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domingo, 22 de marzo de 2009

UNA CENA ROMÁNTICA

Miró en congelador, apenas le quedaban reservas, pronto tendría que cazar para conseguir más comida. Ya le había echado el ojo a un par de individuos pero prácticamente tenia decidido cual de ellos sería el siguiente en caer.

Los escogía en Internet, chicos de cualquier raza y edad, pero, sin embargo, los buscaba atractivos, que les llamara la atracción, que la atrajeran sexualmente.

Le hacía gracia, pero muchas veces se había comparado con una mantis religiosa: se dejaba seducir a cambio de comerse al macho. Ni mas ni menos era lo que ella hacia.

Ya había elegido al próximo; realmente guapo y con un buen cuerpo. Primero se enrollaría con él, le deseaba y por lo que le contaba en sus conversaciones, al parecer, él también la deseaba, o como la había dicho, “le ponía muy cachondo”.
Vivirían un momento de pasión antes de que ella acabara con su vida.

Casi siempre los mataba de un tajo en el cuello cuando se quedaban dormidos, agotados por el frenético ritmo al que habían practicado el acto sexual. También era muy voraz en la cama y, de ahí, que los dejara exhaustos.

Quedó con él en su casa aquella tarde, así que empezó con los preparativos, desde los que serían destinados a hacerla mas atractiva y sexi a los ojos de él, como los destinados a facilitarle el trabajo de acabar con su vida..

Tenía que ser rápida, rajarle el cuello antes de que pudiera reaccionar, antes de que pudiera gritar….una vez rajado, con las cuerda vocales destrozadas, no podría emitir ningún sonido que delatara lo que allí estaba ocurriendo y además moriría rápidamente desangrado. Sería uno más de tantos. Ya comenzaba a relamerse pensando en la carne fresca que pronto tendría en su congelador.

Ya estaba completamente lista. Era una chica muy atractiva y sabía aprovecharse de ello. No quedaba mucho para que viniera su cita.
Llamaron al timbre, abrió la puerta y le vio.

Dios, que guapo era, con esos ojos azules, penetrantes, hipnotizadores. Ese cuerpazo atlético, bien formado. Esa sonrisa con unos dientes blanquísimos y a la vez extraños, como….¿afilados?
No sabía que le pasaba, estaba como alelada, como si realmente la hubiera hechizado; eso nunca le había pasado.
Era sensual y por ello constituía una amenaza para sus planes.
Entró sin decir nada y se lanzó directamente hacia sus labios, la besó con dulzura y con ansia a la vez, la rodeó fuertemente con sus brazos, inmovilizándola, dejándola indefensa frente a la pasión desatada en aquella casa.

La soltó ligeramente para que le guiara a la habitación y allí dar rienda suelta al deseo que había surgido entre ambos.
Se tumbaron en la cama, y siguieron besándose.
Ahora la besaba en el cuello, la besaba con fuerza, notaba cómo le había mordido ligeramente y eso le había puesto la carne de gallina.
Se sentía mareada, débil ¿Cómo era posible? De pronto notó que algo húmedo corría por su cuello. Se tocó el cuello y observó que en su mano había sangre.

Ya era demasiado tarde, justo en ese momento se dio cuenta que, aquella noche, ella sería la cena…...

Autora: R7337 Leer más...

