Hace diez años, en este día, murió mi papá después de pasar por una serie de problemas de salud que se volvieron imposibles de resolver. Parece como si el tiempo no hubiese pasado. Me duele igual hoy que hace diez años el saber que mi papá ya no está vivo. Me sigue sonando imposible de entender que no esté, pero es así. El dolor se parece a una herida que tiene una costra de sangre seca. Protege pero de pronto la costra se cae y la herida se vuelve a abrir. Así siento.
Sin embargo, de alguna manera está conmigo, está todos los días en sus enseñanzas, cuando digo gracias, cuando saludo, cuando me comporto como me enseñó. Y eso debe ser de alguna manera, como tenermo presente. Besos a mi papá, donde quiera que esté.
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