No hay que ser un genio para darse cuenta que México tiene problemas gravísimos desde hace años, pero peor aún, que pasan sexenios tras sexenios y las cosas no mejoran, al contrario, las situaciones se pueden poner más difíciles. Y sí, me refiero la problema de inseguridad en todo el país, con centros de verdadero peligro en algunos estados de la República. Zacatecas, por ejemplo, está sufriendo una ola de violencia, de los grupos criminales organizados, que francamente demuestran que no hay ya ley ahí. Los narcos dominan ese estado. Y si vamos a Michoacán, nos enteramos de que apenas un par de días, aparentemente un grupo criminal fusiló (sí, con todas las letras), a unas 17 personas. Hay fotos y videos del asunto pero para el presidente de México, López Obrador, como no hay cuerpos en el lugar del crimen, entonces no se puede asegurar nada (a pesar de que hay bolsas con restos humanos, fotos y videos que muestran ríos de sangre, etcétera). Claro que no se necesita mucho para que el jefe del ejecutivo diga que todas son noticias falsas, empujadas por los conservadores para desestabilizar su 4T, argumento que ya aburre por muchas razones. Pero si hubiese que citar una, sería ver que siguen cometiéndose asesinatos todos los días, con más de 150 personas muertas en actos violentos, más allá de todas las teorías conspiranoicas del AMLO..
Pero para AMLO esto no es importante. Lo que le ocupa al señor es la supuesta revocación de mandato y los dimes y diretes sobre su primogénito, que de manera sorprendente vive como millonario en los Estados Unidos. Y curiosamente, AMLO pide que Loret de Mola, Brozo, Aristegui, Jorge Ramos y otros, den a conocer públicamente lo que ganan, pero no se le ocurre preguntarle a su hijito cuánto gana, aunque su argumento sea "el que nada debe nada teme".
López Obrador, en las últimas semanas ha estado errático, enojado, centrando cada mañanera en la maldad de los conservadores que atacan una y otra vez su movimiento. Pero en el interín siguen apareciendo fosas con decenas de muertos, casos como el mencionado de Michoacán y hechos terribles como los que se conocen de Fresnillo. ¿Y el país, apá?, pues no le importa, no le interesa. López Obrador vive en su mundito en donde él tiene siempre la última palabra y además, en donde nadie se atreve a cuestionarlo.
El presidente dice que en la economía vamos bien, aunque rechace todos los números que indican lo contrario. Habla de sus proyectos como el aweropuerto internacional Felipe Angeles, que de acuerdo a los constructores del mismo (los militares), no será rentable hasta el 2026 si bien nos va. Ese aeropuerto es un error más que a los mexicanos les ha costado un ojo de la cara. De acuerdo a la Secretaría de la Función Pública, se ha gastado casi medio billón de pesos (500 mil millones de pesos), para cancelarlo, pagar indemnizaciones, etcétera. Pero el Peje insiste en que vamos bien y que nos hemos ahorrado miles de millones.
Y es que López Obrador sabe que lo único que sostiene su gobierno son las palabras, sus dichos. Cuando le hablan de corrupción, él saca su pañuelito blanco diciendo que en su gobierno no hay corrupción, aunque sus obras faraónicas de pronto tengan incrementos de más del 40% de los presupuestos originales. Vamos, el aumento de costos en esas obras no lo ve jamás López Obrador como un foco de corrupción. Para nada, según AMLO, México se mueve en unas vías anticorrupción increíbles.
Quien crea que estoy equivocado pues allá él o ella. La realidad es que este país es invíable y para colmo, el presidente de este país soltó una linda perla: "Ya no puedo más". Y afirmó que en el 2024 se iría a su rancho y se saldría de la política. Y si ya no puede más faltando tres años para terminar su mandato, ¿por qué mejor no renuncia ya? Su declaración es lamentable por donde se le vea. Pero AMLO sigue buscando distraer porque sus proyectos, su supuesta transformación, se caerán como un castillo de naipes. Y entonces veremos los temas recurrentes de las crisis en el pasado. inflación desbordada, corrupción incontrolable y obras que no se podrán usar y que se tendrán que abandonar, léase el tren maya y el nuevo aeropuerto.
Pobre México, porque cada sexenio nos toca un mandatario peor. Y para colmo, caigo en la cuenta de algo que hoy me parece una banalidaDd: Cada sexenio los políticos buscan acomodarse en los puestos que le dejen más posibilidades de sangrar más a este país. La política en México no tiene que ver con elegir al mejor para que gobierne a este país. No, se trata simplemente del mejor que sepa simular lo que no es simulable, como la situación que vivimos, es decir, un país que se desmorona.