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jueves, junio 04, 2015

'Insidious. Capítulo 3', un año cero resultón pero algo flojo

Sin James Wan, Insidious es menos Insidious en este Capítulo 3, que en realidad no es una secuela de la segundaentrega, sino una especie de año cero de la mitología que se mostró en la primera. Y el producto final es resultón. Algo flojo, eso sí, porque la película incide en los clásicos errores del cine de terror moderno y porque hay muchas situaciones o especialmente bien resueltas, pero desde luego sí parece algo suficiente para los aficionados al género porque está hecha con cierto oficio, a pesar de ser la primera película como director de Leigh Whannell y que obviamente no tiene los recursos que Wan mostró a la hora de completar los huecos de la primera entrega con la secuela. Por esa razón, esta tercera película, con un cambio de protagonistas y dando un papel esencial a una secundaria de las dos anteriores películas, siempre parece lo que es, un intento de estirar el chicle, poner una vez más el título de Insidious en la pantalla y ganar unos cuantos dólares más. Con cierta dignidad, pero es así.

Lo que sigue sorprendiendo es que en películas de gran estudio siga habiendo errores tan flagrantes, fallos de continuidad, guiones que no respetan demasiado a los personajes que introducen o reglas un tanto difusas de estos fantasmas que acechan en el cine de terror contemporáneo. De todo ello hay en esta tercera parte de Insidious, lo que limita el resultado final a una historia más o menos aceptable, con los sustos habituales y una forma de entender el género demasiado sencilla como para pensar que este título tiene algo más que decir que la satisfacción del aficionado ya convencido. Pero incluso al aficionado de esta serie le puede llegar a chirriar el final, porque pone algo en cuestión lo visto en las dos anteriores entregas. Quizá no sea más que un detalle menor, una forma de cerrar la historia (siempre que la taquilla no diga lo contrario, por supuesto), pero en el peor de los casos sí es un cambio no demasiado atractivo.

En realidad, cuando uno piensa en cine de terror como el de Insidious, es bastante probable que algunos de los defectos de la película puedan ser vistos como la razón para verla. Así sucede con el uso del sonido, tramposo y efectista pero clave esencial de los sustos que tiene la película, o con la forma en que las sombras se apoderan de la pantalla, previsible pero base de esos mismos momentos de buscado terror. Los avances argumentales, en realidad, quedan en un segundo plano hasta el último tercio de la película, que sigue el esquema tradicional de este tipo de relatos sin salirse ni medio milímetro del camino ya trazado por tantos y tantos intentos previos, incluyendo la primera película de esta misma serie. Salirse de ahí fue precisamente lo que hizo del segundo filme el más interesante de la trilogía, aunque sea el primero el que tenga la mayor fama.

Este Capítulo 3 ni siquiera tiene un reparto excesivamente atractivo. Quitando a los personajes ya conocidos, destacando a Lin Shaye aunque más por carisma que por un gran trabajo de actuación, ni la joven Stefanie Scott ni el ya veterano Dermot Mulroney, hija y padre en el filme, consiguen sustraer sus personajes de la etiqueta de tópico ya visto demasiadas veces. De hecho, lo más divertido está en los guiños humorísticos que hay antes de ese clímax, porque sorprende que en una saga tan anclada en lo fantástico, en ese otro mundo del más allá (o Más Lejano, como se le denomina), al final buena parte de la resolución dependa de lo físico, de un ataque personal y no del terror que surge de las sombras. Con todo, y aunque haya ya tantas películas de esta índole, sigue siendo evidente que hay un público que las consume, independientemente de su calidad. Esta no es ni mala ni buena. Es, simplemente, una más.

lunes, noviembre 04, 2013

'Insidious. Capítulo 2', supera a la original, pero no a 'Expediente Warren'

El más que notable precedente de Expediente Warren obligaba a recibir Insidious. Capítulo 2 de forma diferente a como se atendió la llegada de la primera película de esta saga. Aquella fue un gran éxito, cautivó enseguida al público y fue acumulando una espléndida reputación. Sin embargo, era una muestra de cómo es el cine de terror contemporáneo, con trampas muy evidentes, salidas muy fáciles, tópicos constantes y más vinculada al susto que al auténtico miedo. Previsible en bastantes sentidos aunque, insisto, satisfizo en general al aficionado. Pero Expediente Warren cambió las reglas porque colocó a su director, James Wan, en el camino del terror más clásico. Era, a diferencia de Insidious, más miedo que sustos. ¿Y qué sucede con Insidious. Capítulo 2? Pues que mezcla ambas sensaciones, superando así a la película original pero quedándose por debajo de su anterior trabajo.

Da la impresión de que James Wan sabe exactamente dónde pretende colocar cada una de sus películas. Y después de recuperar una forma clásica de hacer terror quería mostrar algo de lo que le catapultó a la fama. Insidious. Capítulo 2 se va convirtiendo poco a poco en una secuela que juega sus bazas con habilidad, que amplía y completa la historia ya conocida, sin dejar de lado la necesaria obligación de expandirse. Es en el encaje con la primera parte donde el filme alcanza sus propósitos con más claridad. Pero al mismo tiempo se que ésta contiene trampas muy similares a las de aquella: ausencias clamorosas y demasiado convenientes de personajes para propiciar el susto fácil, incluso repetición de elementos con los que asustar al espectador (el andador con luces y sonidos del bebé de la familia Lambert, el piano) y encuadres en los que resulta evidente de dónde va a venir el susto.

