Viendo que Runner Runner está fundamentalmente ambientada en Puerto Rico, en un mundo de lujo y dinero, casi da la impresión de que los responsables y protagonistas de la película decidieron pasar allí unas vacaciones de diversión y fiesta y, de paso, rodar una película. No es que eso sea especialmente malo, porque Runner Runner acaba siendo un correcto entretenimiento que, eso sí, podría haber ido por derroteros más interesantes y menos convencionales, pero sí es verdad que acaba siendo una historia como otras muchas en la que aparecen varias caras conocidas, los rostros bonitos que luzcan en un cartel y atraigan espectadores a una sala de cine. Y es que el reclamo está ahí, en Justin Timberlake, en Ben Affleck y en menor medida, por una cuestión de tiempo en pantalla y porque su personaje es el menos explotado en el guión, en Gemma Arterton
Runner Runner se centra en el mundo del juego online y los ingentes beneficios que genera, y es esa parte la más atractiva de la película, la primera, aquella en la que expone la trama y presenta a los actores que, nunca mejor dicho, forman parte del juego. Y es la más atractiva porque además de fascinar la exposición que hace Brad Furman (El inocente) y lo bien que da en cámara siempre Justin Timberlake, independientemente de lo mejor o peor actor que luego resulte ser en cada película, es la que deja con ganas de más. Cuando luego la película deviene en la relación entre el experimentado hombre de negocios (Ben Affleck) y el chico que intenta progresar, se está intentando explotar una fórmula que ya es habitual desde Wall Street (Oliver Stone, 1987) y sin aportar demasiado más allá del carisma de sus actores y la ubicación exótica, algo que Hollywood ya ha venido empleando con mucha frecuencia en sus películas. ¿Entretiene? Sí. ¿Algo más? No.
Aún así, se agradece que Furman, aún dando un pequeño paso atrás después de El inocente, sepa cuándo acabar la película, sin necesidad de alagar tramas sin necesidad y ajustando su duración a unos agradecidos 90 minutos, auténtica razón de que el resultado final sea aceptable, porque permite quedarse con lo bueno sin necesidad de sufrir la película más allá de las dos horas que muchos directores suelen consumir. No es causalidad que el guión se centre en el mundo del juego, ya que está escrito por Brian Koppelman y David Levien, que debutaron con Rounders (¿es ésta una actualización en la era digital de aquella?) y son también autores de Ocean's Thirteen. Y la pena es que ese mundo se queda en segundo plano en la segunda parte del filme, cuando éste se convierte en el clásico thriller criminal, especialmente desde la aparición del agente del FBI de un Anthony Mackie menos amable que de costumbre.
Pero el problema en realidad de Runner Runner es que, a pesar de que ofrece un honesto entretenimiento, lo hace con soluciones fáciles. La excusa argumental de la película es fácil. Su final es fácil. Y algunos detalles de su desarrollo también lo son. Es verdad que hay carisma, y más que podría haber habido de haber mejorado el uso del personaje de una Gemma Arterton que siempre deja detalles interesantes (da la impresión de que tanto guionistas como directores tienen miedo de introducirla en un tópico triángulo amoroso y la fórmula escogida no sé hasta qué punto mejora su presencia), y que la historia arranca con bastante fuerza y con alguna escena muy bien planificada. Pero el conjunto decae hasta mezclarse en la retina cinéfila del espectador con otras películas similares. Ahora bien, para quien esté al tanto de las polémicas que se cuecen en Hollywood es una espléndida oportunidad para evaluar las posibilidades de Ben Affleck interpretando al Caballero Oscuro en la próxima Batman vs. Superman.