pera. El objetivo era facilitar que el agua resbalase. Con esta solución sólo corría el riesgo de estropearse la hierba situada en la parte exterior, mientras que el resto se conservaba en buenas condiciones durante el invierno.

Para evitar que el agua se colase por la parte de arriba se enroscaba la hierba hasta conseguir una especie de cordón que se introducía por la parte superior de la vara, apretado contra la hierba. En algunos sitios recibía el nombre de rodiellu. En ocasiones se utilizaba un plástico para realizar esta función. La última tarea era peinar la vara, pasaban el rastrillo de dientes o garabatu de arriba a abajo para favorecer la caída del agua. Es el mismo sistema que se utiliza en los teitos para impedir la retención de la humedad. El ganadero, a medida que la iba necesitando para alimentar a las vacas o cuando fuese disponiendo de sitio en la tenada, la iba trasladando a su explotación. Desde los años noventa los bolos de hierba han ido ganando terreno hasta prácticamente haber acabado con los balagares.

La presión del trabajo es cada vez más intensa, el número de cabezas de ganado por explotación aumenta, según destaca Jorge Mochales, del Museo Etnográfico del Oriente de Asturias, y sólo es posible hacer frente a los retos que se presentan con una mecanización cada vez mayor.

Pero además la presión turística también está contribuyendo a modificar el aspecto del medio rural asturiano. Las urbanizaciones se extienden por la marina asturiana, acabando en parte con la arquitectura tradicional. El campo se abandona y la maleza gana terreno, con el consiguiente aumento de riesgo de incendios.


El paisaje se transforma y no siempre para bien. Es necesario reflexionar sobre esta cuestión y adoptar las medidas necesarias para evitar que los valores etnográficos de Asturias se pierdan irremediablemente.


 Fuente visitada. .lahoradeasturias.com

domingo, 9 de junio de 2013

LA PITA PINTA ASTURIANA



 La pita pinta asturiana.
Por Benedicto Cuervo Álvarez.

Su nombre hace referencia a su fenotipo. Se puede afirmar que se trata de un claro exponente del tronco Atlántico. Una de las ventajas de la gallina asturiana, de tronco Atlántico frente a las de tronco mediterráneo, es que cogen más peso y cuando finalizan su vida útil de ponedoras superan los cuatro kilos y son excelentes para caldo. No ocurre lo mismo con las otras, mucho más huesudas. La Pita Pinta Asturiana es de tamaño medio, semipesado, con orejillas de color roja, rústica y vivaz. Presenta, como propias, cuatro variedades de color dentro de su raza: Pinta en negro, pinta roxa, negra y blanca y de doble aptitud. Produce carne de buena calidad y huevos en cantidad interesante como campera.

Del origen e implantación en el Principado de Asturias de esta raza no hay referencias literarias conocidas, aunque se pueden considerar algunas tallas en madera encontradas en hórreos antiguos, como es el caso de las halladas en San Pedro de Corias o en la localidad de Piedeloro (Candás). Pero lo que hace suponer que esta gallina ha estado presente en la totalidad del territorio asturiano son dos circunstancias: 1. Los primeros ejemplares fueron localizados en lugares muy distantes geográficamente y repartidos por toda la región. 2. Tanto los primeros propietarios, como la gente de más edad que hoy en día ve la raza Pita Pinta Asturiana coinciden en los mismos comentarios: “Estes pites criábanse enantes”, “ Son les pites que sacaba mío güela. ” (Estas gallinas se criaban antes / Son las gallinas que criaba mi abuela).


Esta raza, originaria de Asturias y ampliamente distribuida en el medio rural asturiano, debido al auge que en los años 50 y 60 del siglo pasado tuvieron los híbridos industriales, fue barrida literalmente de su territorio. Práctica- mente desaparecida, se inicia su recuperación entre 1980 y 1990 gracias a la labor realizada por el veterinario y biólogo Rafael Eguiño Marcos, quien recorre toda la geografía asturiana en busca de gallinas de tronco Atlántico. La mayoría de los gallineros en los que aparecieron animales de este tipo se encontraron en lugares muy apartados donde la comunicación con los circuitos comerciales era escasa, pero la razón aducida por sus propietarios no era ésa sino la de que: “Las gallinas de granja pintan mal.” (Las gallinas de granja enferman fácilmente.) O bien eran las gallinas que siempre se habían criado en la casa; ésta última razón más aducida en las zonas costeras, mejor comunicadas y de clima benigno.


