Algunas personas consideran que Alejandro Magno fue uno de los seres más valientes e importantes de la Historia Universal. Sin embargo, en este blog preferimos a Clito (el Negro, para los amigos).
Clito había nacido en Macedonia durante el año 367 a.C. y era el mejor amigo de Alejandro. Para ser amigo de un tipo así no alcanzaba con compartir una cerveza: había que recorrer el mundo entero luchando contra enemigos desconocidos, lejos de tu familia y pasando hambre. Clito lo hacía mejor que nadie.
Sin embargo, a medida que fue creciendo, Alejandro Magno se volvió bastante cancherito. No es para menos, dirán ustedes: el tipo estaba formando el mayor imperio de la historia. Pero a Clito no le importaba eso, porque notaba que Alejandro iba directo a arruinarlo todo por sus ansias de mayor poder. Y, como hacen los buenos amigos, aprovechó una noche en la que estaban relajados tomando algo y se lo dijo.
Alejandro, un poco porque estaba borracho y mucho porque realmente se había vuelto un soberbio, le respondió muy mal. Se produjo un diálogo similar a éste.
--Che, Alejo, me parece que ya estás haciendo cualquiera. Lo único que te importa es conquistar y conquistar, y acá los pibes ya no pueden más. Además, estás llenando todo de persas, y antes los persas eran nuestros enemigos...
--¿Y vos que te metés, gil? ¿Quién te preguntó?
--Bueno, calmate, Dios del mundo. ¿Quién te creés que sos? ¿Zeus? Si viviera Filipo, tu viejo, te daría un cachetazo.
--¡Callate, inútil! ¡Envidioso! Me odiás porque nunca en tu vida hiciste nada importante.
--No, creo que no... Excepto salvarte la vida en el río Gránico, creo que nada...
Ahí fue cuando Alejandro se calentó mal, pero Clito tenía razón: en la batalla del río Gránico (334 a.C.) había evitado la muerte de un herido Alejandro. La cuestión es que Alejandro, estupidizado por el poder, mató a Clito atravesándolo con su lanza. Qué imbécil sos, Magno. Qué imbécil sos.
Contaron algunos griegos, en secreto, que durante el resto de su vida, cada vez que creía estar solo, Alejandro hablaba con Clito, pidiéndole perdón y jurándole que nunca, pero nunca más, desconfiaría de un amigo.
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31 de marzo de 2012
7 de enero de 2011
Imperio Romano en Egipto (332 a.C. – 30 a.C.)
¿Por qué sonríe? Busto de Ptolomeo I. |
Recibió ese nombre por Ptolomeo I (360-285 a.C.), uno de los generales destacados de Alejandro Magno. Al morir Alejandro (323 a.C.), en el reparto de sus dominios a Ptolomeo le correspondió Egipto, donde fundó su dinastía.
Egipto, aun formando parte del Imperio Macedonio, pudo mantener un apreciable equilibrio político y militar. En el año 88 a.C., pese al creciente poder del Imperio Romano, el Senado rechazó que Egipto fuera controlado por el Imperio.
Sin embargo, en 31 a.C., después de la derrota de Cleopatra en la batalla naval de Accio, Roma se apoderó de Egipto. Así, la totalidad de la herencia de Alejandro Magno quedaba en manos romanas.
5 de enero de 2011
Alejandro Magno (356 a.C. - 323 a.C.)
La osadía de Alejandro Magno generó, casi de la nada, al Imperio Macedonio. A su muerte, se elevó el Imperio Romano, que comenzó su larga hegemonía.
Alejandro Magno (nacido en el año 356 a.C.) construyó el Imperio Romano, pero nunca perteneció a ese imperio. Explicación: Alejandro lideró a batallones que dominaron amplios territorios. Tras su muerte, los romanos aprovecharon la debilidad de sus sucesores y fueron quedándose con las tierras que pertenecían a los macedonios, formando su propio y perdurable imperio.
Filipo II había conquistado Grecia en 338 a.C. Su hijo, Alejandro de Macedonia, luego conocido como Alejandro Magno, heredó las tierras que gobernaba su padre, pero como parece que no le alcanzaban, emprendió la conquista del gigante Imperio Persa y agregó a sus dominios tierras que iban desde el Mar Jónico hasta las fronteras occidentales de la India, incluyendo Asia Menor (334 a.C.). Yo tampoco sé bien dónde queda todo eso, pero en tamaño sería como conquistar toda América del Sur. Zarpado.
