Pensar en el misterio de que uno, a veces, con todas las palabras hábiles en su cabeza, y tantas líneas de pensamiento abiertas -así sean bagatelas, asuntos domésticos, preocupaciones de mesa camilla-, pueda llegar a no tener nada que decir, por escrito, durante 24 horas.
Somos más emoción que pensamiento. Y el pensamiento que tengamos crece dormitando a trechos.
ResponderEliminarSomos más emoción que pensamiento. Y el pensamiento que tengamos crece dormitando a trechos.
ResponderEliminar