Probablemente el ajedrez sea el juego de mesa más estudiado de todos los tiempos. Cada año se editan cientos de libros sobre el juego ciencia los cuales -hay que decirlo- sobrepasa por mucho la calidad de los libros que se producían sobre el ajedrez en el siglo pasado. La realidad es que con todos los programas de computadora, que juegan cada vez más fuerte, con los sistemas para llevar cuenta electrónica de las partidas, los errores en la notación y en el juicio de la evaluación de las posiciones hace que tengamos libros de gran calidad.
Hace unos 50 años salió, por ejemplo, uno de los libros más exitosos en ajedrez. Se trataba de “Piense como un Gran Maestro”, de Alexander Kotov, el cual dio luz a una serie de técnicas para evaluar posiciones, consejos de cómo conducirse en la partida, cómo trabajar en el propio ajedrez, etcétera. Vamos, fue un parte aguas. Y ahora me encuentro con un libro llamado “Piense como un Súper Gran Maestro”, escrito por uno de los mejores jugadores del mundo, el británico Michael Adams y un jugador de 1900 puntos Elo, Philip Hurtado.
Como suele ocurrir cuando hay más de un autor, de entrada se sospecha que en este caso Hurtado es quien escribió el libro y Michael Adams tuvo una participación discreta en el mismo. Y sí, es Hurtado quien se encarga de describir de qué trata el libro y del cómo trabajar con él.
Hurtado nos cuenta que en alguna ocasión encontró el libro de Adriaan De Groot, un psicólogo holandés (quien jugaría en alguna olimpiada por su país), y que escribió uno de los tratados más interesantes sobre cómo los jugadores analizan las posiciones en el tablero: “Thought and Choice in Chess” (Pensamiento y elección en ajedrez), el cual es quizás su tesis doctoral. De Groot hizo algo interesante e insólito para la época: le pidió a jugadores de diferentes niveles (desde aficionados hasta jugadores de la talla de Keres o Alekhine), que analizaran en voz alta el análisis de ciertas posiciones elegidas por De Groot. El psicólogo tomó nota de la manera en como los ajedrecistas de diferentes niveles analizaban las posiciones en el tablero. Pronto llegaron las conclusiones que quizás sorprenden: Los ajedrecistas -sin importar su nivel- más o menos analizan las mismas jugadas, pero los mejores jugadores pasan más tiempo analizando los movimientos más prometedores, mientras que los aficionados pierden más tiempo analizando jugadas poco aceptables.
Así entonces, Hurtado decidió trabajar sobre su propia versión del libro de De Groot y considerando su entrenamiento académico, logró conjuntar unas 40 posiciones para ser analizadas por diferentes jugadores. Michael Adams recibió un correo de Hurtado y le gustó la idea y apoyó, analizando las posiciones que Hurtado proponía. Este último registró los análisis, el tiempo usado para el mismo, etcétera. Además, logró que grandes maestros como Granda e Iturrizaga, también revisaran estas posiciones. Vamos, que el trabajo de Hurtado -con la enorme colaboración de fuertes jugadores, excepcionalmente Michael Adams, es en realidad una nueva tesis que bien podría ser un trabajo doctoral (o al menos de maestría).
Philip Hurtado nos dice algo sobre él mismo en las biografías de los que resolvieron los problemas: Su elo es 1924 (un jugador de segunda fuerza), quien nació en Brighton, Inglaterra y que se mudó a Madrid a los 4 años de edad. Quedó fascinado cuando leyó el libro de William Hartson sobre las aperturas y recuerda lo preciso que era el autor cuando hablaba de sacar al juego la dama demasiado pronto, cosa que hacía exactamente cuando Hurtado tenía 15 años en sus partidas contra su tío Rufino, en su restaurante de Nueva York. Pero más allá de esta biografía informal y que no habla mucho de su nivel de ajedrez, Hurtado estudió ingeniería aeronáutica en la Universidad de Hertfordshire, haciendo una maestría en la Universidad de St Andrews. Sin embargo, trabajó muy poco tiempo en la ciencia aeroespacial e incluso, en la investigación de la fusión nuclear. Eventualmente desarrolló sus habilidades en la industria fabricante de automóviles.
Comencé entonces con los ejercicios del libro, que se veía prometedor, pero me he llevado una fea decepción. La mayoría de las posiciones, sino es que todas, son de Philip Hurtado, en partidas que en su mayoría se jugaron por Internet en el 2019. ¿Cómo? ¿Qué nivel de posiciones puede llegar Hurtado en sus partidas para que se merezcan un análisis de las mismas en ciertas posiciones “críticas”? Creo que los autores de libros de ajedrez bien pueden poner de pronto algunas producciones propias, partidas en donde lograron una feliz combinación o un final ganador de una serie de dificultades técnicas, pero de ahí a poner todas las posiciones de análisis de sus propias partidas me parece un exceso fuera de lugar, amén de que es demasiado vanidoso.
Hice las cuatro primeras posiciones como indica el libro, pero no había un gran reto. Vamos, en las cuatro posiciones hallé la mejor jugada y la valoración correcta de cada posición. Y ojo, soy un jugador hoy día de 2100 puntos Elo, aproximadamente. Hubiese esperado situaciones más complicadas, de más cálculo, incluso de mayor complejidad posicional.
Así las cosas. Probablemente Philip Hurtado esté contento en su ego al lograr que jugadores muy fuertes analizaran las posiciones de sus propias partidas por Internet. Y puede ser -no lo dudo- que en la parte de la metodología usada, de los trabajos estadísticos y las conclusiones que saca Hurtado, haya puntos valiosos, pero si usted es un ajedrecista que quiere mejorar porque quiere entrar en el ambicioso mundo del ajedrez competitivo, esta es una obra decepcionante. Fallida.