Me paro a escuchar como me resuena "debería escribir más". Intento cambiar la obligación que jamás me sirvió de nada. Entonces no pasa nada por no escribir. ¿Qué va a pasar?. Incluso no pasa nada por no vivir. Por arrojar la llave al río. Intento escribir como si esto no fuese un blog, como si no lo fuera a publicar. Por otro lado, quiero alimentar este rincón que tantas alegrías y satisfacciones me ha traido. Aparece de nuevo, brillante, a lo azafata rubia con un traje corto dorado, la palabra elección.
¿Qué quieres mi niño?. ¿Qué te puedo dar?. ¿Nos vamos bien lejos?. ¿desaparecemos?...¿dejamos las cosas como están?...que sí...que ya lo se....que no estamos mal. Que vamos a seguir a pasos chicos y seguros. Vamos a amar a todo lo que se deje querer. Despacio, todavía más despacio mi niño. Cierra los ojos y verás que todo lo que esperas está en el camino.
2 comentarios:
Lo importante es que la exigencia sea en la justa medida, sin ensombrecer, sin volverse gris. No pasa nada si no escribes, pero mejor si escribes. Ah, pero lo de vivir no tiene remedio: ahí hay que estar a por todas. Besos.
Amén Lara, besos!
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