Estuve acostado pocas horas, alcancé a perder el conocimiento por un rato, pero desperté por el dolor y la tensión que sentía en la boca. Tenía un fierro de mis braquets hacia afuera, intenté sacarlo para que no molestara más. Con el sueño, la fuerza y el terco deseo de liberarme del aparente dolor, moví todo lo que pude el braquets corrupto hasta sacarlo.
La molestia se triplico, no recuerdo haber sentido un dolor tan fuerte, toda mi mandíbula superior estaba suelta, algo había liberado una presión infinita que hacían que todos mis dientes se fueran hacía adelante. Me toqué, y no tenia nada, pero el dolor era horrible, no podía cerrar completamente la boca, ni la peor angustia me había las encías tan tensas. Me levanté, con la mano izquierda siempre tapándome la boca, con el dolor apenas podía hablar. Fui donde mi mamá a pedirle ayuda, y como buen hijo menor, terminé con la respuesta simbólica de "ya se pasará". Insistí, hasta que salimos de la casa (una casa que no consocia), al momento de cerrar la puerta y caminar hacia la reja del ante jardín, empieza a caer sangre desde los dedos de mi mano que tapa y 'afirma' la boca. Entre ellos vienen las paletas, los colmillos y todas las muelas... Caminé más rápido, y más rápido caían, uno a uno, hasta que todo estaban en mi mano, roja, y asustada. El dolor se había pasado, mi mandíbula estaba vacía y sentía que difícilmente iba a poder arreglarme la boca. Le dije a mi mamá que fuéramos al hospital, que tenía Fonasa, que estos mismos dientes me podrían servir, no recuerdo haber llegado, solo el haberme visto en el espejo con la boca cerrada, y con mis mejillas que parecían flácidas por mi boca incompleta....
El Noche anterior fue diferente, estuve en el centro de Santiago Oriente, donde abundan los edificios de vidrio, de plástico y la gente de igual material. Las calles grandes, llenas de autos y de apuros. Me encaramaba, como es de costumbre para mi curiosidad en un sueño, en uno de esos edificios escalonados. Llegué a un piso que ocupaba todo el ancho del edificio, era la recepción de un hotel, aparentemente entraba gente importante, había mucha seguridad, familias con maletas, personas apuradas con canas, formales y hablando por celular; uniformados y unas personas encargadas de servir a los acomodados. El único sin importancia y posible intruso era yo, escondido en una esquina con el cuerpo hacia la calle y mis manos en una baranda, cerca de una escalera de emergencia. Salté por la baranda y me escondí en un rincón en forma de 'L' que me separaba de todo el flujo de entrada y salida de las personas.
Estaba en un piso muy alto, sentía un poco de nervios, no por la altura, ni por como escapar, sino por lo que había adentro. Con un ademán a la señora que atendía la puerta le dije que 'qué pasaba acá' que si podía mirar hacia más arriba (porque el piso donde estaba no era el último del edificio, sino el penultimo, y temia ser descubierto para llegar a él). Me dijo que sí, que no me preocupara, su respuesta confundió mis presentimientos de ser un intruso. Me encaramé por la muralla, dando un gran salto inicial, llegando a la plataforma más alta. Me paré en los cuarenta centimetros de ancho de la parte superior de la muralla color verde oscuro. No sé en que piso estaba exactamente (no los cuento cuando los escalo), pero supongo que debió ser el 30.
La inmensa altura me permitió ver como funcionaba todo el mundo, el pecho se apretó y mi garganta subio un par de centímetros hacía arriba, luego retrocedió. Las nubes, el cielo y las cadenas montañosas que determinaban el valle metropolitano pasaron a segundo plano. A mi alrededor partían, llegaban y sobrevolaban cientos de aviones comerciales, unos tantos en una dirección, otros de forma perpendicular, otros sobre mi, y otros más lejos. Nada de esto se veía desde la superficie. Miré más abajo, y los autos parecían imitar la misma estructura, parecían ser las marionetas de este esquema estresante y sofocante, la gente se remitía a ser puntitos negros. Ya no era desilusión lo que sentía, estaba en medio de un orden perverso, gigante e imposible de escapar.
tu y tus sueños
ResponderBorrarcomo papel celofan.