Alejandro Magno, agrandado por todas las batallas ganadas y los lugares donde lo llamaban "rey", siguió invadiendo territorios con un inmenso batallón, que ya incluía macedonios y soldados de otros lugares. Conquistó Egipto (332 a.C.), donde fue bien recibido por el pueblo y fundó la ciudad de Alejandría. Luego de cuatro años de guerra, ocupó las capitales persas, considerándose el sucesor de la Dinastía Irania (330 a.C.). Luego de conquistar la India, generando el imperio más grande jamás visto, sus tropas se negaron a seguir la infinita expedición y Alejandro debió volver a Babilonia. Murió allí a los 33 años (323 a.C.).
A su muerte, la unidad del Imperio Macedonio que había creado no pudo mantenerse. Sus sucesores se repartieron los territorios. ¿Qué pasó con la antigua Grecia? Quedó dividida entre varios gobernantes. Su principal ciudad, Atenas, volvió a ser tomada por los macedonios durante la Guerra Cremonidea (267-262 a.C.).
Los macedonios dominaron Atenas durante varias décadas, hasta que Filipo V (rey de Macedonia) aceptó una alianza con el cartaginés Aníbal. Como Cartago era un gran enemigo de Roma, esa decisión llevó a que Roma invadiera Grecia (215 a.C.) sin conseguir dominarla. Volvió a la carga y, en al año 146 a.C., Grecia se convirtió en provincia romana tras la derrota de la Liga Aquea.
Pero todo esto ya no tiene nada que ver con Alejandro Magno, a quien si tenemos que definir en 21 palabras, fue "el tipo que por ambición y capacidad de liderazgo consiguió formar uno de los imperios más grandes de la historia universal". Tranqui.
Más textos sobre él: El gran error de Alejandro Magno - Otra mirada sobre Alejandro Magno
Alejandro Magno (nacido en el año 356 a.C.) construyó el Imperio Romano, pero nunca perteneció a ese imperio. Explicación: Alejandro lideró a batallones que dominaron amplios territorios. Tras su muerte, los romanos aprovecharon la debilidad de sus sucesores y fueron quedándose con las tierras que pertenecían a los macedonios, formando su propio y perdurable imperio.
Filipo II había conquistado Grecia en 338 a.C. Su hijo, Alejandro de Macedonia, luego conocido como Alejandro Magno, heredó las tierras que gobernaba su padre, pero como parece que no le alcanzaban, emprendió la conquista del gigante Imperio Persa y agregó a sus dominios tierras que iban desde el Mar Jónico hasta las fronteras occidentales de la India, incluyendo Asia Menor (334 a.C.). Yo tampoco sé bien dónde queda todo eso, pero en tamaño sería como conquistar toda América del Sur. Zarpado.
Alejandro Magno, agrandado por todas las batallas ganadas y los lugares donde lo llamaban "rey", siguió invadiendo territorios con un inmenso batallón, que ya incluía macedonios y soldados de otros lugares. Conquistó Egipto (332 a.C.), donde fue bien recibido por el pueblo y fundó la ciudad de Alejandría. Luego de cuatro años de guerra, ocupó las capitales persas, considerándose el sucesor de la Dinastía Irania (330 a.C.). Luego de conquistar la India, generando el imperio más grande jamás visto, sus tropas se negaron a seguir la infinita expedición y Alejandro debió volver a Babilonia. Murió allí a los 33 años (323 a.C.).
A su muerte, la unidad del Imperio Macedonio que había creado no pudo mantenerse. Sus sucesores se repartieron los territorios. ¿Qué pasó con la antigua Grecia? Quedó dividida entre varios gobernantes. Su principal ciudad, Atenas, volvió a ser tomada por los macedonios durante la Guerra Cremonidea (267-262 a.C.).
Los macedonios dominaron Atenas durante varias décadas, hasta que Filipo V (rey de Macedonia) aceptó una alianza con el cartaginés Aníbal. Como Cartago era un gran enemigo de Roma, esa decisión llevó a que Roma invadiera Grecia (215 a.C.) sin conseguir dominarla. Volvió a la carga y, en al año 146 a.C., Grecia se convirtió en provincia romana tras la derrota de la Liga Aquea.
Pero todo esto ya no tiene nada que ver con Alejandro Magno, a quien si tenemos que definir en 21 palabras, fue "el tipo que por ambición y capacidad de liderazgo consiguió formar uno de los imperios más grandes de la historia universal". Tranqui.
Más textos sobre él: El gran error de Alejandro Magno - Otra mirada sobre Alejandro Magno
Hasta ahora no entendí nada
(Si querés un resumen a lo bruto desde el Big Bang hasta acá, leé esto)
Es un buen momento para hacer un resumen de los capítulos anteriores, especialmente para los distraídos o para los que llegaron a este texto por casualidad.
