La niña baja las escaleras con cara de sueño, el pelo revuelto, un pijama rosa de una pieza. En el salón, Papá y Mamá cenan con unos amigos.
-¿Te hemos despertado, cariño? -dice la madre mientras se acerca para coger en brazos a la niña.
Pero la pequeña da un paso atrás.
-No me toques. Acabo de ser violada por el Diablo.
Una niña de siete años hablando en voz pasiva; "ser violada por el Diablo". La invitada escupe en su plato el bolo de comida que estaba masticando. Papá se levanta asustado y sube las escaleras con largas zancadas. La luz de la habitación está encendida, la ventana abierta mientras las cortinas se mueven agitadas por un viento fantasmal. No hay manchas de sangre en las sábanas.
-El Diablo ha entrado a mi cuarto y me ha hecho cosas muy feas -dice la niña.
Los adultos formulan una pregunta detrás de otra; Papá sale al jardín con una linterna e inspecciona cada rincón.
-Tenía la piel plagada de cicatrices. Su boca olía a sapos muertos.
Una niña utilizando la palabra "plagada". Los invitados recogen sus abrigos en silencio y se marchan a casa.
-Su verga era un hierro candente. Mi útero está relleno de semen y espinas.
Una niña diciendo "verga", una niña diciendo "útero". Mientras Mamá friega los platos, Papá hunde su nariz una y otra vez en los cabellos de la pequeña. Pero no hay olor a azufre.
-¿Te hemos despertado, cariño? -dice la madre mientras se acerca para coger en brazos a la niña.
Pero la pequeña da un paso atrás.
-No me toques. Acabo de ser violada por el Diablo.
Una niña de siete años hablando en voz pasiva; "ser violada por el Diablo". La invitada escupe en su plato el bolo de comida que estaba masticando. Papá se levanta asustado y sube las escaleras con largas zancadas. La luz de la habitación está encendida, la ventana abierta mientras las cortinas se mueven agitadas por un viento fantasmal. No hay manchas de sangre en las sábanas.
-El Diablo ha entrado a mi cuarto y me ha hecho cosas muy feas -dice la niña.
Los adultos formulan una pregunta detrás de otra; Papá sale al jardín con una linterna e inspecciona cada rincón.
-Tenía la piel plagada de cicatrices. Su boca olía a sapos muertos.
Una niña utilizando la palabra "plagada". Los invitados recogen sus abrigos en silencio y se marchan a casa.
-Su verga era un hierro candente. Mi útero está relleno de semen y espinas.
Una niña diciendo "verga", una niña diciendo "útero". Mientras Mamá friega los platos, Papá hunde su nariz una y otra vez en los cabellos de la pequeña. Pero no hay olor a azufre.
3 comentarios:
Lo describe ud. muy bien, casi he olido el aroma de la pipa paterna.
Pero la pequeña miente. Me limité a un somero masaje genital, en modo alguno afrentoso. Máxime cuando fue ella quien me invitó a tomar el té.
Los amigotes ante situaciones desagradables e incómodas siempre se quitan de en medio. Son como los actores del Show de Truman.
De nuevo uno de tus textos me hace perder la inocencia ¿En quién se puede confiar a estas alturas, si hasta las niñas de 7 años mienten?
(Porque está mintiendo, ¿no es cierto?)
Un saludo, quitándome el sombrero una vez más.
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