Cuando
John Landis plasmó en celuloide la aventura revivalista de carácter humorístico
que Dan Akroid y John Belushi habían emprendido a mediados de los setenta, para
poner tono musical musical y tínte humorístico a un programa de máxima
audiencia como Saturday Night Live,
seguro que no se planteó ni por un momento que, pese a que nunca llegó a
ser una película que produjese cifras de recaudación millonarias, se iba a
convertir en un film de culto para los amantes del séptimo arte y de la buena música.
Tras
un argumento tejido con inocencia e inocuidad se esconde un film que, por el que
pese a haber pasado más de 40 años, sigue siendo capaz de encandilar el
espíritu, de despertar el alma, desvanecer las malas vibraciones y de poner los
pies en movimiento; pues, junto a las los sketch humorísticos que de le dan
forma, se recoge una colección de canciones impresionantes, capaces de
reivindicar, traer al presente y perpetuar en el futuro un par de géneros
músicales tan esenciales, como el soul y el blues, que son parte imprescindible
del germen inspirador de cualquier tema rock que se precie.
Para
quien todavía no se hubiere acercado a Blues
Brothers, esta cinta cuenta con,
además del buen hacer cómico-musical de dos clásicos de la comedia como John
Belushi y Dan Akroid, un elenco de primeras figuras de la música americana de
finales de los 50 y primeros 60, cuya presencia no es meramente testimonial. Así
nos encontramos a James Brown en el papel del Reverendo Cleofus, párroco
dominical capaz de hipnotizar rítmicamente con ‘la palabra’ a sus acólitos, a
Aretha Franklin en el papel de camarera de bar grasiento que, junto a su esposo Matt ‘Guitar’ Murphy -que se
ocupa también de los fogones- regenta en los bajos fondos; a un Ray Charles en la piel de redomado usurero propietario de una casa de empeño, a un Cab Calloway en el
papel de hermano adoptivo de Jake y Elwood Blues o a grandes músicos de esta
vena musical argumental, desempeñando el papel que les toca en la Blues Band,
de la clase de Steve Cropper o Donald ‘Duck’ Dunn.
Siempre
es gratificante, pero más en este caso, enfrentarse a un repetorio de clásicos
de la clase del Think de Aretha
Franklim, del Soul Man de San &
Dave, del Gimme Some Lovin’ del
Spencer Davies Group, del Everybody Needs
Somebody to Love de Solomon Burke, del Sweet
Home Chicago de Robert Johnson o el Boom
Boom del propio John Lee Hooker, y más en una tarde fría y gris de domingo
como la que yo he pasado, pretendiendo poner un poco de gasolina que conforte
el espíritu y llene el depósito para empezar la semana con positividad y
optimismo.
Revisitar las imágenes y los temas contenidos en este espectáculo, a vuelto a situar en un lugar preeminente mis viejos
discos de soul para decorar musicalmente estos días; aunque he de decir que la recuperación de este film no ha sido ocasional, sino
como fruto del disfrute reciente de
un espectáculo que anda circulando por salas en forma de banda tributo, bajo el nombre de Bus Brothers Band, que es puro revival y que junto al viejo repertorio de la película
original añade un montonazo de temas en esta onda; que recomiendo si pasa cerca y queréis disfrutar y bailar poseídos, recordando también lo que por estas tierras y en su época fue titulado como ‘Granujas a Todo Ritmo’.