Una vez que aparecen los seres humanos y evolucionan hasta tener un cuerpo parecido al que tenés vos, esa evolución individual se transforma en evolución colectiva: como el hombre ya no puede generar grandes cambios por su cuenta, se junta con otros. Ese camino llevaría a la formación de las primeras civilizaciones.
Esas primeras civilizaciones estaban en permanente enfrentamiento con las que vivían cerca. Cuidado: cuando leemos sobre Historia pareciera que estaban en guerra todo el tiempo, pero no es así. Si nos cuentan que Esparta luchó contra Persia en 490 y contra Atenas en el 431, nunca imaginamos los 59 años de paz que existieron en el medio. De hecho, si en el futuro a alguien le cuentan que Argentina luchó contra Inglaterra en 1806, 1807 y 1982, tal vez nos imagine como a un pueblo guerrero. Sin embargo, no es lo que parece cuando caminamos por Campana o por Llavallol.
De todos modos, las civilizaciones antiguas sí peleaban un poco más que las actuales. ¿Porque eran malos? No. Se peleaban porque desconfiaban de lo desconocido (los otros) y, muy especialmente, porque la comida no alcanzaba. Muchas veces lo que la naturaleza daba (frutas, verduras y animales que pasaban por ahí) se acababa y había que buscar otros lugares que tuvieran alimentos. El problema era cuando esos lugares estaban ocupados.
Incorporemos esto: la mayoría de las guerras de la Edad Antigua no fueron por la ambición de gobernantes dementes; fueron porque las personas no tenían qué comer y la única forma de evitar las revueltas era enviarlos a buscar comida en otras regiones.
En fin, sigamos. Hubo múltiples civilizaciones, pero pocas han sido consideradas relevantes: los sumerios, los asirios, Egipto, Grecia, China, India... Básicamente, lo que estuvimos viendo hasta ahora.
Elegimos hacer un quiebre acá porque aparece un tal Alejandro Magno. Más allá de mi propia teoría sobre él, Alejandro es importante por varios motivos. No surge de un súper imperio formado, sino que él es la clave para formar al imperio. No es parte de un larguísimo proceso, sino que en quince años consigue más tierras que ningún otro antes. No es parte de un fenómeno colectivo, no se habla de un “ejército macedonio”: la clave es él.
Alejandro Magno es uno de los primeros casos en los que aparece un elemento extra en la lucha por el poder: el carisma (fenómeno que fascinaba al filósofo Max Weber, según me contó Alejandro Salamón en la Universidad de Lomas). Aunque yo mucho no lo banque, Alejandro tenía en sus acciones, en su voz, en su personalidad algo que atraía, que modificaba a los demás. A Alejandro lo seguían por fe y por convicción más que por raciocinio. Sólo un desequilibrado podía intentar lo que él intentó, lo que casi logra: ser dueño del mundo.
Llegamos a este punto, entonces. Persia, Atenas y Esparta como centros de poder, China tranquila a un costadito y muchas regiones sometidas (India, Palestina, Israel). De América y de Oceanía, ni noticias.
El Imperio Egipcio se extinguía, el apogeo del Imperio Asirio había quedado atrás, el Imperio Persa era el principal, pero... pero nació Alejandro Magno. La Historia Universal continúa así...
Es un buen momento para hacer un resumen de los capítulos anteriores, especialmente para los distraídos o para los que llegaron a este texto por casualidad.
Una vez que aparecen los seres humanos y evolucionan hasta tener un cuerpo parecido al que tenés vos, esa evolución individual se transforma en evolución colectiva: como el hombre ya no puede generar grandes cambios por su cuenta, se junta con otros. Ese camino llevaría a la formación de las primeras civilizaciones.
Esas primeras civilizaciones estaban en permanente enfrentamiento con las que vivían cerca. Cuidado: cuando leemos sobre Historia pareciera que estaban en guerra todo el tiempo, pero no es así. Si nos cuentan que Esparta luchó contra Persia en 490 y contra Atenas en el 431, nunca imaginamos los 59 años de paz que existieron en el medio. De hecho, si en el futuro a alguien le cuentan que Argentina luchó contra Inglaterra en 1806, 1807 y 1982, tal vez nos imagine como a un pueblo guerrero. Sin embargo, no es lo que parece cuando caminamos por Campana o por Llavallol.
De todos modos, las civilizaciones antiguas sí peleaban un poco más que las actuales. ¿Porque eran malos? No. Se peleaban porque desconfiaban de lo desconocido (los otros) y, muy especialmente, porque la comida no alcanzaba. Muchas veces lo que la naturaleza daba (frutas, verduras y animales que pasaban por ahí) se acababa y había que buscar otros lugares que tuvieran alimentos. El problema era cuando esos lugares estaban ocupados.
