Mourinho, salvo veto de Cruyff, será el entrenador del Barça la temporada que viene. Sin duda, una gran noticia para los culés que lo ven como un salvador, algunos como algo divertido, incluso. Un bocazas, prepotente, un genio. Y lo es. Todo eso... y mucho más, así que voy a tratar de analizar al Mourinho entrenador. Un entrenador revolucionario y genial que empezó como asistente de su padre con solo 16 años. Por entonces, Mourinho hacía análisis de los rivales y como él los contrarrestaría. Cuando con 19 años deja el fútbol avergonzado por un conflicto con el presidente de su equipo que no dejó a su padre alinearle en un partido se empieza a forjar el carácter competitivo y odioso del mejor entrenador del siglo XXI. Irónicamente Mourinho ama el fútbol por todo lo que odia del fútbol, incluso, un 25 de Diciembre ve como echan a su padre del equipo al que entrenaba. Sabe que no va a ser futbolista y piensa que es ya el mejor entrenador del mundo y que consiguiendo llegar a la élite y ganar títulos podrá callar la boca de todos los incrédulos.
Años después y mientras entrenaba a los sub-18 del Vit. Guimaraes le llega una llamada a su padre del presidente del Sporting de Lisboa. Decía algo así: Hemos fichado al mejor entrenador del mundo... pero no podemos comunicarnos con él. Necesitamos alguien que nos eche una mano. Y esa mano es la de Mourinho que se convierte sin llegar a la treintena en parte del cuerpo técnico de Sir Bobby Robson.
Sporting de Lisboa, Oporto y Barça. En el Barça ya llega como miembro del cuerpo técnico y nunca como traductor como así se ha dicho. Robson se va y Van Gaal lo reclama. Curiosamente y esto demuestra la estrella que posee Mourinho, el portugues no se queda por sus grandes conocimientos como algunos han dicho a veces (no dejes que la verdad te estrope una bonita historia) sino por la humanidad de Van Gaal que ve en él una promesa que se marchará a Portugal con el Game Over en la frente. Pero se queda y es una vez allí donde el holandes si que queda prendado de la inteligencia de Mourinho dándole partidos y entrenamientos.
Muy joven, Mourinho dirige al Benfica, ya como primer entrenador y tras solo nueve partidos consigue un histórico 3-0 contra el Sporting de Lisboa, pero se mete en medio (sin quererlo ni beberlo) de un proceso electoral con nuevo presidente incluido. Mourinho, tirando de dignidad y sin querer agarrarse al cargo llama al presidente para decirle que tome una decisión. O me renuevas o me voy. Y se fue. Más sed de venganza acumulada.
Eso le sirve para demostrar lo gran entrenador que es yendo a un equipo muy humilde de Portugal que se convierte en la gran sensación del momento y al que deja tercero cuando ficha por un Oporto en una situación parecida al Barça de Gaspart. El resto, ya lo conocen.
Ese gran Mourinho, entrando en cosas más técnicas, necesita plantillas cortas con buenos jugadores, pero solo en los que él confíe. Es imprescindible para su metodología de entrenamientos. No puede sobrar nadie. Mou trabaja el aspecto psicológico más que nadie y tiene que tener a todos enchufados, no le vale que haya gente fuera del proyecto. Además, rotaciones no está en su diccionario. Es hiper competitivo y rota por obligación, por aspectos tácticos o por merecimientos de un jugador suplente o demérito del titular (recuerdo un Chelsea - N. Forest, primera ronda de la FA con Sheva-Drogba-Lampard-Ballack). Para José la alineación no es una lotería que vaya por turnos. Es la recompensa al trabajo semanal/mensual/anual. La motivación para realizar grandes entrenamientos. Le gusta tener indiscutibles y que estos se sientan participe del proyecto y tiene más de dos capitanes. Tiene capitanes para todo. En el Chelsea, por ejemplo, además de Terry y Lampard, también Drogba, Cech, Makelelé o Essien tenían su función de capitán en entrenamientos, partidos o convivencia.
