Así comenzaba un artículo en el diario NPR. El asado argentino siempre fue de sobra conocido; Es una degustación que ha gozado de gran prestigio, reforzada por la idea de que la carne se extrae de ganado que pasta en el campo. Con la llegada de las plantaciones de soja, ha dejado de ser rentable mantener el ganado libremente; Ahora se prefiere dedicarlo a las plantaciones y e invertir en construir los llamados 'feetlots'.
Los feetlots son las cubiertas que sirven para contener en ellas a las vacas, donde no tiene movilidad y se le engorda a partir de grano. A partir de ahí, la carne extraída de la vaca es de menor calidad, menos sabrosa y la grasa es algo más perjudicial para el cuerpo humano. Según dice el artículo, este proceso ha sido paulatino y por tanto el consumidor final no ha percibido la diferencia.
Sin embargo, creo que Argentina debería adoptar una postura similiar a la de su vecino Uruguay quien ha puesto en marcha un mecanismo de certificados que aseguran que la carne vendida tiene su origen en ganado que pasta en el campo y se alimenta del verde y otros nutrientes naturales.
Esto es un ejemplo de la dualidad que estamos viviendo en distintos sectores productivos. Por ejemplo, hace un par de décadas, la principal aerolínea en España era Iberia sin embargo, actualmente, hay una gran diversidad de compañías entre las que destaca Rynair por su política de precios bajos. En este sector se generó la dualidad de la compañía de bajo coste y compañia de calidad, como ha ocurrido en el mercado de la venta de carne de vacuno. No entro en juicios de valor ya que es un tema complicado: le hecho de que exista Rynair ha permitido que muchas personas con menos recursos pueda conocer fronteras fuera de su país mientras que el que la vaca pase a comer pienso quizás luego tenga repercusiones negativas en la salud del consumidor final. Por tanto, no creo que sean casos comparables, sólo únicamente me parece interesante desde el punto de vista empresarial.
Argentina se ha pasado a la moda del Low cost pero olvidándose de mantener su línea de carne de calidad que podría vender a mayor precio, a un precio que le permitiera igualar las ganancias obtenidas por la producción y venta de soja. Además, desde mi punto de vista, sería una forma de preservar la tan sólida reputación de la que ya goza su carne. Veremos entonces en unos años, cómo evoluciona la percepción de los consumidores y degustadores de la carne argentina.
Y tú, ¿qué opinas?
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