domingo, 8 de febrero de 2009

LA TABLA DE OUIJA

Por fin podía ver la luz, después de siglos vagando por una especie de limbo para almas díscolas, allí aparcadas, probablemente a la espera de un juicio. Un lugar en medio de la nada, sin nadie, aparte de mí. Ahora que ya veía la luz, era feliz. Daba igual el destino, el cielo o el infierno, nada podría ser peor que aquella incertidumbre, por fin saldría de allí.
Pero algo ocurrió, algo empezó a alejarme de la luz y me arrastró otra vez hacia la oscuridad. De pronto me di cuenta de que no estaba en ese limbo sino en otra especie de plano vagamente familiar, un lugar que no conocía pero que ya había habitado anteriormente... ¡cuando estaba vivo!.
Pude oír voces, ¿qué decían?, ¿me hablaban a mí?. Habían raptado mi alma por pura diversión, me exigían que me manifestara, que les hablara usando los símbolos dibujados en una tabla. Eran letras, podía reconocerlas. ¿Qué significaba todo aquello?. Se reían, se burlaban de los muertos, pretendían encerrarme en aquella tabla. Tomé el control de aquello, manifesté mi ira con amenazas a través del lenguaje de la tabla y posteriormente la rompí. Se arrepentirían de haberme llamado, de haberme alejado de la luz. Vendrían conmigo, y seguramente acabaríamos todos en el infierno, y si el diablo no se encargaba de ellos ya me encargaría yo, lo estaba deseando.
Fue todo tan sencillo y estimulante, sólo tuve que tomar el cuerpo de uno de ellos, el más débil de espíritu por su puesto, y encargarme del resto.
Me recreé en mis crímenes, jamás había sido más feliz.
Torturé y sodomicé; descuarticé y desmembré; realicé los actos más impíos con mis víctimas y las asesinaba una vez se desmayaban por el dolor, tras horas de tortura. Y para rematar el trabajo, profanaba sus cuerpos hasta límites no sobrepasados, ni de lejos, por el peor de los necrófilos. Aquello era realmente delicioso. Además, tenía conmigo el alma del infeliz cuyo cuerpo había ocupado para realizar mis planes, ya me pertenecía.
También tuve un gran momento de diversión cuando “me atraparon”, es decir, cuando atraparon a la persona, de cuyo cuerpo me estaba sirviendo. Mi furia no tenía limites, les insulté, les maldije, empleé diferentes lenguas para que me entendieran bien. Entonces oí que alguien proponía una teoría acerca de lo que le pasaba al chaval cuyo cuerpo yo tenía secuestrado, algo muy divertido, conjeturaron acerca de una posesión demoníaca. ¡Una posesión diabólica!, ¿no era divertido? Para ellos, yo era el demonio que lo había poseído, me entraron ganas de reír. Gentes ignorantes y temerosas de Dios, creyeron que tanto ensañamiento no podía hacerlo una persona, por muy perturbada que estuviera, no, eso debía ser obra de “Satanás”.
Disfruté como nunca con el exorcismo, aunque no puedo decir lo mismo de mi “compañero de cuerpo” que sufrió toda aquella locura quedando tan debilitado que cuando me aburrí de aquella farsa, lo pude arrastrar conmigo fácilmente, sin que opusiera resistencia a abandonar su cuerpo, que murió en cuanto salimos de él.
Qué grata sorpresa fue encontrarme en aquel limbo de almas abandonadas con aquellos que me arrancaron de la luz. Eran almas sin brillo, torturadas por su traumática salida del cuerpo. Cómo disfruté de mi obra, iría al infierno por ello, pero iría feliz porque, por fin, abandonaría aquel lugar perdido. Aunque no iría yo solo a hacerle compañía al diablo, arrastraría a aquellos que frustraron mi posible entrada al cielo aunque eso jamás lo sabría, ¡jamás sabría si aquella primera luz era la entrada al cielo!. Me enfurecí al tomar conciencia de que seguramente, con lo que había hecho, me había ganado el acceso directo al infierno y ellos también pagarían por ello, ahora me pertenecían y les torturaría por toda la eternidad.... era y soy feliz, sólo espero salir pronto de aquí, sé que no falta mucho...... ¡ya puedo ver la luz!

