(Bifucarción 2)
Autor: Silano el Hispano
SOLO ERA UN SORDO QUE NO COMPRENDÍA QUE EL SILENCIO ERA LA MÁS DULCE SINFONÍA, esto le costó comprender varios meses después de haber pasado más de media vida entre combates y ruidos de calles desordenadas y sucias,
llenas de extranjeros que solo buscaban transformar una bella patria en una masa llena de diversidades y dejándola al final en una masa sin identidad propia, en un gigante herido y sin raíces, sino vestido con los ropajes de diferentes lugares que no ha visitado, sino que estos han venido a él y le han impuesto sus vestiduras, así se sentía Silano en aquel momento cuando paseaba con sus hombres por la avenida principal de Gorthaz, la capital del Reino Púrpura, uno de los 3 reinos que poblaban aquel continente compartiendo dicho territorio también con tribus bárbaras y de exiliados, también bandidos y según algunos aventureros, monstruos y seres que con solo mirarte podía dejarte petrificado, convertirte en una miserable alimaña u horrores inimaginables.
Silano llego con sus hombres a la plaza central, donde estaban los edificios más importantes, el templo a Thula la diosa de la vida y la fertilidad, también diosa de la justicia, la fortuna y las causas perdidas se decía en las tabernas, a unos pocos pasos el dios de la guerra, de la vida militar, Fugort. Ambos templos con un arco que los unía simbolizando la diferencia pero a la vez la similitud entre ambos hacía de puerta principal y única la inmensa plaza, donde solo privilegiados, gentes con permisos o como en este caso un militar podían entrar. Mientras la atravesaba, Silano vio a varios soldados urbanos meter a varios hombres encadenados en el edificio anexo al templo de Thula, allí iban a ser juzgados, sacerdotes junto a los ciudadanos elegidos como jueces dictarían sentencia, vida, muerte o exilio, las tres penas impuestas. Delante de este magno edificio de aspecto solemne y pequeño se encontraba el Senado, donde ciudadanos que eran elegidos de las clases bajas, los nobles y los militares más importantes se reunían con el Rey presidiendo la reunión o su hijo para decidir todo tipo de cuestiones, y aquel día parecía que había algo ya que el hijo del Rey entro y tras él los seis cientos miembros del Senado.
- Silano, ¿crees que las órdenes son como dices? Creo que…- el soldado enseguida calló ante la mirada de Silano.
- Las ordenes están muy claras, si no llegan ordenes en un mes y la tropa aún sigue parada hay que venir a por ellas, a la fuente, ¿cuál es la fuente?-pregunto a los soldados como un profesor a unos alumnos que no atienden- el Cuartel Púrpura, donde están nuestro mayores oficiales, los hombres más veteranos y durante kilómetros se extienden los campos de adiestramiento, de los lugares donde inventan y fabrican artefactos cada vez más novedosos y mas edificios que jamás he visto pero si oído- así que seguidme y callaros, suerte que os dejaron entrar, pensó Silano para sí mismo- y mantened el paso, estos tipos son muy quisquillosos.
El Cuartel Púrpura el último edificio que añadía una lúgubre sombra a la plaza, donde había todo tipo de edificios dedicados a la delicada tarea de llevar el Reino más poderoso, el más rico y el más influyente, su mercado de esclavos era muy variado, sus soldados aguerridos y disciplinados, y sus batallas siempre victoriosas por ello los otros reinos, y las gentes sin civilizar de las tierras fronterizas jamás se acercaban mucho y si lo hacían era en gran numero y algo asustados.
- Silano…Silano…no figura usted en la lista del día de hoy y la hora que me muestra en la carta no es correcta aún así viendo que ha cumplido con los papeles y permisos requeridos informare de su presencia por si alguien como dice le esperaba-.
No se hizo de esperar una voz increpando la inutilidad de su subordinado e increpándole la importancia de aquel que estaba fuera de la sala.
Nadie sabría quién era Silano, lo que había parecido en el Senado una entrada del heredero real había sido todo una trampa, el subordinado extrajo de su chaqueta una ballesta modelo personal, pequeña y practica para esconderla u oficiales que no debían pasarse una hora recargando. La flecha atravesó la garganta del superior y este tocándose el cuello cayó al suelo, el subordinado salió a punto de matar a Silano pero los soldados de este acabaron con la vida del traidor. Un día extraño, ahora entendía porque sus tropas habían estado sin recibir órdenes, primero eliminar a los monárquicos y lógicamente al Rey y su familia, así comprobé la teoría cuando vi al hijo del Rey sacado por los Senadores mientras aullaban su muerte como lobos que por fin han cazado su más ansiada presa. Dos cuerpos de tropas urbanas cerraron las puertas a la plaza mientras entraban dos cuerpos más, en total unos ocho cientos hombres. Silano y los suyos se escondieron, mientras en la plaza los leales al Rey iban siendo sacados de sus oficinas o allá donde se encontrasen trabajando para ser ajusticiados públicamente, además a petición real se declaraba el estado de revolución y por tanto todos eran libres de portar armas, tanto leales como rebeldes. Allí aquel hombre, Allí aquel hombre con miedo ya no lo tenía, Silano cruzo la plaza mientras todos le intentaban matar o le miraban extrañados, aún así alzo la bandera de sus antepasados, con los símbolos de la República, ante esto LOS REBELDES SE LANZARON A POR ELLA PERO LOS LEALES LA DEFENDERÍAN HASTA EL ÚLTIMO ALIENTO.
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Hace 8 meses