Aunque todavía faltan dos días y ocho horas para la apertura de puertas del recinto que albergará la primera actuación de Tokio Hotel en España, un grupo de al menos veinte personas ya ha formado una cola frente a la entrada. Provistos de sacos de dormir y termos de leche con Cola-Cao, los fans matan el tiempo de espera intercambiando anécdotas y rumores acerca de la banda de pop-rock adolescente. "¿Sabíais que Bill duerme siempre en pelotas y abrazado a su iguana?". "El primo del batería apareció como extra en High School Musical". "Tom es gay". Algunos fans lucen un peinado colorista y explosivo que imita el estilo del cantante de la banda. La mayoría son chicas, de entre 13 y 16 años de edad. De vez en cuando, los papás de algunas de las jóvenes visitan la cola para rellenar sus termos y asegurarse de que nadie las ha obligado a consumir drogas. Los padres no son bienvenidos en la cola. Depender de papá y mamá se sitúa en las antípodas de la filosofía de un fan de Tokio Hotel. Sin embargo, las chicas agradecen en el fondo las provisiones de sandwiches y leche calentita.
La noche anterior al concierto, la cola de fans aumenta considerablemente. Hay mucho colorete, mucho lema grabado en la frente con pintalabios. "Te quiero, Bill". "Tokio Hotel Forever". A una niña de nueve años le han pintado la frase "Bill, hazme un hijo" en los mofletes. A eso de las cuatro de la madrugada, un Audi A4 aparca a unos metros de la cabeza de la fila. Lo conduce un señor que ronda la cincuentena. En el asiento del copiloto una mujer llora desconsoladamente, sosteniéndose la cabeza con las manos. El señor se apea del vehículo y se acerca a una de las adolescentes; después le susurra algo al oído, la ayuda a levantarse y le pasa el brazo sobre los hombros. Padre e hija entran en el coche donde la señora sigue llorando con una angustia silenciosa. El Audi arranca y desaparece en la noche. Una chica con muñequeras de pinchos y collar de perro se dibuja corazones negros en los antebrazos.
La noche anterior al concierto, la cola de fans aumenta considerablemente. Hay mucho colorete, mucho lema grabado en la frente con pintalabios. "Te quiero, Bill". "Tokio Hotel Forever". A una niña de nueve años le han pintado la frase "Bill, hazme un hijo" en los mofletes. A eso de las cuatro de la madrugada, un Audi A4 aparca a unos metros de la cabeza de la fila. Lo conduce un señor que ronda la cincuentena. En el asiento del copiloto una mujer llora desconsoladamente, sosteniéndose la cabeza con las manos. El señor se apea del vehículo y se acerca a una de las adolescentes; después le susurra algo al oído, la ayuda a levantarse y le pasa el brazo sobre los hombros. Padre e hija entran en el coche donde la señora sigue llorando con una angustia silenciosa. El Audi arranca y desaparece en la noche. Una chica con muñequeras de pinchos y collar de perro se dibuja corazones negros en los antebrazos.