Autora: R7337 Leer más...

sábado, 7 de febrero de 2009

LA LEY DE MURPHY

Por fin, ya habían llegado al recinto donde se celebraría un macroconcierto que duraría los próximos 3 días. El viaje se había hecho pesado, pero por estar en aquel sitio, valía la pena incluso recorrer el doble de lo que habían recorrido. Les esperaban varios días de juerga ininterrumpida.
Ya habían descargado la mayoría de las cosas de la furgoneta y montado la tiendas de campaña. Podían relajarse y descansar hasta que empezara el primero de los los conciertos.
Ella tenía pensado ir con el resto de sus amigos a dar una vuelta por el lugar, comprar comida y algunos hielos para el botellón (habían traído suficiente bebida como para estar pedo los tres días seguidos). De pronto, se sintió observada. Miró a su alrededor y allí estaba. Era un chico realmente guapo, notaba el deseo en su mirada. Empezó a acercarse a ella y ella sintió el mismo impulso. Jamás se había sentido así, nunca. Sus amigos se fueron dejándola a solas con él. Cuando la habló, su voz la hipnotizó por completo, le dijo que la deseaba y ella le condujo hacia la parte trasera de la furgoneta. Allí en la intimidad se lo montaron con tanta pasión que quedó agotada. Cerró los ojos y durmió.
Despertó sintiendo unas molestias por todo su cuerpo, y además tenía mucho frío. Comprobó que estaba sola. Había sido simplemente un polvo, nada mas, “¿se había vuelto loca?, ¿hacerlo con un desconocido?, ¿en que estaba pensando?. Le dolía la cabeza. ¿Había cogido frío? Genial, el mejor finde de su vida y ella iba a pillar la gripe, tenía que ser la ley de murphy, ¡que mala suerte!”.
Aquella noche no iría al concierto, se quedaría descansando a ver si con un poco de suerte al día siguiente se encontraba mejor.
Sus amigos se fueron después de convencerles de que no se preocuparan, que sólo estaba cansada. Se metió en el saco de dormir, estaba helada y tiritaba. Empezó a inquietarse, había algo mas que no terminaba de ir bien. Tenía la impresión de que su cuerpo estaba cambiando, no podía moverlo normalmente, era como si sus huesos se estuvieran reblandeciendo, como si su cuerpo se estuviera convirtiendo en “blandiblú”.
Sacó como pudo el brazo y se tocó la cabeza. Notó horrorizada como el cráneo cedía y se abombaba hacia dentro, el duro hueso ahora era flexible como una pompa de chicle. A su vez su cuerpo exudaba una sustancia gelatinosa, mientras, notaba como estaba perdiendo su forma humana, iba tomando la forma redondeada de un globo, pero no se estaba hinchando sino todo lo contrario, cada vez sentía que su cuerpo se iba reduciendo.
Intentó moverse para salir de la tienda de campaña y pedir ayuda pero le fue imposible, notaba como la piel se había gelatinizado convirtiendo su cuerpo en una especie de capullo viscoso. Tampoco pudo gritar aunque lo intentó, tenía las cuerdas vocales llenas de la misma mucosidad que rodeaba al cuerpo. ¡¡Se estaba convirtiendo en un monstruo viscoso!!, aunque a esas alturas no pensaba de un modo claro. Notó como algo pringoso empezaba a salir por su nariz ¡EL CEREBRO SE LE ESTABA LICUANDO! ¡TODA ELLA SE ESTABA LICUANDO!. Esto fue lo último que pensó antes de perder la consciencia. Un líquido blanquecino salió a través de aquella masa deforme y gelatinosa en que se había convertido el cuerpo de la chica. Esta baba blanca se deslizo hacia fuera y se hundió en la tierra. Volvió a salir a la superficie a unos metros de la tienda de campaña, donde escondido tras unos arbustos comenzó a tomar forma humana. Se vistió con la ropa que había escondido en aquel sitio y salió de allí, mezclándose con la gente que bailaba al ritmo de la música, se sentía cómodo entre ellos. De repente la vio, ella sintió su mirada, se giró, le miro y le sonrió. Tenía suerte, volvería a comer de nuevo......

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