Incorporemos esto: la mayoría de las guerras de la Edad Antigua no fueron por la ambición de gobernantes dementes; fueron porque las personas no tenían qué comer y la única forma de evitar las revueltas era enviarlos a buscar comida en otras regiones.
En fin, sigamos. Hubo múltiples civilizaciones, pero pocas han sido consideradas relevantes: los sumerios, los asirios, Egipto, Grecia, China, India... Básicamente, lo que estuvimos viendo hasta ahora.
Elegimos hacer un quiebre acá porque aparece un tal Alejandro Magno. Más allá de mi propia teoría sobre él, Alejandro es importante por varios motivos. No surge de un súper imperio formado, sino que él es la clave para formar al imperio. No es parte de un larguísimo proceso, sino que en quince años consigue más tierras que ningún otro antes. No es parte de un fenómeno colectivo, no se habla de un “ejército macedonio”: la clave es él.
Alejandro Magno es uno de los primeros casos en los que aparece un elemento extra en la lucha por el poder: el carisma (fenómeno que fascinaba al filósofo Max Weber, según me contó Alejandro Salamón en la Universidad de Lomas). Aunque yo mucho no lo banque, Alejandro tenía en sus acciones, en su voz, en su personalidad algo que atraía, que modificaba a los demás. A Alejandro lo seguían por fe y por convicción más que por raciocinio. Sólo un desequilibrado podía intentar lo que él intentó, lo que casi logra: ser dueño del mundo.
Llegamos a este punto, entonces. Persia, Atenas y Esparta como centros de poder, China tranquila a un costadito y muchas regiones sometidas (India, Palestina, Israel). De América y de Oceanía, ni noticias.
El Imperio Egipcio se extinguía, el apogeo del Imperio Asirio había quedado atrás, el Imperio Persa era el principal, pero... pero nació Alejandro Magno. La Historia Universal continúa así...
4 de enero de 2011
India (512 a.C. - 200 d.C.)
En posición india. Representación de Chandragupta Maurya. |
Tras la muerte de Alejandro Magno, en lugar de quedar como herencia a sus generales, en India se levantó el poder de Chandragupta (321-297 a.C.), quien se abrazaba al jainismo y fundó la dinastía Maurya.
Uno de sus sucesores, Asoka (272-232 a.C.), fundó el Imperio Indio y difundió el budismo. Sus campañas de conquista fueron verdaderas masacres: su ejército asesinó a 100.000 personas y expulsó de sus ciudades a otras 150.000. Atormentado por sus actos, se introdujo en el budismo e intentó reducir la violencia del imperio. Cuando murió, el reino volvió a dividirse.
Los Yue-Chi, de origen chino, lograron establecerse en la India y fundaron su propia dinastía (147 a.C.). En el siglo I, los Kushana llegaron desde Asia central, unificaron a los Yue-Chi con otros pueblos y dominaron la India en los siglos I y II. Su principal rey fue Kanishka.
3 de enero de 2011
Persia (522 a.C. - 1 a.C.)
Esperá sentado. Darío I, emperador de Persia. |
Durante el gobierno de Darío I (522-486 a.C.), el Imperio Persa alcanzó un gran esplendor, pero sorprendentemente vio detenido su avance por los escitas. Al someter a Macedonia alarmó a los griegos, que enfrentaron a Persia en las larguísimas Guerras Médicas (490-448 a.C.) y sostuvieron su independencia.
Jerjes I (485-465 a.C.) encabezó el ataque persa contra Esparta y Atenas en la Batalla de las Termópilas, pero fue derrotado y terminó convirtiéndose en un déspota.
Artajerjes I (465-424 a.C.) soportó una rebelión egipcia que perduró cinco años, pero abandonó definitivamente los intentos de controlar Grecia tras firmar la paz de Calias.
El gobierno de Darío II (423-404 a.C.) fue caótico y Persia siguió perdiendo poder. Bajo el reinado de Artajerjes II (404-358 a.C.), el imperio persa fue cercado por Esparta y usó un recurso desesperado: compró la ayuda de Atenas para detener a los espartanos.
La debilidad persa era cada vez más evidente. Artajerjes III (358-338 a.C.) enfrentó otra rebelión en Egipto y murió envenenado. El último rey de la dinastía aqueménida fue Darío III (338-330 a.C.), que fue asesinado por el sátrapa Bessos.
El nuevo rey duró poco: fue ejecutado por un muchachito que había heredado el trono de Macedonia hace poco y tenía ganas de expandirlo: un tal Alejandro Magno. Tras su muerte, el territorio quedó en poder del Imperio Seléucida.
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