A veces, hay algo, parecido a la tristeza, algo mano a mano con la melancolía, algo en el terreno de la soledad... que me posee por completo. Y me dejo hacer. Ese algo no tiene palabras ni nombre. Es realmente íntimo, en la más pura acepción del término intimidad. Me hace sentir a gusto conmigo mismo y con ese mundo que no quiero compartir con nadie. Un mundo en el que no se necesitan las palabras. Quizás así podría compartirlo, sin palabras. No es aislamiento. Es una forma de comunicar en toda regla. Una forma que lo dice todo de mí.
A veces me embriaga la sensación de mudez. Pienso que me gustaría ser mudo, que no sordo; ese matiz es trascendental, por más que deteste el ruido, las interferencias y las fronteras. Que no pasa por sonrisas ni por lágrimas. Entonces se convierte en una forma de vida. Entonces echo raices en este lugar. Si voy más allá, en esta dimensión, en este planeta.
Y es en este preciso momento cuando, sin tenerte, te siento más cerca. Cuando sin escuchar el tic tac de ningúna medida de tiempo, las distancias se reducen a un ritmo sin espacio. Cuando ni siquiera quiero ni me esfuerzo por imaginarte. Se evaporan todas las imágenes. Amanece.
3 comentarios:
A veces nos pasa eso, compañero, que la noche se convierte en un remolino de pensamientos sin fronteras.. hasta que la luz del sol nos deja rendidos. Otras veces.. es al revés.. pero siempre amanece.
Un abrazo hermano trovador!
a veces amanece y el despertar tiene otro color
abrazos
Es un texto de prosa poética precioso, Kike.
La tristeza, la melancolía, la soledad... son sentimientos dulces que nos hacen sentir distintos y nos transportan a un tiempo sin tiempo...
Abrazo
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