Zack Snyder ha optado por un camino complejo y ha transformado al más luminoso de los superhéroes en un figura oscura, nolanizada y quizá exageradamente compleja. Lo hizo en El Hombre de Acero, una película más que interesante, pero con muchos altibajos. Y Snyder es verdad que ha tomado nota de sus errores. Todos los personajes que había en aquella y que reaparecen en Batman v Superman. El amanecer de la justicia parecen haber mejorado. Y todo lo nuevo resulta, como poco, bastante atractivo. Pero la película es un despropósito. Juega demasiadas cartas a la vez, quema demasiados conceptos, tritura un número demasiado amplio de cómics y trastea demasiado con la posibilidad de un universo expandido que ya es real y que terminará de plasmarse este año con Escuadrón Suicida y, sobre todo, cuando llegue la ansiada película de la Liga de la Justicia. Pero hay demasiada prisa. Sencillamente, demasiada. Y por eso la cosa no funciona tan bien como debiera.
El caso es que Snyder juega buenas cartas. Arranca la película, secuela directa de El Hombre de Acero por mucho que se haya querido jugar a decir que no, con una secuencia doble muy potente que deja a las claras que esta, en realidad, es sobre todo una película de Batman hasta que la acción, sorprendentemente muy ausente a lo largo de todo el metraje, se desboca en los dos clímax finales, brillantes e intensos en muchos aspectos, en realidad las dos escenas anticipadas por los trailers que cualquiera que pague una entrada de Batman v Superman está deseando ver. Lo demás, una complicada construcción para dar base a que el Caballero Oscuro y el Hombre de Acero estén enfrentados durante toda la película que el guión acaba diluyendo entre esas dos secuencias de gran envergadura. Y saliendo del cine con el espléndido sabor de boca que dejan clímax y epílogos, lo cierto es que no basta para que la película alcance el nivel que podía anticiparse.
Y es una pena, porque la posibilidad de hacer algo mejor estaba ahí. Los temas que trata el filme, incluso alguno imposible de analizar sin caer en spoilers, son fascinantes. Pero a Snyder se le va la mano en muchos sentidos. La película, como ya es costumbre en el género, cae en un galimatías argumental en el que las cosas suceden porque sí y el tiempo y el espacio se saltan todas las leyes físicas de nuestra realidad para que todo acabe encajando. Hay muchas absurdeces de este tipo como para no lamentarlo. Eso puede no suponer gran cosa para quienes se centren en los personajes y en esas dos grandes batallas finales, pero importa, porque lastra buena parte de la propuesta del filme. Y eso que Batman se adueña de la película mientras Superman mejora al personaje de la película precedente, Jesse Eisebnberg compone un formidable Lex Luthor y la Lois Lane de Amy Adams, el Perry White de Laurence Fishburne o el Alfred de Jeremy Irons son geniales.
Por eso es gozoso, porque lo bueno que tiene que ofrecer Batman v Superman es francamente bueno, entretenido e incluso fiel a los personajes, siempre eso sí desde una vertiente oscura que no todo el mundo entenderá con la misma facilidad. Pero es un desporpósito porque comete errores de bulto. Es complicado entender que una película de esta envergadura apenas ofrezca acción hasta su tramo final. O que en un filme titulado Batman v Superman los momentos más brutales los protagonice la Wonder Woman de Gal Gadot, sensacional aportación al panteón del universo DC que bien hubiera merecido un espacio en el título y en el cartel del filme. Las comparaciones son odiosas, pero sigue dando la impresión de que hay muchas ganas de alcanzar el mismo estatus que Marvel se ha ido fraguando con un número importante de películas y Snyder, ya con casi cinco horas de historia, parece haber quemado cartuchos demasiado importantes como para seguir en una casilla de salida. El amanecer de la justicia aprueba, pero por desgracia sin alardes.