Especialmente adaptada al clima asturiano, no sufre por la falta de sol ni el exceso de humedad. En cuanto a las características productivas y sistema de explotación la gallina Pita Pinta Asturiana tiene una aptitud sobresaliente en la producción de huevos como gallina campera. La puesta media es de 140 huevos/gallina/ año, con un peso medio de 62 grs. Cabe destacar su longevidad, manteniendo la puesta hasta los 4-5 años de edad, llegando a vivir hasta los 7 años. Como productora de carne destaca su calidad, dando lugar a lo que se cono- ce como “Pitu de Caleya” (criado en libertad), que se corresponde con gallos de más de un año. Los huevos de la gallina Pita Pinta Asturiana son de un color crema tostado y muy suave al tacto. Cada huevo pesa entre los 60 - 65 gr. El peso del ave varía entre el macho y la hembra. El gallo pesa entre 4-5 kg., mientras que la gallina no suele superar los 3 kg. Esta especie de ave es igual de buena como productora de carne que de huevos. Su plumaje característico ha hecho que aumente su interés como animal ornamental.

Fuente visitada. waste.ideal.es/gallinaasturiana

miércoles, 27 de marzo de 2013

LA AVELLANA EN PILOÑA


El avellano tiene su nombre íntimamente unido a la comarca meridional de Campania, en cuyo pueblo, Avella, se dice, existía en abundancia.

La historia registra el considerable tráfico avellanero en los mercados de Roma y Constantinopla. Hoy Italia, con sus variedades que se extienden hasta Sicilia, entre las que destacan la "Redonda de las Colinas", probablemente, la mejor variedad del mundo en calidad para industrias de dulces por su exquisito perfume y sabor, que alcanza las mas altas cotizaciones de Europa, y la "San Giovanni" tan cultivada en la actual Avellino, al pie del Vesubio, que tanta aceptacion tiene en Inglaterra y Turquía, nuestro principal competidor con las suyas "Tombul" "Keresen" y "Constantinopla:", ocupan los primeros puestos de la producción mundial, siguiéndoles inmediatamente nuestro país en el que Tarragona produce el 80 por ciento de la producción nacional.

A título de ejemplo puede decirse que por los años 1.843-1.844, salieron por el puerto de Salou, para puertos extranjeros, 66.390 arrobas de avellanas, mas de 98 destinadas a países americanos; en el mismo periodo, también con destino al Nuevo Mundo, se exportaron por el puerto de Barcelona 19.642 arrobas. A pesar de estos datos, si bien reflejan una superioridad, no desacreditan la producción asturiana, cuyas variedades: Negreta, Amandi, Quirós, Espinareda, Casina y Villaviciosa, ocupan un lugar preferente en la escala internacional de calidades y colocan a nuestra región en el segundo lugar a nivel nacional; en pleno siglo XVIII era normal ver llegar buques ingleses al puerto de Gijón para cargar avellana, y lo mismo sucedía en el puerto de Villaviciosa y Ribadesella.

Muchos serian los nombres a citar como productores de la avellana en el Principado: Aller, donde nace "cada medios años", Cornellana, Teverga, Belmonte, Grado, Quirós, Allande, donde se yergue el único santuario astur dedicado a la Virgen del Avellano..., pero las trovas son las que dicen verdad de la calidad y cantidad de la avellana, y la trova dice así: "Piloña pa les ablanes".

Se ha llegado a hablar, incluso, de cosechas de dos millones de kilos en Asturias. En épocas pasadas, de acuerdo con datos oficiales, la producción de la avellana en Asturias, en el año 1984, fue de 141.000 kilos, de los que 60.000 se destinaron al consumo en las propias explotaciones y unos 80.000 kilos fueron comercializados.

La pregunta del porqué el declive de 1a avellana, las causas no son simples, más bien complejas

Se puede decir que la regulación de mercado de la avellana, que se implantó tras la guerra civil, dañó considerablemente las posibilidades de expansión de cultivo en Asturias, al prohibir la libre comercialización en el mercado español así como en el internacional. En el inicio de la década de los 60, la avellana asturiana aparecía reconocida con carácter administrativo. De todos modos, se exigía una cantidad mínima exportada, previamente, para poder acceder al mercado exterior, y ese requisito era de imposible cumplimiento para los mayoristas asturianos de avellana.

