Me tapo los oídos con las manos
para oír mejor.
Se apagan las conversaciones cercanas,
el sonido de los automóviles,
el viento, la lluvia…
Un momento de silencio.
Enseguida llega el sonido de mi pulso.
Después, de improviso,
el rugido de mis tripas.
Tengo hambre.
Trago saliva
y resuena un gorgoteo de fluidos.
Oigo el sonido de mi respiración.
Me recuerda el rumor de las olas.
Vacilo un poco
cuando caigo en la cuenta
de que mi pensamiento
es como una voz que suena
dentro de mi cabeza.
Me oigo reír.
Soy feliz en mi mundo interior.
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Hace 6 horas
Genial, Juan. Estuve divagando con la misma idea en estos días pero no pude escribir un poema tan claro y lindo como el tuyo. Gracias: "... mi pensamiento es una voz que suena dentro de mi cabeza..."
ResponderEliminarAbrazo.
Querida Patricia, gracias por tus palabras. Ojalá pudiera estar ahí con vos, en Buenos Aires, para darte un abrazo.
ResponderEliminarEscribe poesía, que me gusta leerte.
Te envío una sonrisa.
Hermoso, Juan. Tu poesía me hace sentir primero, pensar después y luego, lo mejor de todo, volver a sentir. ¡Gracias!
ResponderEliminarUn placer volver a leerte, amigo. Abrazo.
ResponderEliminarSe extrañaba tu letra, tu mirada y creatividad...SALUDOS, amigo.
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