Gatidad
La gata entra en la sala en donde estamos reunidos.
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Ni de ninguna raza prestigiosa.
Más bien exhibe en su gastada pelambre
Toda clase de cruces y bastardías.
Pero tiene conciencia de ser gata.
Por tanto
Pasa revista a los presentes,
Nos echa en cara un juicio desdeñoso
Y se larga.
Por tanto
Pasa revista a los presentes,
Nos echa en cara un juicio desdeñoso
Y se larga.
No con la cola entre las patas: erguida
Como penacho o estandarte de guerra.
Como penacho o estandarte de guerra.
Altivez, gatidad,
Ni el menor deseo
De congraciarse con nadie.
Ni el menor deseo
De congraciarse con nadie.
Duró medio minuto el escrutinio.
Dice la gata a quien entienda su lengua:
Nunca dejes que nadie te desprecie.
Nunca dejes que nadie te desprecie.
José Emilio Pacheco, en El silencio de la luna: poemas, 1985-1996