jueves, 31 de julio de 2008

HIMNO AL DISFRAZ

Esteban cumple nueve años y sus padres han organizado una fiesta de disfraces en el jardín de la urbanización. Hay globos de helio con distintas formas y colores atados en los reposabrazos de las sillas. Hay banderitas y una piñata de Shrek colgada entre dos farolas. Es el mes de agosto y la mamá de Esteban se ha encargado de avisar al resto de mamás de que los niños traigan el bañador.
Los primeros en llegar son los padres de Eric. Su hijo viste un elaborado y realista disfraz de oso panda que su madre asegura haber confeccionado con sus propias manos. Si no fuese por los movimientos torpes de niño y la inexpresividad del rostro podría pasar por un auténtico oso panda. Ni siquiera parece que exista un hueco por el que pueda respirar.
El disfraz de Esteban es un clásico: Supermán. Mallas azules, capa roja y el pelo saturado de gomina.
Aparecen más invitados. Los Rocafort han disfrazado a su niña de La Momia; la señora Maite trae al niño vestido de Estatua de la Libertad (el disfraz es acojonante, fabricado en una especie de goma que imita la textura de la piedra). Los mellizos Cáceres traen dos disfraces de Teletubbie que parecen sacados directamente de un contenedor de basura.
Es curioso, pero todos los disfraces se componen de traje y máscara. Solo el rostro de Esteban, el anfitrión, es claramente visible. El resto de niños muestra en sus movimientos claros signos de fatiga y falta de aire. Sin duda, Lourditas debe de estar sudando la gota gorda dentro de su armadura medieval.
Cada niño recibe la asistencia de sus mamás para sentarse entorno a la mesa (tablón y caballetes). Como suele ocurrir en este tipo de fiestas, los hombres beben cerveza enlatada a varios metros de la acción, hablando de sus cosas, dejando que sean sus esposas quienes se encarguen de la logística.
Una breve ráfaga de viento tumba un par de vasos de plástico vacios. Se echa en falta algo de música.
-Venga, chicos. A comer –dice la mamá de Esteban.
Y, con una sincronización pasmosa, las madres retiran la parte superior del disfraz de sus respectivos hijos para que puedan beber sus refrescos sin impedimento. Y es entonces cuando Esteban se da cuenta de que esos no son sus amigos. Y los adultos de que esos no son sus hijos.

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