Dejo este post programado para que salte en la tarde del sábado, en el momento en el que yo haya terminado mi participación en una retransmisión del España-Suecia (24 horas exactas antes del instante que puede ser de gloria) y tome rumbo a Asturias. Allí me encontraré una región, especialmente una ciudad, volcada con su equipo. Se persigue un sueño que ha sido inalcanzable durante una década. Sería demasiado castigo que el destino se lo arrebatara a la comunidad sportinguista en el último suspiro.
Sé que viviré algo inolvidable en el centenario Molinón. Sólo los socios y unos pocos elegidos obtuvimos las entradas. Durante noventa minutos no valen quejas ni reproches, tampoco importa el juego. El empate es suficiente pero la mentalidad debe ser ganadora, no cabe otra. No importa quien sea el héroe. Sólo vale que los 11 (14 si contamos los cambios) se dejen el alma, y representen con orgullo a una afición que les llevará en volandas. Es una tarde para reconocer el mérito a una plantilla, cuerpo técnico y dirigentes incluidos, que pase lo que pase han hecho una temporada digna de aplaudir, pese a algunos días en los que algunos les hayamos puesto un tachón.
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El sportinguimo ha recobrado la ilusión, la felicidad y espera ahora retornar a un lugar que le pertenece, de donde sólo una pésima gestión económica y deportiva nos sacó y nos fue hundiendo. Con Marcelino se acarició, precisamente este domingo es el momento idóneo para vengarse de un Eibar que, con la ayuda de uno de los muchos árbitros que nos ha tocado sufrir, nos arrebató el sueño.
La semana ha sido eterna, con el Sporting en la mente cada dos segundos, aburriendo a todo nuestro entorno familiar, laboral o amistades. El lunes o tal vez el martes me tocará hablar aquí del futuro, sea cual sea. Hasta entonces, espero que a estas horas haya ganado España, Villa haya marcado algún golito, el viaje al 'Paraíso Natural' se me haga fugaz y que dentro de unas horas El Molinón esté esperándome para emocionarme el domingo después de que en Mareo el filial haya consumado el primer ascenso.
Si todo se da bien, apoyo las iniciativas que piden la no invasión del campo. Los jugadores, los verdaderos protagonistas, se merecen un reconocimiento en forma de ovación y vuelta al campo. Ya habrá tiempo de saltar al césped. Y si todo sale mal, ellos se merecen igualmente nuestro aplauso más sentido, aunque sea con lágrimas en los ojos. Además, Quini debe tener el premio de ponerle la bufanda rojiblanca a la estatua de Pelayo. ¡Vamos Sporting!
"... This is the end, Oh say goodbye, the final countdown ..."
Foto: El Comercio