Pero también es cierto que Wan es buen creador de atmósferas de terror (incluso con, otra trampa más, la muy evidente música de género que ofrece Joseph Bishara, autor también de las partituras de las dos anteriores películas ya mencionadas del director, y las no sé sabe muy bien por qué obligatorias estridencias sonoras en determinados momentos). No hay nada especialmente rompedor en la historia, como tampoco lo había en el primer Insidious, pero en esta ocasión sí merece una atención más clara del espectador, porque propone un conjunto de tramas dobles (en cuanto a personajes y escenarios y en cuanto a tiempos) y eso aumenta la apuesta y provoca una sensación de estar viendo algo diferente dentro de lo mismo. Parece una obviedad en una secuela pero hay incontables ejemplos de películas en las que no sucede así. Incluso visitando entornos conocidos, no se tiene la sensación de repetición.

Insidious. Capítulo 2 acaba siendo, por esos detalles, una película lo suficientemente satisfactoria, mejor que la primera en muchos sentidos. Expediente Warren había elevado mucho el listón de su director y aumentado el interés por ver qué podía ser capaz de hacer con una secuela de una anterior película suya. Y Wan sale airoso de ese reto. Es factible que el espectador que no sea aficionado al terror la vea como un más de lo mismo, y en cierto modo no le faltará razón, por mucho que el aficionado la disfrute como una película de género más correctamente realizada. Pero su ajustada duración (106 minutos), su buen reparto (Rose Byrne amplía el personaje de la primera entrega, sigue siendo un placer ver a Barbara Hershey, ahora con más minutos en pantalla, y sobre todo sorprende el apreciable cambio de registro de Patrick Wilson, ya fetiche de Wan tras protagonizar también Expediente Warren) y algunos momentos de terror muy logrados justifican con creces la película como una apreciable, aunque sí, tramposa, muestra del cine de terror contemporáneo.

miércoles, julio 06, 2011

'Insidious', el terror moderno debe de ser esto

Insidious debe de ser un perfecto ejemplo de lo que es el terror para el cine moderno. Un terror facilón, producto de situaciones tópicas y de eliminar las luces, carente de imaginación y pendiente sólo de sorprender con giros inverosímiles del guión. Un terror que no ofrece nada nuevo, que no se mete en el cuerpo, que sólo busca un eventual salto en tu butaca que llega siempre cuando uno se lo espera, en la situación en la que parece claro que se va a producir. El terror moderno debe de ser esto. Pero a mí, la verdad, no me dice gran cosa. Añoro la sensación, al terminar una película, de mirar en todos los rincones a mi alrededor para asegurarme de que no hay nada ni nadie. La sensación que dejaban los grandes clásicos del género. La que uno siente al ver La semilla del diablo, El exorcista, La profecía. Las grandes. ¿Insidious? Parece que está gustando. Pero a mí esto no me produce terror.

Vamos a partir de una base muy razonable para explicar la conclusión que acabo de exponer: el director de Insidious, James Wan, es el realizador de Saw y autor del argumento de la tercera parte de esa saga. Sé que Saw tiene seguidores. Quienes vean en esa saga auténtico terror, igual sí disfrutan de Insidous. No es mi caso. De todo modos, las historias de aquella y ésta están muy alejadas entre sí. De un asesino psicópata en aquella pasamos a una maldición con niño de por medio en esta. Un niño, elemento muy tradicional en el género de terror. Sólo eso ya produce una sensación de déjà vu, aunque es engañosa como va revelando la película, y que se acrecienta según van pasando los minutos. Pero como Wan parece ser consciente de eso, llega un momento en que su apuesta es la diferente, la de cambiar por completo el planteamiento de la película, hacer que sus personajes no sean lo que parecen ser (casi todos) y plagar la historia de giros inverosímiles. Difícil convivencia.

Pero estábamos en que esto es una película de terror. Luego tiene que provocarlo en el espectador. Si no, flaco favor le hacemos al género. Insidious tiene sustos, eso es innegable. ¿Pero es eso terror? Yo discrepo. En cualquier caso, hay muchos que se conforman con eso. Pero hay un problema con los sustos de Insidious: suceden exactamente cuando uno espera que van a suceder. Y eso, evidentemente, les resta efectividad. Los sustos, además, son fáciles. Porque hay considerar como algo muy fácil si simplemente basta con bajar la luz, llenar el escenario de vapor o hacer que un tipo disfrazado de monstruo salte dentro de plano para conseguir ese susto. No se recurre a la mente sino al estómago, no hay un terror psicológico sino uno visceral. Y esto es así a pesar de que, a diferencia de Saw, no hay nada de sangre en la pantalla. ¿Pero imaginación? Ninguna. Lo demuestra, además, el hecho de que la película intente beber de cuantiosos títulos del género, algunos clásicos como Poltergeist y otros más modernos como la sorprendentemente exitosa Paranormal activity.

El caso es que Insidious no genera terror, pero sí sustos. Que sus actores no son malos, pero tampoco notables (y quedan minimizados por la propia historia, que no desarrolla sus personajes lo más mínimo y cuando lo hace es por caminos insospechados y poco creíbles), porque ni Rose Byrne, ni Patrick Wilson consiguen hacer suya la película (quizá el mejor nombre sea el de Barbara Hershey, pero habiendo destacado tanto en Cisne Negro junto a Natalie Portman sabe a poco aquí). Que su dirección no aporta nada del otro mundo, e incluso se rebela torpe en algunos momentos, aunque para algunos sea suficiente... precisamente por los sustos. Es decir, que no hay nada en Insidious que permanezca en la memoria o, dicho de un modo más crudo, que merezca la pena en realidad. Ni siquiera su pretendidamente sorpresivo final, al que se llega después de no saber ya a qué venía toda la historia. Y el caso es que la película parece haber gustado. Será que yo no entiendo el terror moderno. Para gustos los colores.