Así perdimos los asturianos, los piloñeses, el mercado exterior de la avellana. Y corriendo el tiempo, en 1972, desaparece el reconocimiento administrativo de la variedad asturiana de la avellana, de esta forma queda reducido el mercado a un ámbito muy limitado y asfixia totalmente la capacidad de expansión de la producción.

Debido a esto es lógico que el agricultor piloñés, el asturiano en general, perdiese interés por la avellana, a todas las dificultades que se han señalado hay que añadir, además, que en los últimos años el precio de la avellana no fue suficientemente remunerado para el agricultor.

A esto hay que añadir que más de la mitad de la gente que trabaja en Piloña lo hace en el campo, y más que agricultor es ganadero, y en esta última dedicación es fundamentalmente, productor de leche.

Los ingresos del campesino provienen, en su mayor parte, de la venta de la leche. Se entiende que el campesino piloñes ha ido especializándose con el tiempo en la producción de leche y abandonando otros cultivos, la avellana entre otros, que en el pasado le proporcionaban una parte importante de sus ingresos. Es perfectamente explicable que los hechos se hayan producido de ese modo, porque, racionalmente, todos tratamos de evitar sobresaltos y la incertidumbre en lo que se refiere al fruto de nuestro trabajo.

No es nuevo si se achaca a las dificultades de comercialización una parte de la responsabilidad del declive de la avellana en Pilona, con el consumo de masas que origina el desarrollo, lo importante no es solo como producir, sino también como vender. Por eso, en la zona de España en la que la avellana se ha convertido prácticamente en el monopolio agrario, como es el caso de un área de Tarragona, se ha logrado superar en buena medida los problemas de comercialización por medio de potentes cooperativas de agricultores que no solo tienen en sus manos la producción, sino también la venta de la avellana. Y, aun así, los potentes exportadores de Tarragona se enfrentan en los mercados pese a la fortísima competencia de la avellana Turca o Italiana. El histórico declive de la avellana en nuestra tierra es un hecho que el Festival trata de detener desde hace años.


 Fuente visitada. .araz.net/pilona/avellana

lunes, 17 de diciembre de 2012

LOS MONTES ASTURIANOS


La madera, de castaño y de otras especies, es un importante recurso que proporcionan los montes asturianos. Desde hace muchos cientos de años, la madera ha sido un material básico para la construcción y un combustible necesario para combatir los fríos invernales o hacer funcionar las primeras industrias. La historia de los montes y pueblos asturianos es en gran medida una historia de árboles y madera. La leña calentaba los hogares en los primeros poblados mientras los mejores troncos se usaban para levantar cabañas y cuadras. La madera de hayas, abedules, avellanos y otros árboles del monte, cuidadosamente seleccionados y cortados en luna menguante, se convertía en manos expertas en cómodas madreñas y útiles herramientas de trabajo.


Avanzando en el tiempo, y con la llegada de las primeras industrias, la madera se buscaba como combustible, usada en forma de leña o para su transformación en carbón vegetal. El intenso carboneo de los montes y la saca de madera para construcción y mantenimiento de las grandes flotas hispánicas fueron reduciendo la superficie de los bosques, sobre todo en las zonas costeras y más accesibles. La explotación continuó después, cuando la madera empezó a utilizarse en la entibación de minas y el tendido de líneas de ferrocarril. Aunque los montes asturianos sufrieron estas etapas de intensa explotación, lo abrupto e incomunicado de nuestras montañas permitió la supervivencia de muchos bosques.


Hoy en día, sabedores de la importancia que tienen nuestros montes, la gestión forestal sostenible se ha ido imponiendo, con lo que la conservación, el aprovechamiento racional y la defensa del bosque frente a talas masivas e incendios es ya una realidad. A los maduros bosques de robles, hayas y abedules de la montaña asturiana se suman amplias superficies de nuevas plantaciones forestales de pinos, castaños e incluso cerezos y nogales, muy productivos y por tanto fuente de riqueza para un medio rural en evolución.


La madera puede ser un recurso económico de gran importancia en Asturias. Además de la fabricación de muebles, vigas y tablones, la madera se utiliza masivamente en la fabricación de pasta de papel e incluso de otros productos como pigmentos, barnices, aceites o celulosa. Hasta nuevos plásticos y alimentos para el ganado ricos en azúcares pueden extraerse de la madera.

Pero para obtener madera, hay que cuidar los montes. Y eso es tarea de todos. 


Fuente visitada.
asturias.es/Asturias/