Si tener seis capitanes en un equipo puede ser revolucionario, lo qué si hace revolucionario a Mourinho es su metodología de entrenamientos. Para Mourinho no existe el físico, la forma física, el gimnasio, la preparación anual por adelantado, los picos de forma, etc. Para Mourinho, lo único importante es tener un modelo de juego perfectamente definido. Un jugar al que todos se adapten. Y mientras en pretemporada los equipos van a la playa, al gimnasio o a la montaña, él está en el campo de entrenamiento haciendo ejercicios basado en situaciones reales de partido. Para Mourinho el entrenamiento es el tiempo para perfeccionar lo que luego se va a hacer en el partido. El portugues no recurre a libros típicos de 1001 ejercicios o dedica el tiempo a hacer carrera continua. Eso no va con él, porque al ser un hombre curioso se pregunta el porqué de las cosas, ¿y por qué es importante la carrera continua?
Mou tampoco pierde el tiempo en ejercicios de mucho volumen y poca intensidad, en calentamientos largos y aburridos o en pachangas. Sus entrenamientos carecen de volumen, son cortos, pero intenso. Menos tiempo de entrenamiento que los demás, pero más tiempo útil de entrenamiento que los demás.
Mourinho trata de diseñar jugadas tanto ofensivas como defensivas que luego se den en el partido. Para eso es fundamental un gran análisis del rival y sobre todo un estudio aburrido sobre sus partidos. Porque Mourinho, en primera persona, visiona los últimos diez partidos del próximo equipo con el que tiene que enfrentarse para ver si sus movimientos son fruto del partido o algo estudiado, mecanizado. De ser así, trabaja durante la semana para hacer daño por donde encuentre el fallo a lo estudiado por el otro entrenador y también para parar la forma de atacar del contrincante. Los jugadores del portugués tienen hojas en las que reciben información sobre su marca; si es zurdo, diestro, si se va para dentro, para fuera, si sube la banda, etc.
Así pues, Mourinho entrena todos los días del año en el terreno de juego y siempre con un mismo fin; perfeccionar el modelo de juego del equipo.
Además, a ello le añade sesiones de entrenamiento mentales. Mou no ve a los jugadores como maquinas sino como seres humanos que tienen días buenos y días malos y que los entiende y apoya. No es de extrañar entonces que jugadores buenísimos como Joe Cole, Robben o Duff que han sido suplentes durante mucho tiempo con el portugués, hablen tan bien de él.
En ese apartado entra también lo que menos (según quien) gusta del portugues; sus provocaciones. Mou intenta crear un campo de batalla a su alrededor haciendo a todos enemigos y siendo el orgullo y el amor propio las armas para ganar a quien se ponga en medio. Para apelar a dichas armas se necesita un enemigo. Y eso es lo que busca el portugues. ¿Cómo motivas a grandes estrellas que ganen o pierdan cobrarán 6 mill €? A base de amor propio, de ver que todos están en contra de ellos, que piensan que son malos y que solo hay una manera de callarlos. Su enemigo puede ser el rival, la prensa, el arbitro... o su propio presidente.
Tácticamente, Mourinho necesita saber cual es su plantilla para poder decidir y es en la pretemporada donde decide finalmente cual será su modelo de juego. Y entonces irá con él a muerte. Eso sí, con precauciones. Mourinho siempre trabaja dos esquemas; el principal y el plan b.
Lo primero que tiene en cuenta Mourinho para decidir que equipo quiere ver sobre el campo es la Liga en la que juega. Por eso el Oporto difería del Chelsea y por eso si ficha por el Barça Bojan e Iniesta serán titulares en su equipo; porque en España la clave es la calidad diferencial de los jugadores y eso Mourinho lo sabe.
Una vez tiene claro el modelo de juego, debe decidir el donde y cómo. Y eso depende, defensivamente, de los delanteros y los defensas que tenga. Si posee delanteros rápidos y defensas altos, Mourinho marcará la línea defensiva cerca de su área, creando espacios en ataque para que los habilidosos puntas puedan matar al contragolpe.
Si por el contrario, posee delanteros estáticos y defensas rápidos, adelanta la línea, presiona mucho y roba en tres cuartos de campo para armarla rápido.
Qué hacer con balón depende de su centro del campo.
Además, aunque algunos lo tachen de defensivo, Mourinho es de los que defiende para atacar. Para robar el balón y tener él la posesión. Y entonces, hacer daño con la misma. Su fin no es no encajar goles sino colocarse de una manera en la cual, cuando se robe el balón se sepa que hacer con él. Por eso su equipo a veces peca de vertical. Porque antes de tener el balón ya sabe lo que va a hacer con él.
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lunes, 4 de febrero de 2008
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